El pasado sábado, la Hermandad de la Resurrección celebró su tradicional vía crucis con la imagen de María Santísima del Amor recorriendo diversas calles de su feligresía. Este año hubo varias circunstancias que hicieron especial este culto externo, dado que por primera vez la hermandad quiso representar en las andas con la Virgen del Amor la escena de la Madre de Dios a los pies de la cruz tras haber sido descendido el cuerpo del Hijo.
De esta forma, fue novedad dicha cruz, así como el sudario que pendía de
ella detrás de la dolorosa, que vestía totalmente de negro, con una corona
plateada, un corazón atravesado por un puñal, los clavos de la crucifixión en
la mano derecha y la corona de espinas en la izquierda.
En lo que respecta a las andas, exornadas con flores blancas, también se
estrenaron los faldones, de color azul, con flores bordadas y algunos adornos
en hilos plateados. El resto de los elementos presentes en las andas eran el
llamador del paso de palio de la Virgen de la Aurora y las antiguas esquinas y
candelabros laterales del paso del Señor Resucitado.
El cortejo lo abría la cruz de guía de la corporación, seguida de niños
y mayores con cirios blancos, el estandarte corporativo, más parejas de
hermanos, el cuerpo de ciriales y las andas con María Santísima del Amor.
El recorrido previsto para este vía crucis llevó a la dolorosa que
tallara Jesús Santos Calero a visitar a algunas hermandades vecinas, como es el
caso de la Hermandad del Rocío de la Macarena, ante cuya casa hermandad se
detuvo para el rezo de una de las estaciones.
Posteriormente, por Escoberos, continuó su camino buscando la Plaza de
San Gil, aunque antes de llegar se detuvo para el rezo de otra estación y posteriormente
se paró momentáneamente ante un pequeño azulejo de la Virgen del Carmen,
anticipo de la visita que iba a tener lugar a continuación.
Con motivo de este vía crucis, la Virgen del Amor entró por primera vez
en la Parroquia de San Gil, para lo que hubo que bajar algunos centímetros la
cruz y salvar así el dintel. Dentro la esperaban las tres hermandades con sede
en el templo: la Sacramental, el Carmen y el Rocío de la Macarena, con sus
estandartes corporativos.
Ante el presbiterio se situaron los tres, a los que se sumó el de la
propia Hermandad de la Resurrección. La Virgen del Amor se colocó mirando hacia
el altar y de esta forma tuvo lugar la lectura de la estación correspondiente
del vía crucis.
Antes de salir, la Virgen del Amor se giró ante la capilla donde en
tiempos residió la Macarena, hoy presidida por una Inmaculada; y después se
volvió ante la Virgen del Carmen. Y aún quedaba mostrar los respetos al
simpecado de la Hermandad del Rocío, a los pies de la nave de la Epístola. En
todos estos momentos, los presentes cantaron diferentes salves.
Finalmente, la Virgen del Amor se encaminó hacia la puerta para salir,
teniendo que repetirse la maniobra de bajar la cruz.
Una vez en la calle de nuevo, el cortejo siguió hacia San Luis, pero se
desvió de la línea recta con la que habría llegado a Santa Marina por las
calles Pozo, donde se rezó otra estación ante la casa hermandad del Carmen
Doloroso, y Relator.
Desde ahí, ahora sí, se encaminó por la calle San Luis hasta su templo,
donde entró alrededor de las once de la noche. Tras bajar la rampa de acceso al
interior, la Virgen del Amor se dirigió por la nave del Evangelio hasta el
presbiterio, donde se culminó el rezo del vía crucis con la décimo quinta
estación, la Resurrección del Señor.
Finalizado el vía crucis, el hermano mayor, Miguel Ángel Pérez,
agradeció la participación de los hermanos y la presencia en el cortejo de los
tenientes de hermano mayor de la Hiniesta y los Javieres, así como del hermano
mayor del Santo Entierro, José María Font.
El cierre de este acto que permite cada año la salida de la bellísima
dolorosa del Amor, lo puso un hermano que le dedicó a la Virgen una saeta con
la letra del Ave María.
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