Estábamos viviendo una Semana Santa de manual. Con buen tiempo, incluso calor, disfrutando de las cofradías sin mirar al cielo, sin preocupación alguna por la meteorología. Pero, entonces, llegó el Miércoles Santo y la cosa cambió. El cielo estaba cubierto y comenzaron los primeros temores.
Pese a todo, como queriendo ignorar el gris que había sustituido al celeste de los días anteriores, la jornada comenzó según lo previsto y la Hermandad de la Sed puso su cruz de guía en la calle desde la Parroquia de la Inmaculada Concepción a las doce del mediodía.
Tras obtener toda la información meteorológica disponible hasta ese momento, la cofradía de Nervión decidió hacer estación de penitencia a la Catedral. La lluvia, en caso de que se materializara, estaba prevista para última hora de la noche y sería débil, por lo que la hermandad, llegado el caso, sólo tendría que acelerar en su camino de vuelta.
Así, la Sed salió y lo hizo contando en su cortejo con una representación de la cofradía homónima de Jerez, que con sus llamativas túnicas inspiradas en el hábito de la Madre Teresa de Calcuta iba delante del libro de reglas, antes del paso del Cristo de la Sed. Hay que recordar que la Hermandad de la Sed de Jerez ha hecho estación de penitencia a la Catedral por vez primera el pasado Lunes Santo, después de varios años saliendo el Sábado de Pasión.
Volviendo a la cofradía sevillana, el Cristo de la Sed llevaba este año en su paso un monte de claveles de color buganvilla, monte que hace algunos años ganó en altura. El paso ha sido restaurado y dorado por Francisco Pardo, una labor que quizá hizo a la hermandad pensarse un poco más qué hacer en este difícil Miércoles Santo, dado el daño que el agua puede producir en un paso dorado.
El Cristo de la Sed, que en septiembre volverá a salir de forma extraordinaria con motivo del cincuentenario de la fundación de la hermandad, no faltó a su cita anual con el Hospital de San Juan de Dios, donde fue recibido por algunos de sus pacientes y el personal sanitario. Después, salió de nuevo a la avenida de Eduardo Dato, acompañada en todo momento por la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario de Cádiz, precisamente la banda que hasta el año pasado acompañaba a la Sed de Jerez.
Por tercer año consecutivo, el crucificado que tallara en su juventud Luis Álvarez Duarte ha salido a las calles con corona de espinas y con potencias.
Tras el largo cortejo de nazarenos del paso de palio, también Santa María de Consolación Madre de la Iglesia visitó el Hospital de San Juan de Dios, del que después saldría a los sones de "Como tú ninguna", a cargo de la Banda de la Oliva de Salteras, que había dejado a la Virgen del Dulce Nombre en San Lorenzo pasadas las tres de la madrugada.
El paso de palio de la dolorosa de los ojos azules contaba con un bello exorno floral a base de rosas, frecsias, lilium, hipericum, limonium, flor de arroz y estátice. A eso había que añadir las diferentes ofrendas que iba a recibir la Virgen de Consolación a lo largo del recorrido, como la que recibió de una peña sevillista en Eduardo Dato, a la altura del propio Estadio Ramón Sánchez Pizjuán.
Después, continuó con la marcha "Virgen de la Paz", acercándose poco a poco al centro de la ciudad, con la incertidumbre de no saber si la meteorología respetaría o no la estación de penitencia al completo de la corporación.
A las tres de la tarde tenía fijada su hora de salida la Hermandad del Carmen Doloroso, la tercera en salir, puesto que igualmente la de San Bernardo había decidido hacer estación de penitencia. El Carmen también lo hizo, por lo que en plena calle Feria el guión previsto seguía desarrollándose con aparente normalidad, aunque la verdad es que se notó una cierta celeridad en el ritmo de las cofradías que iban saliendo a las calles, interesadas en cumplir con su estación y en asegurarse un retorno ágil por si finalmente la lluvia hacía acto de aparición ya de noche.
La siempre fantástica Agrupación Musical Virgen de los Reyes anunció con su interpretación del Himno de España la salida del paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de la Paz, que estrenaba una túnica de tisú de plata bordada en oro por Manuel Solano, según diseño del propio autor del Señor, Francisco Reyes Villadiego, y donada por un grupo de hermanos.
Cuando Jesús se aparezca a los apóstoles tras su resurrección, se dirigirá a San Pedro hasta en tres ocasiones para preguntarle: "¿Tú me quieres?". Será la sutil respuesta del Señor a las tres negaciones que se representan en este paso de misterio; una escena imprescindible en la historia de la Pasión de Cristo.
Tras el Himno, la primera marcha que sonó tras el paso mientras se dirigía a la calle Peris Mencheta fue todo un clásico del género de las agrupaciones musicales, "Oh, pecador". Más adelante sonarían "Al compás de la Laguna", "Salud y Buen Viaje" y "Sagradas Vestiduras", éstas dos últimas ya en la Alameda de Hércules. Una combinación de flores de tonalidades roja y morada, formada por rosas, claveles, estátice y antirrhinum, entre otras, adornaba el paso.
Más atrás, seguía al Señor de la Paz el paso de palio de Nuestra Señora del Carmen en sus Misterios Dolorosos, que en esta ocasión ha contado con un exorno floral en color blanco compuesto por lilium, rosas, alhelíes y paniculata. Además, en el respiradero frontal estaba el bastón de mando de la presidenta del Colegio de Procuradores de Sevilla, del que esta advocación es su Patrona.
La Banda Municipal de Música de Aznalcóllar acompañaba al paso de palio, para el que interpretó "Virgen de la Estrella" por la calle Peris Mencheta. Después, siempre a las órdenes de los Hermanos Gallego, capataces generales de la cofradía, la Virgen del Carmen tomó la calle Belén a los sones de "Virgen de los Reyes".
Para entonces, la larguísima cofradía de San Bernardo estaba ya completa en la calle en este Miércoles Santo que seguía discurriendo con absoluta normalidad. En el precioso itinerario de esta hermandad siempre es un lugar destacado la parada en la Iglesia de San Nicolás, ante la representación de la Hermandad de la Candelaria, con el paso de palio colocado cerca de la puerta mirando hacia la calle.
El paso del Santísimo Cristo de la Salud, siempre con el exorno floral que componen los claveles rojos salpicados de lirios morados, dejó atrás la calle San José y se acercó hasta la misma puerta de San Nicolás a las órdenes de los Villanueva, capataces de la hermandad.
Tras una parada ante la cofradía que el día anterior había realizado su estación de penitencia, el paso del crucificado se levantó y comenzó a alejarse para continuar su camino hacia Muñoz y Pabón a los sones de "Refúgiame", interpretada por la Banda de Cornetas y Tambores de la Presentación al Pueblo, de Dos Hermanas. Después, sonó "La Milagrosa" con el Cristo de la Salud buscando la Plaza de la Alfalfa.
Por su parte, el paso de palio de María Santísima del Refugio recorría los últimos metros de la calle Santa María La Blanca mientras la Banda de Música de la Cruz Roja tocaba "Pasan los campanilleros". Después de una parada junto al hotel Fernando III, el palio, adornado como siempre con claveles blancos, se internó por la estrechez de la calle San José a los sones de "Procesión de Semana Santa en Sevilla".
Más adelante, tras la interpretación de una saeta, la Virgen del Refugio se acercó a San Nicolás con la marcha "Candelaria" en honor a la dolorosa con la que se encontraba en ese momento. Se da la circunstancia de la que la Banda de la Cruz Roja acompaña a las dos cada Semana Santa. Tras la marcha, el paso se detuvo ante la puerta y un hermano retiró de la peana de la Virgen del Refugio un ramo de flores preparado para dejarlo a modo de ofrenda a la Candelaria.
Finalmente, cumplido el anual encuentro, el paso de palio de San Bernardo comenzó a alejarse para dirigirse a Muñoz y Pabón mientras la banda tocaba "Madre de nuestro Refugio".
El Miércoles Santo continuaba y el siguiente trío de hermandades de la jornada, Buen Fin, Lanzada y Baratillo, también salían a la calle. Curiosamente, cuando las dos últimas aún no estaban al completo fuera de sus templos se conoció una sorprendente noticia procedente de la Catedral, donde en ese momento se encontraba la Hermandad del Carmen Doloroso. Según se anunciaba, la previsión de lluvia se había adelantado y la cofradía de Omnium Sanctorum, con un itinerario de vuelta algo laberíntico por la estrechez de las calles y por la necesidad de esquivar la zona de San Pedro, por la que debía salir más tarde el Cristo de Burgos, había decidido suspender temporalmente su estación de penitencia.
Esto fue realmente lo curioso, dado que, siendo la primera de nueve hermandades, suspender temporalmente implicaba quedarse en la Catedral hasta que pasara por ella la última de las cofradías del día, lo que en el mejor de los casos supondría esperar, con su cortejo de nazarenos, acólitos y músicos, unas seis horas. La opción de salir antes estaba descartada, dado que ello habría supuesto un retraso para otras hermandades.
Y también resultaron curiosos de la decisión del Carmen otros dos aspectos más: por un lado, que mientras ella se quedaba en la Catedral, las demás hermandades, incluso las que en ese momento estaban saliendo, no daban marcha atrás, como si manejaran partes distintos; por otro lado, tanto la Sed como San Bernardo, con itinerarios más largos y sus templos ubicados mucho más lejos de lo que el Carmen tenía el suyo, optaban por salir de la Catedral evitando refugiarse en ella y tratando de regresar a sus templos lo antes posible.
Así las cosas, por la zona de la Alameda la Hermandad de la Lanzada recorría las primeras calles de su itinerario. El paso de misterio, adornado con rosas rojas y algunas otras flores del mismo color, caminaba por Alberto Lista y giraba en Conde de Torrejón con aparente normalidad.
Sobre las impresionantes andas se estrenaban los mantolines de la Magdalena, María Salomé y María Cleofás, bordados en oro sobre terciopelo burdeos, morado y azul por el taller de Sucesores de Caro, según el diseño de Gonzalo Navarro. La Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de las Tres Caídas iba un año más tras la escena en la que el costado de Jesús acaba de ser traspasado por una lanza ante la mirada de la Virgen de Guía, San Juan Evangelista y las tres Marías. La dolorosa, además, lucía por segundo año el manto de terciopelo burdeos bordado en oro por el mismo taller antes mencionado, y que está pensado para un doble uso: como manto de camarín de la Virgen del Buen Fin y como manto de salida de la Virgen de Guía.
Poco después, salió de la calle Saavedras a Alberto Lista el paso de palio de María Santísima del Buen Fin, con su palio neogótico adornado con rosas blancas colocadas de forma cónica. La Banda de Música de Las Cigarreras acompañaba a la dolorosa atribuida a Juan de Astorga, para la que por Alberto Lista interpretó la marcha "Virgen de los Negritos".
Poco después, el palio, comandado por Ismael Vargas, giró a Conde de Torrejón con la composición "Crux Victrix", dedicada a la Virgen de la Victoria, de la Hermandad de las Cigarreras. Con ella, la Virgen del Buen Fin siguió su camino en esta tarde incierta en dirección a la Alameda de Hércules.
El cielo iba oscureciéndose de forma amenazante, la Hermandad del Carmen seguía en la Catedral y la Sed había emprendido ya un rápido regreso a Nervión, para el que se iba a buscar el camino más corto, por Luis Montoto, Marqués de Nervión y Cristo de la Sed. Pero la Hermandad del Baratillo ocupaba ya la zona de San Pablo y Reyes Católicos como si nada fuera a trastocar su estación de penitencia.
El paso de la Piedad, que ya no cuenta con Julián Huertas como capataz, sino que Rafael Díaz Talaverón, hasta ahora capataz únicamente del palio, se ha hecho cargo de ambos pasos, discurría por la calle San Pablo, donde estuvo bastante tiempo parado poco antes de alcanzar la esquina con Cristo del Calvario.
Rosas rojas adornaban el paso en el que el Cristo de la Misericordia descansa inerte en el regazo de la Virgen de la Piedad, en esa conjunción artística entre la dolorosa de José Rodríguez Fernández-Andes y el que fue el primer Cristo de Luis Ortega Bru para la Semana Santa de Sevilla. La música la volvió a poner un año más la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Sol, cuyos músicos no llevaban sus características plumas en los cascos, señal inequívoca de la incertidumbre meteorológica.
Tras los nazarenos de túnica azul mecánico, que es la denominación acertada para el cromatismo de estos nazarenos, con botonadura y cíngulo blancos (los de la Piedad son rojos), asomaba desde Pastor y Landero el paso de palio de María Santísima de la Caridad en su Soledad. Su autor, también Fernández-Andes, tuvo mucho que ver en que esta dolorosa se llame Caridad y no únicamente Soledad, como había decidido la hermandad. Los orígenes cubanos de su madre acabaron determinando la advocación definitiva de esta dolorosa cuyo manto fue restaurado hace dos años.
Quizá fuera el temor a la lluvia o quizá no, pero lo cierto es que el paso de palio de la Caridad realizó una larga chicotá a los sones de "Triana de Esperanza" desde la misma esquina de Pastor y Landero hasta la Puerta de Triana, en el inicio de la calle San Pablo, con los costaleros ganando metros con celeridad.
La Banda del Carmen de Salteras, consciente de que esta zona es una de las destacadas del itinerario de la hermandad, tocaría después "Y en Triana, la O". Sin embargo, una invitada indeseada, pero no inesperada, hizo acto de aparición. La lluvia, aunque débil, se presentó en mitad del Miércoles Santo y se abrieron los primeros paraguas. Para quien tenga tiempo y curiosidad le dejo el encargo de hacer un estudio sobre la increíble velocidad con la que se abren los paraguas en una jornada de Semana Santa. Salvo que exista un poder corrosivo hasta ahora desconocido del agua de lluvia o que el peinado a algunos les haya costado una pasta, convencido estoy de que tal velocidad tiene otra intencionalidad muy concreta... con su poquito de mala leche, que también.
En cualquier caso, la cofradía del Arenal continuó su camino, a lo que contribuyó que la lluvia paró y la normalidad volvió cuando la Virgen de la Caridad pasó por delante de la Parroquia de la Magdalena a los sones de "Pasa la Virgen Macarena".
Sin embargo, el Miércoles Santo ya estaba irremediablemente herido cuando se conoció que la Hermandad del Cristo de Burgos, que tenía que haber salido de la Parroquia de San Pedro a las ocho menos cuarto de la tarde, renunciaba a realizar su estación de penitencia por la alta probabilidad de lluvia prevista para lo que quedaba de tarde y durante la noche. No extrañó demasiado la decisión en una hermandad del corte sobrio de ésta. Y tampoco ayudaba demasiado a arriesgarse el hecho de presentar como principal estreno de este año la restauración del manto procesional de Madre de Dios de la Palma.
La que sí había salido era la Hermandad de las Siete Palabras, por lo que ya sólo quedaba saber qué haría Los Panaderos. Pero la lluvia regresó, complicando el camino de vuelta de la Sed, que consiguió la proeza de estar de nuevo en la Parroquia de la Concepción a eso de las diez de la noche. También se mojó un poco la Hermandad de San Bernardo, mientras que el Buen Fin, que estaba ya por la zona del Salvador y Cuna, buscó refugio en la Iglesia de la Anunciación. Detrás, la Lanzada quedaba dividida, refugiándose el paso de misterio en el Salvador, mientras que el palio se quedó en la Catedral, junto los pasos del Carmen Doloroso, uniéndose después los del Baratillo. Ante este panorama, y sin apenas margen de maniobra, la Hermandad de los Panaderos se convertía en la segunda que anunciaba que no saldría este Miércoles Santo. La Capilla de San Andrés, como también la Parroquia de San Pedro, abrió sus puertas para permitir la contemplación de los pasos, presentando como estreno la restauración de los respiraderos del misterio del Prendimiento de Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder.
Por su parte, la Hermandad de las Siete Palabras lo intentó, llegó a entrar en carrera oficial y el primero de sus pasos, el del Nazareno de la Divina Misericordia, alcanzó incluso la Plaza de la Campana. Pero la cofradía venía soportando desde la calle Alfonso XII una lluvia que, a pesar de ser débil, se convirtió en persistente y no tuvo más remedio que claudicar. Con la cruz de guía ya en Sierpes, se dio la orden de regresar a la Parroquia de San Vicente.
La localización de la cofradía en ese momento hizo que el regreso no siguiera el orden natural del cortejo, dado que el paso que se puso por delante en esta vuelta precipitada a casa fue el del Santísimo Cristo de las Siete Palabras y la Virgen de los Remedios. Estaba ya en la Plaza del Duque cuando la cofradía decidió dar marcha atrás, de forma que giró para dirigirse hacia la Plaza de la Concordia y tomar Teniente Borges, Virgen de los Buenos Libros, donde ya la cruz fue bajada de cara a su cercana entrada, y Cardenal Cisneros.
"Madre, ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu madre", son las palabras que Jesús dedica en este pasaje a la Virgen y al Discípulo Amado. Ésta es la escena que representa el segundo de los pasos de la Hermandad de las Siete Palabras, al que no le faltaron, incluso en este precipitado regreso, los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Esencia. En el momento de entrar, el paso lo hizo mirando hacia el interior de San Vicente, templo en el que la cofradía reside desde hace 150 años, procedente del antiguo Convento Casa Grande del Carmen, hoy Conservatorio Superior de Música.
El capataz, Rufino Madrigal, dejó dentro el paso de misterio y fue en busca del palio. Pero antes, entre los dos pasos, se colocó el del Señor de la Divina Misericordia, que había tenido que andar algunos metros hacia atrás en plena Campana, maniobrar en el pasillo que marca la confluencia con O'Donnell y volver hacia la Plaza del Duque para, siguiendo en este caso el primer paso al segundo, acercarse con celeridad a San Vicente, donde igualmente entró sin darse la vuelta, a las órdenes de Ramón Ariza.
Hay que subrayar que este año por fin el paso ha vuelto a contar con las cuatro águilas bicéfalas de sus esquinas, al haber realizado el orfebre Ramón León dos réplicas para suplir el vacío producido tras el robo de otras tantas águilas, así como de las antiguas caídas de plata del paso de palio, en enero de 2012. Como se ha podido ver, las dos águilas nuevas han sido colocadas en las esquinas delanteras, pasando a la parte de atrás las que hasta el año pasado veíamos delante.
Finalmente, tras la representación de agentes de la Guardia Civil vestidos de gala, llegó hasta Cardenal Cisneros, nuevamente con el capataz Rufino Madrigal, el paso de palio de Nuestra Señora de la Cabeza, para el que la Banda de Música del Carmen de Villalba del Alcor venía interpretando "Pasan los campanilleros", marcha dedicada al Cristo de las Siete Palabras.
La variedad cromática de los exornos florales de la hermandad este año, tras el rojo del paso de misterio y el morado del Nazareno, se completó en el palio de la Virgen de la Cabeza con rosas de color blanco.
La marcha más característica de la hermandad y puede que una de las más reconocidas de toda la Semana Santa fue interrumpida cuando el paso ya estaba ante la puerta del templo, entrando posteriormente cuando algunos minutos pasaban de las diez y veinte minutos de la noche; unas cuatro horas antes de lo previsto en los programas de mano.
Las Siete Palabras realizó su entrada en San Vicente aún lloviendo. Pero poco después, la lluvia desapareció y las cofradías que estaban refugiadas en diferentes lugares pudieron ir saliendo en dirección a sus respectivos templos. Así hizo el Baratillo por la Puerta de San Miguel de la Catedral para salir con rapidez hacia el Postigo; seguidamente, salió el paso de palio de la Lanzada, que en su camino al Salvador para reunirse con el paso de misterio fue por la Avenida de la Constitución, Plaza Nueva y Granada hacia Entrecárceles. Finalmente, salió siguiendo a la Virgen del Buen Fin la Hermandad del Carmen Doloroso, que recordemos que llevaba desde las seis de la tarde en la Catedral. Como apuntábamos, su única opción fue esperar a que salieran las demás del primer templo de la Archidiócesis para, entonces, salir también ella rumbo a casa.
Y el otro refugio de la jornada estuvo en la Iglesia de la Anunciación, de la que también salió la Hermandad del Buen Fin para regresar al Convento de San Antonio de Padua. Fue una salida rápida, yendo los nazarenos en algunos tramos incluso de tres en tres, con la intención de abandonar lo antes posible un templo que no era suyo y evitar así más molestias, en este caso a la Hermandad del Valle, que con su estandarte en la calle, junto a la puerta, despidió a su efímera huésped.
El paso del Cristo del Buen Fin salió y con agilidad giró a su izquierda para recorrer, acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores de la Centuria Macarena, las calles Laraña y Martín Villa, y discurrir de nuevo por la Campana, ahora en sentido contrario. Todo ello, antes de que la Lanzada cruzara de Cuna a Orfila, y el Carmen llegara también a la Campana desde O'Donnell.
El Cristo del Buen Fin, que fue restaurado en el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) entre mayo y junio del año pasado, iba sobre un paso adornado con flores rojas; en concreto, claveles, tulipanes, eringius y pitosporus, además de llevar espinos.
Poco después salía de la Anunciación el paso de palio de Nuestra Señora de la Palma. A modo de agradecimiento a la Hermandad del Valle por la acogida, la Banda de las Nieves de Olivares tocó en el momento de la salida "Virgen del Valle" para que el palio fuera girando y se marchara por la calle Laraña.
Con la intención de llegar por el camino más corto posible a San Antonio de Padua, la cofradía tomó la Plaza del Duque y se encaminó directamente a la calle Jesús del Gran Poder, evitando así la zona de la Gavidia. De esta forma, los pasos salieron a San Lorenzo por Conde de Barajas.
Hay que insistir en el llamativo exorno floral del paso de palio, lo que es una constante de unos años a esta parte en los dos pasos de esta hermandad. Así, el palio contaba con rosas, pitosporus, claveles, astronenias, jacintos y flor de cera, todo ello de tonalidad rosa, a lo que un año más había que añadir las hojas de palma llegadas desde Elche y que conformaban pequeñas flores junto a las demás descritas.
Con la marcha "Reina de la O" avanzó la Virgen de la Palma por el tramo más estrecho de Jesús del Gran Poder en su camino de vuelta a casa.
Por fin, la cofradía franciscana llegó a la calle San Vicente desde la Plaza de San Antonio de Padua, con el paso del crucificado precedido por las andas que desde el año pasado muestran una reproducción de la Sábana Santa, recuperación histórica de la hermandad, que tiene también al Santo Sudario como titular.
El paso del crucificado atribuido a Sebastián Rodríguez recorrió los últimos metros de su itinerario a los sones de su marcha, "Cristo del Buen Fin", y a continuación entró en el templo del que hasta hace pocos años era convento franciscano. Para ello, la cruz tuvo que ser bajada y el paso entró mirando hacia el interior.
Por su parte, el paso de palio de la Virgen de la Palma pasó por la Plaza de San Antonio de Padua mientras la Banda de las Nieves tocaba "Procesión de Semana Santa en Sevilla". Después, giró a la calle San Vicente a los sones de "Pasan los campanilleros".
Antes de entrar en su templo, alguien le cantó una saeta a la dolorosa y finalmente la banda tocó "Virgen de la Palma", compuesta por Manuel Marvizón en 2004, a la que siguió el Himno Nacional una vez completada la difícil maniobra de la entrada en el templo a las órdenes de la familia Ariza, capataces de la hermandad.
El esfuerzo realizado por la hermandad en su camino de vuelta y el recorte del itinerario hizo que el palio entrase pasados sólo ocho minutos de la una y media de la madrugada, hora prevista para la finalización de la estación de penitencia en los horarios oficiales.
Y volvemos a la Hermandad del Carmen Doloroso, que (¿quién iba a imaginarlo?) debía haber sido la primera cofradía en entrar de vuelta a su templo, pero que este año iba a ser la encargada de poner el punto final al Miércoles Santo debido a las horas que pasó en la Catedral por la incertidumbre meteorológica.
El itinerario de vuelta fue el más directo posible, regresando por la Avenida y Plaza Nueva, para después seguir por Tetuán y Velázquez hasta la Campana, y buscando la calle Feria por la Plaza del Duque, Trajano, Alameda de Hércules y Correduría.
La hermandad se sacó la espinita de este Miércoles Santo trastocado por la lluvia realizando un camino de regreso muy lucido. Aunque, para lucida, la entrada en Omnium Sanctorum del paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de la Paz. Los detractores de la Agrupación Virgen de los Reyes deberían hacérselo mirar. La concatenación de las marchas "La Esperanza de María" (todo un emocionante descubrimiento musical), "Reina de Reyes" y finalmente "Y al tercer día" fue sin duda uno de los grandes momentos de esta jornada. No puede sonar mejor esta agrupación. No puede emocionar más. Imposible. Y con ella, los costaleros moviendo con total acierto el misterio de las Negaciones de San Pedro a las órdenes de los Hermanos Gallego. Para enmarcar.
Por su parte, el paso de palio de la Virgen del Carmen ofreció también grandes momentos en la parte final de su camino de regreso, sonando tras ella "A ti, Manué" por la Alameda de Hércules, y ya en Feria "Hosanna in excelsis" y "Triana de Esperanza". Detrás del palio, una mujer italiana recién llegada a Sevilla (y cuya maleta, por cierto, habían mandado por error a Valencia), apuntaba en un papel los nombres de las diferentes marchas que sonaban, preguntando su título a quienes tenía alrededor.
También apuntaría las últimas marchas interpretadas por la Banda Municipal de Música de Aznalcóllar, como fueron "Mi Amargura", seguida de una doble interpretación de "Siempre la Esperanza". Esta banda también supo estar a la altura de las circunstancias y tocó estupendamente hasta el final, pese a la hora tan tardía. Hay que destacar en este sentido el esfuerzo y la entrega del músico encargado de hacer el solo de saxofón de esta preciosa marcha de Jesús Joaquín Espinosa de los Monteros.
Finalmente, se escuchó "Stella Omnium Sanctorum", última composición tocada para la Virgen del Carmen antes del momento exacto de la entrada, tras la que sonó el Himno Nacional. Eran las tres de la madrugada y ocho minutos, una hora inédita para la Hermandad del Carmen Doloroso.
El poder de la lluvia para trastocarlo todo quedó de manifiesto una vez más este Miércoles Santo, el día que, estadísticamente, menos se ha visto afectado por el agua en las últimas décadas. Este año le volvió tocar a esta jornada, y pese a que nos privó de ver en las calles a dos cofradías, también nos regaló otros momentos de ésos que sólo el contratiempo de la lluvia puede producir.
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