Lo tuvieron muy fácil las primeras del día a la hora de tomar una decisión. No es que las predicciones meteorológicas apuntaran de forma incierta a porcentajes altos de lluvia. Es que estaba granizando con fuerza. Y sí, todo apuntaba a que a lo largo de las horas la cosa iría mejorando, pero esas hermandades no tenían tanto tiempo.
La primera desilusión llegó desde la Capilla de los Ángeles, de la que este Jueves Santo no salió la Hermandad de los Negritos. El Santísimo Cristo de la Fundación y Nuestra Señora de los Ángeles se iban a quedar irremediablemente en casa. Afortunadamente, este próximo 18 de mayo la dolorosa será coronada canónicamente en la Catedral y habrá ocasión para que la hermandad disfrute y se quite la espina de lo vivido este año en su día grande. Precisamente por este motivo, la Virgen de los Ángeles iba a lucir en la calle su antigua corona procesional, labrada por Manuel Seco Velasco en 1952 y restaurada este año por Miguel Ángel Cerezo. Su actual corona, obra también de Seco de 1970, ha sido enriquecida y será la misma que se le imponga a la Virgen en su Coronación.
Y de una dolorosa que será coronada en unos días a la que lo fue el 13 de octubre del año pasado, María Santísima de la Victoria, de la Hermandad de las Cigarreras, que junto al misterio de la Columna y Azotes se quedó también sin salir desde su barrio de Los Remedios. De esta forma, las dos hermandades que tienen la hora de salida fijada a las tres de la tarde decidían no realizar su estación de penitencia.
Algo más de margen, poco más, tenía la siguiente hermandad, la Exaltación, que debía salir a las cuatro de la tarde. Pidió tiempo, se lo pensó y finalmente optó igualmente por no salir. Una pena. Después de quince años de exilio, cuando por fin íbamos a ver el impresionante misterio en el que los sayones elevan la cruz del Señor y el paso de palio de Nuestra Señora de las Lágrimas saliendo nuevamente de su Iglesia de Santa Catalina, la lluvia se encargó de estropearlo todo y aplazar al menos hasta 2020 la salida de la cofradía de la que es su casa. Para ver salir una cofradía desde este templo mudéjar habrá que esperar al 16 de julio, cuando lo haga la Virgen del Carmen.
Y no corrió mejor suerte la Hermandad de Monte-Sión, cuyo paso de misterio de la Oración en el Huerto y el paso de palio de la Virgen del Rosario no llegaron a pisar los adoquines de la calle Feria, pese al retraso solicitado al Consejo de Hermandades para intentar esquivar esa lluvia que se iba a marchar. En el misterio se quedaron sin estrenar en la calle las nuevas túnicas de San Juan, San Pedro y Santiago, que duermen en la parte trasera del paso.
Pero este Jueves Santo no iba a quedarse en blanco. El trío final, el que conforman las tres últimas cofradías, iba a salvar el día una vez que el riesgo de lluvia bajó hasta prácticamente desaparecer. ¿Quién iba a decirlo sólo unas horas antes?
De la Parroquia de la Magdalena salió por fin la primera cruz de guía de la jornada, la cruz de madera dorada que aparece cubierta con un velo morado. La Hermandad de la Quinta Angustia se ponía en la calle con sus elegantes nazarenos de túnica, antifaz y capa morados.
La calle San Pablo se llenó de gente deseosa de ver por fin una cofradía en la calle y pronto asomó desde la puerta del antiguo templo dominico el impresionante paso de misterio del Descendimiento, que estrenaba este año la cruz de la que pende el cuerpo del Señor.
José de Arimatea y Nicodemo, subidos a sus escaleras, van descendiendo ayudados por sábanas el cuerpo descoyuntado de Jesús, mientras abajo lo reciben las tres Marías y San Juan Evangelista. Pero quizá lo más desgarrador de la escena sea el rostro desencajado de la Virgen de la Quinta Angustia, a la que no le hace falta ninguna lágrima para demostrar un intenso dolor. A Pedro Roldán se atribuye todo el conjunto escultórico, a excepción de la dolorosa, obra de Vicente Rodríguez Caso, cuyo manto procesional perteneció a la antigua Virgen del Desamparo de la Hermandad del Prendimiento de Jerez.
En el momento de la salida se pudo escuchar la inconfundible voz de Miguel Loreto interpretando una saeta. A continuación, la cruz fue elevada y comenzó el silencioso movimiento del Cristo a un lado y a otro mientras el misterio empezaba a caminar con ese paso tan abierto que le caracteriza. Un monte de claveles rojos ha sido este año el sencillo exorno floral de este imprescindible paso de la Semana Santa que quizá podría contar en los próximos años con una banda de música detrás.
También se puso en la calle en este Jueves Santo la Hermandad del Valle desde la Iglesia de la Anunciación. Salió algunos minutos más tarde de lo previsto y evitó dar el rodeo que desde hace unos años viene realizando por Daóiz, García Tassara, Amor de Dios, San Miguel y Trajano, para directamente alcanzar la Plaza del Duque desde Javier Lasso de la Vega.
El misterio de la Coronación de Espinas, con su paso de los espejitos aún brillante tras la restauración a la que fue sometido en 2013, mostraba la dura escena en la que, como burla, se le impone al Señor una corona de espinas y una caña, mientras que un sayón y un soldado le hieren con sendos palos. Curiosa mezcla de estilos escultóricos la de este paso, con el Cristo obra de Agustín Perea, de finales del siglo XVII, y las figuras secundarias de Joaquín Bilbao, de principios del XX. El Cristo, además, ha lucido de nuevo este año la llamada clámide de los bodoques, recuperada en 2015 tras su restauración por parte de Jesús Rosado.
La Escolanía Salesiana María Auxiliadora y una capilla musical acompañaron a este misterio de reducido tamaño a lo largo de su itinerario.
Jesús aparece ahora cargando con su cruz camino del Calvario y encontrándose con las santas mujeres, entre las que se encuentra la Verónica, cuyo paño ha sido pintado este año por Reyes de la Lastra, quien ha reproducido de manera fiel el rostro de la talla de Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro. "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino por vosotras y por vuestros hijos", les dirá Jesús en este momento a quienes se lamentaban por su condena. "Dichosos los vientres que no engendraron y los pechos que no amamantaron".
En completo silencio, el segundo paso de la Hermandad del Valle muestra una configuración propia de otro tiempo, con el Señor situado muy atrás en el paso, queriendo acercarse con su mano a las mujeres que salen a su encuentro, mientras dos ángeles sujetan la cruz por detrás.
Después de los claveles rojos que adornaban el paso de la Coronación, el misterio del Señor con la Cruz al Hombro ha vuelto a salir este año con su habitual combinación de lirios morados, calas blancas, cardos y claveles rojos, con la siempre llamativa acumulación de calas en la trasera del paso.
Finalmente, el paso de palio de Nuestra Señora del Valle, un conjunto muy especial en el que figuran unas caídas, las piezas bordadas más antiguas de la Semana Santa, que necesitan una restauración. El manto, por su parte, es de Rodríguez Ojeda y sustituyó al anterior, que con dudoso criterio artístico fue desechado por la hermandad y vendido a Huelva para su Virgen de los Dolores. Eso que ganó Huelva...
Por Javier Lasso de la Vega venía sonando tras el palio la marcha "Amarguras", a cargo de la Banda de Música del Maestro Tejera, seguida a continuación por "Soleá, dame la mano" desde la misma esquina de dicha calle hasta la Plaza del Duque.
En cuanto al exorno floral, estaba íntegramente compuesto por claveles rosas, dispuestos en sus jarras de forma cónica y bicónica, como es habitual y característico en este paso de palio que preside una de las más interesantes dolorosas de Sevilla, atribuida a Juan de Mesa.
De la Parroquia de la Magdalena salió por fin la primera cruz de guía de la jornada, la cruz de madera dorada que aparece cubierta con un velo morado. La Hermandad de la Quinta Angustia se ponía en la calle con sus elegantes nazarenos de túnica, antifaz y capa morados.
La calle San Pablo se llenó de gente deseosa de ver por fin una cofradía en la calle y pronto asomó desde la puerta del antiguo templo dominico el impresionante paso de misterio del Descendimiento, que estrenaba este año la cruz de la que pende el cuerpo del Señor.
José de Arimatea y Nicodemo, subidos a sus escaleras, van descendiendo ayudados por sábanas el cuerpo descoyuntado de Jesús, mientras abajo lo reciben las tres Marías y San Juan Evangelista. Pero quizá lo más desgarrador de la escena sea el rostro desencajado de la Virgen de la Quinta Angustia, a la que no le hace falta ninguna lágrima para demostrar un intenso dolor. A Pedro Roldán se atribuye todo el conjunto escultórico, a excepción de la dolorosa, obra de Vicente Rodríguez Caso, cuyo manto procesional perteneció a la antigua Virgen del Desamparo de la Hermandad del Prendimiento de Jerez.
En el momento de la salida se pudo escuchar la inconfundible voz de Miguel Loreto interpretando una saeta. A continuación, la cruz fue elevada y comenzó el silencioso movimiento del Cristo a un lado y a otro mientras el misterio empezaba a caminar con ese paso tan abierto que le caracteriza. Un monte de claveles rojos ha sido este año el sencillo exorno floral de este imprescindible paso de la Semana Santa que quizá podría contar en los próximos años con una banda de música detrás.
También se puso en la calle en este Jueves Santo la Hermandad del Valle desde la Iglesia de la Anunciación. Salió algunos minutos más tarde de lo previsto y evitó dar el rodeo que desde hace unos años viene realizando por Daóiz, García Tassara, Amor de Dios, San Miguel y Trajano, para directamente alcanzar la Plaza del Duque desde Javier Lasso de la Vega.
El misterio de la Coronación de Espinas, con su paso de los espejitos aún brillante tras la restauración a la que fue sometido en 2013, mostraba la dura escena en la que, como burla, se le impone al Señor una corona de espinas y una caña, mientras que un sayón y un soldado le hieren con sendos palos. Curiosa mezcla de estilos escultóricos la de este paso, con el Cristo obra de Agustín Perea, de finales del siglo XVII, y las figuras secundarias de Joaquín Bilbao, de principios del XX. El Cristo, además, ha lucido de nuevo este año la llamada clámide de los bodoques, recuperada en 2015 tras su restauración por parte de Jesús Rosado.
La Escolanía Salesiana María Auxiliadora y una capilla musical acompañaron a este misterio de reducido tamaño a lo largo de su itinerario.
Jesús aparece ahora cargando con su cruz camino del Calvario y encontrándose con las santas mujeres, entre las que se encuentra la Verónica, cuyo paño ha sido pintado este año por Reyes de la Lastra, quien ha reproducido de manera fiel el rostro de la talla de Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro. "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino por vosotras y por vuestros hijos", les dirá Jesús en este momento a quienes se lamentaban por su condena. "Dichosos los vientres que no engendraron y los pechos que no amamantaron".
En completo silencio, el segundo paso de la Hermandad del Valle muestra una configuración propia de otro tiempo, con el Señor situado muy atrás en el paso, queriendo acercarse con su mano a las mujeres que salen a su encuentro, mientras dos ángeles sujetan la cruz por detrás.
Después de los claveles rojos que adornaban el paso de la Coronación, el misterio del Señor con la Cruz al Hombro ha vuelto a salir este año con su habitual combinación de lirios morados, calas blancas, cardos y claveles rojos, con la siempre llamativa acumulación de calas en la trasera del paso.
Finalmente, el paso de palio de Nuestra Señora del Valle, un conjunto muy especial en el que figuran unas caídas, las piezas bordadas más antiguas de la Semana Santa, que necesitan una restauración. El manto, por su parte, es de Rodríguez Ojeda y sustituyó al anterior, que con dudoso criterio artístico fue desechado por la hermandad y vendido a Huelva para su Virgen de los Dolores. Eso que ganó Huelva...
Por Javier Lasso de la Vega venía sonando tras el palio la marcha "Amarguras", a cargo de la Banda de Música del Maestro Tejera, seguida a continuación por "Soleá, dame la mano" desde la misma esquina de dicha calle hasta la Plaza del Duque.
En cuanto al exorno floral, estaba íntegramente compuesto por claveles rosas, dispuestos en sus jarras de forma cónica y bicónica, como es habitual y característico en este paso de palio que preside una de las más interesantes dolorosas de Sevilla, atribuida a Juan de Mesa.
E inmediatamente detrás, Pasión, la tercera y última hermandad de este reducido Jueves Santo. Los nazarenos, de túnica y antifaz negros con cinturón de esparto y el emblema mercedario, llevan cirios rojos en el cortejo del paso de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, que este año ha salido con túnica lisa, así como con corona de espinas y potencias. En la variedad está el gusto y parece que esta hermandad ha empezado a alternar la túnica lisa con las bordadas. Así, todos contentos.
Con lirios morados sobre el impresionante paso de plata de Cayetano González, el Señor de Pasión fue acercándose en silencio a la carrera oficial, dejando como siempre admirados a cuantos contemplaban la perfección de la obra de Juan Martínez Montañés, que cuenta ya con más de cuatro siglos de historia.
Cambiados los cirios rojos por los blancos, los nazarenos del palio antecedían a Nuestra Madre y Señora de la Merced y a San Juan Evangelista en otro de los grandes palios que tiene el Jueves Santo. Son seis en total, aunque este año sólo salieran dos; pero son seis palios que nada tienen que ver unos con otros y, sin embargo, todos son verdaderas joyas del bordado o de la orfebrería.
Y, por supuesto, de la imaginería, como lo es la Virgen de la Merced, muy conseguida dolorosa de Sebastián Santos, aunque en su momento su sustitución no estuvo exenta de polémica. Como tampoco lo estuvo la recuperación de una banda de música, en este caso la Oliva de Salteras, tras este palio que ahora es difícil imaginar en la calle sin tan acertado acompañamiento. Fue en 2013, debido a la lluvia de 2011 y 2012, cuando por fin la Merced de Pasión recuperó los sones musicales tras su paso de palio, que el año que viene estrenará la restauración del techo por parte de Jesús Rosado, así como de la túnica y el mantolín de San Juan por parte de José Antonio Grande de León. Si pudieran cogerle a la Hermandad del Amor sin que se diera cuenta el manto de la Virgen del Socorro y restaurarlo también...
Sin prisa, pero sin pausa, cuando la Hermandad de Pasión estaba aún entrando en carrera oficial, la Quinta Angustia había ya emprendido el camino de regreso a la Magdalena. Es una cofradía que anda con celeridad, lo que acentúa aún más el movimiento del Cristo del Descendimiento.
Llamaba la atención el golpe que se oía a cada paso de este misterio, pero no se trataba de la talla del Señor la que sonaba, sino la base de una de las escaleras que se apoyan en la cruz, que daba en uno de los soportes que impiden que éstas pierdan la verticalidad durante el recorrido.
Por la calle Castelar venía el misterio de la Quinta Angustia, y después alcanzó la Plaza de Molviedro, donde se detuvo ante la Capilla del Mayor Dolor, que se encontraba abierta y con la Hermandad de Jesús Despojado recibiendo a la cofradía de la Magdalena. Los pasos de la hermandad del Domingo de Ramos estaban completamente encendidos, como si acabaran de finalizar su estación de penitencia.
A continuación, el paso de la Quinta Angustia se marchó por Doña Guiomar y Zaragoza hasta la calle San Pablo. Al igual que en la salida, el misterio recibió una saeta en la puerta del templo, al que entró cuando faltaban dos minutos para las doce de la noche.
Y también regresaba a su casa la Hermandad del Valle, con su acostumbrado itinerario serpenteante por Hernando Colón a Plaza Nueva y por Tetuán y Rioja a Cerrajería atravesando Sierpes. Antes del paso de la Coronación, cuatro acólitos portaban la reliquia de la Santa Espina sobre unas andas con pequeñas jarras de claveles rojos en los laterales.
Justo detrás, salía de la calle Cuna y giraba a Laraña el paso del Cristo de la Coronación de Espinas, que, guiado como capataz por Juan León, fue acercándose poco a poco a la Iglesia de la Anunciación con las últimas composiciones cantadas por la Escolanía María Auxiliadora. Enseguida, el paso entró en su templo sin darse la vuelta, sino directamente mirando hacia el interior, como iban a entrar también los otros dos pasos de la cofradía.
El primer paso entraba en la Anunciación y el segundo estaba ya en la esquina de Cuna y Laraña. Sin entretenerse, el misterio de la Calle de la Amargura recorrió Laraña y entró también entre una cantidad de gente muy asequible para disfrutar de los últimos metros del recorrido de la Hermandad del Valle. Es algo habitual en el Jueves Santo, cuando mucha gente está ya buscando posiciones para ver las cofradías de la Madrugá o descansando un poco antes de salir, que la entrada de sus siete hermandades, sólo tres este año, se pueda contemplar con tranquilidad.
Por último, el paso de palio cerraba una muy buena estación de penitencia de la Hermandad del Valle, para el que la Banda de Tejera interpretó una y otra vez la marcha que Vicente Gómez Zarzuela compuso para un amigo fallecido en el Guadalquivir y que tituló "Virgen del Valle" al ser la devoción de dicho amigo.
Hasta en cuatro ocasiones tocó la banda esta partitura desde el giro de Cuna a Laraña y posteriormente por toda esta calle, sin interrumpirla (una maravillosa rareza) aunque el paso se detuviera. La Banda de Tejera llegó a iniciar la marcha una quinta vez, aunque la cortó, ahora sí, cuando el palio entró en la Anunciación para tocar en su lugar el Himno de España.
Era la una y veinte minutos de la madrugada o, mejor dicho, de la Madrugá cuando la Virgen del Valle entraba en su templo tras salvar, junto a la Quinta Angustia y Pasión, un Jueves Santo que a primera hora de la tarde se antojaba catastrófico. Afortunadamente no fue para tanto y el trío final, con su acostumbrada belleza y solemnidad, arregló la que es una de las jornadas más bonitas de la Semana Santa.
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