La celebración de la Feria de Abril (este año en mayo) obligó a la Hermandad de San José Obrero a modificar la fecha de la salida procesional del santo titular de la cofradía y de la parroquia, que en lugar de ser el primer domingo de mayo fue el mismo miércoles día 1, fecha de su festividad.
De esta forma, la primera procesión de las Glorias 2019 tuvo lugar sólo diez días después del Domingo de Resurrección. La hermandad bajó del paso a Nuestro Padre Jesús de la Caridad y al Cirineo, retiró el suelo de corcho y lo sustituyó por la peana sobre la que San José Obrero, que los días anteriores celebró su triduo y su besamanos, iba a salir por las calles de su barrio.
A las siete de la tarde se fijó la salida de la procesión, para la que la fachada de la parroquia estaba adornaba con colgaduras. Además, ante la puerta se había esparcido romero, lo que ofrecía un aroma muy agradable. La cruz de guía marcó el inicio de un cortejo del que también formaron parte el banderín del grupo joven y la bandera concepcionista, así como las representaciones de las hermandades del Carmen de Calatrava, el Carmen de San Leandro, María Auxiliadora y la Trinidad, que iban justo delante del libro de reglas y del propio estandarte corporativo de la cofradía de San José Obrero.
Antonio Santiago se ponía de nuevo al frente de este paso, que en esta ocasión contaba con un exorno floral compuesto de claveles blancos y paniculata en el friso del canasto, en la peana y en las jarras, y de rosas, antirrhinum y paniculata en las esquinas. La Agrupación Musical de los Gitanos esperaba junto a la puerta la salida del paso, momento en que interpretó el Himno de España, seguido de otro himno, el de San José Obrero, que incluye una parte cantada que muchos de los presentes acompañaron con sus voces.
Comenzó así un auténtico recital de marchas por parte de la agrupación, dado que fueron pocas las chicotás a tambor que se vieron a lo largo del itinerario. Así, tras una primera parada ya en la calle Samaniego, sonó tras San José Obrero la marcha “Presentado a Sevilla”.
Siguiendo el itinerario habitual en esta salida, el paso giró posteriormente de Samaniego a Padre Isla, lo que hizo mientras sonaba la marcha “Pasan los Gitanos”. A continuación, fue el turno de una marcha clásica de este estilo musical, como fue “Dolores y Misericordia”.
La cercanía de la Semana Santa no fue óbice para que muchos cofrades estuvieran acompañando a San José Obrero en su salida procesional, enmarcada este año de forma excepcional entre las dos grandes fiestas de la ciudad.
De Padre Isla, el paso salió a Guanahani mientras la Agrupación de los Gitanos tocaba “Los niños hebreos”, a la que después seguiría “Costalero” en el giro a Imaginero Luis Álvarez Duarte, donde después fue el turno de “Señor de la Caridad”, dedicada al Nazareno de la propia hermandad que salió el pasado Sábado de Pasión.
Un momento muy especial esperaba a San José Obrero en la calle Nicasio Gallego, a la que llegó el paso con “¡Oh, pecador!”, otra composición clásica donde las haya. Desde un balcón de esta calle un joven, acompañado por una guitarra, le cantó una sevillana al santo. Después, mientras el paso comenzaba a alejarse, desde el mismo sitio se arrojó una petalada a los sones de “Creo en Jesús”, encadenada luego, en el giro a Iriarte, con “Saber que vendrás”.
En Iriarte, de nuevo junto a la parroquia, Antonio Santiago dedicó una levantá a Juanma, un hermano de la cofradía en silla de ruedas por el que pidió a San José Obrero. “Que el santo le dé salud”, dijo. A continuación, pisó otra vez el paso la calle Samaniego, ahora brevemente, para girar a Antonio Filpo Rojas, donde se despidió la representación del Carmen de San Leandro. A esta calle llegó el paso desde Iriarte con la unión de tres marchas distintas, como fueron “Alma de Dios”, “Virgen de las Angustias” y “Virgen de la Hiniesta”. Durante su interpretación, el paso se paró un momento, pero la agrupación no dejó por ello tocar como injustificadamente sí suelen hacer las bandas de música.
Por Filpo Rojas se escuchó tras el paso “La salve”, mientras que más adelante, en la revirá a la calle San Juan Bosco, fue el turno de “Resucitó”. Poco después, en presencia de la madre de Antonio Santiago, la siguiente levantá se le dedicó a ella. En concreto, fue su nieto, hijo del capataz general de la cofradía, quien hizo sonar el martillo: “Por mi abuela, que está aquí delante, y por mi abuelo”, dijo Manuel Antonio Santiago, acordándose también del recordado Manolo Santiago.
A tambor cruzó el paso la calle Arroyo de una parte a otra de San Juan Bosco para no interrumpir el tráfico de tan transitada calle durante demasiado tiempo. Una vez al otro lado de la calle, San José Obrero recibió una ofrenda floral de la tertulia cofradiera El Costero que fue colocada sobre el paso.
Las hermandades de María Auxiliadora, el Carmen de Calatrava y la Trinidad se despidieron del cortejo en la esquina de San Juan Bosco con Jabugo. Por ello, la levantá antes de girar a esta calle se dedicó a las intenciones de estas corporaciones. A continuación, el paso se adentró en Jabugo a los sones de “Cinco Llagas” como guiño a la Hermandad de la Trinidad.
Por la calle Jabugo, el paso discurrió después sin parar hasta bien entrada la calle Pinta, enlazándose hasta tres marchas distintas: “Consuelo gitano”, “Jesús de la Salud” y “En mi memoria”. Poco después, a la altura del número 28 de la calle Pinta, un coro le cantó a San José Obrero una sevillana, tras la que la Agrupación de los Gitanos tocó “La saeta” mientras el paso se marchaba, caía una intensa petalada y se lanzaban algunos cohetes.
Ya era de noche cuando San José Obrero se alejó buscando algunas calles más del barrio en ese lado de Arroyo antes de regresar nuevamente por Nicasio Gallego e Iriarte a la parroquia, en la que entró en torno a las once y cuarto de la noche, todavía en el día de su festividad.
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