martes, 16 de junio de 2020
LOS LUNES DEVOCIONALES DE JEREZ
La pandemia del coronavirus y su consiguiente estado de alarma obligó a retrasar la realización del reportaje que, ahora sí, dedicamos a los lunes devocionales de la ciudad de Jerez. Es una tradición en dicha ciudad que cuatro templos abran sus puertas cada lunes en horario tanto de mañana como de tarde, lo que hace que los devotos de las imágenes que en ellos se encuentran se hayan acostumbrado (al margen de la apertura para sus misas en otras jornadas) a visitarlas en el comienzo de cada semana.
Iniciamos el recorrido en el Santuario de San Lucas, templo histórico de la ciudad que hoy, con la despoblación del centro, es una de las cuatro sedes de la Parroquia de los Cuatro Evangelistas. Destaca muy positivamente en la llegada a la plaza que lleva precisamente el nombre de San Lucas el inmejorable aspecto de la fachada, que el año pasado fue objeto de una concienzuda restauración que ha dejado atrás el aspecto gris que presentaba. Encima de la puerta ojival, que el lunes encontramos abierta aunque el acceso se realiza por una lateral, nos recibe en una hornacina una escultura en piedra del evangelista y el toro que lo simboliza.
En esta zona del casco histórico de la ciudad hay algunas cuestas que demuestran el desnivel existente entre unas zonas y otras. Sin ir más lejos, la Iglesia de San Lucas está a una mayor altura que la plaza. Por ello, para entrar debemos subir varios escalones o una larga rampa que nos lleva hasta la puerta lateral, donde, junto al retablo cerámico del Señor de la Salud en sus Tres Caídas, pintado por Emilio Sánchez Palacios en Cerámica Santa Ana (1990), vemos un puesto de flores para que los devotos que lo deseen hagan sus ofrendas.
Ya dentro del templo, observamos que las imágenes titulares de la Hermandad de las Tres Caídas no se encuentran en su lugar de culto habitual, sino que el Señor de la Salud en sus Tres Caídas, la imagen que concita la mayor devoción y a la que siguen centenares de personas en la estación de penitencia del Miércoles Santo, está en el presbiterio alto, a los pies de la Virgen de los Dolores, que viste completamente de negro por las víctimas de la pandemia.
Ramón Chaveli talló al Señor de las Tres Caídas en 1940 a imagen y semejanza de Nuestro Padre Jesús de las Penas, de la sevillana Parroquia de San Vicente. La dolorosa, por su parte, data del siglo XVII y se atribuye a Francesco María Maggio. Perteneció a la Hermandad del Nazareno, que no le daba culto cuando se fundó la Hermandad de las Tres Caídas como continuación de la histórica Cofradía de Dolores que tuvo su sede siglos atrás en el cercano y desaparecido Convento de Belén. La antigua Virgen de los Dolores había sido cedida poco antes a la Hermandad de la Yedra, que cambió su advocación a Esperanza, lo que llevó a los cofrades de San Lucas a interesarse por la antigua titular del Nazareno.
La antigua imagen que sí logró recuperar la actual hermandad, aunque no se materializó hasta hace unos años, es la del Santísimo Cristo de la Salud (por eso el Señor de las Tres Caídas tiene también la advocación de Salud), al que encontramos en la cabecera de la nave del Evangelio, ante el retablo de la Virgen de Guadalupe, titular letífica de la hermandad. El crucificado, del siglo XVII y atribuido a Francisco Camacho de Mendoza o a Diego Roldán, salió como un nuevo paso de la cofradía en 2018 por primera vez, y de momento única, dado que en 2019 la lluvia impidió la salida y en este 2020 lo ha hecho el virus.
El lugar donde reciben culto normalmente estas tres imágenes es la capilla de mayor tamaño situada en el inicio de la nave del Evangelio, donde encontramos una imagen de San José donde deberían estar el Cristo de la Salud, la Virgen de los Dolores y San Juan, mientras que éste se encuentra en el lugar del Señor de las Tres Caídas.
Nos encaminamos hacia la calle y reparamos en que aún se encuentran en el templo el paso del Cristo de la Salud cubierto con unas sábanas y la parihuela del paso de palio. Y antes de salir, pasamos junto a la estancia donde se venden estampitas y velas que pueden ser depositadas en el presbiterio para iluminar las oraciones de los devotos.
De nuevo bajamos a la plaza y rodeamos la iglesia para tomar la calle Ánimas de San Lucas, desde la que vemos nuestro siguiente destino en este lunes devocional: la Iglesia de San Juan de los Caballeros, nombre popular del templo dedicado a San Juan, otra de las "patas" de la actual Parroquia de los Cuatro Evangelistas.
La puerta principal permanece cerrada, por lo que accedemos al interior a través de la puerta lateral que da a la calle San Juan. Al hacerlo, vemos el hueco de la hornacina del humilladero (espacio entre la puerta de la calle y la que da acceso al templo en sí), donde debería estar San Pancracio. No lo está porque, para evitar que los devotos se paren y obstaculicen la entrada en tiempos de distanciamiento social, ha sido llevado al interior, a la capilla de San Dimas.
Tiene su sede en San Juan de los Caballeros la Hermandad de la Vera-Cruz, la primera en pasar por carrera oficial en la tarde del Jueves Santo. El recorrido marcado para las visitas en la era del virus dichoso hace que sea precisamente la capilla de San Dimas la primera en la que nos detenemos.
El Buen Ladrón forma parte del paso del Santísimo Cristo de la Esperanza junto a Gestas, que no está en el templo, y efectivamente tiene a San Pancracio a sus pies, así como a San Juan Evangelista y una talla de menor tamaño de San Juan Bautista. Llama la atención la inclinación del patibulum de la cruz; posición que se entiende mejor cuando los tres crucificados están en el paso. San Dimas, al igual que Gestas, es obra de Francisco García Madrid de 1964.
Pasamos a la nave contraria, la de la Epístola, y en ella está el altar de Nuestra Señora de las Lágrimas. En el momento de nuestra visita, el lunes 8, aún estaba vacío, ya que los últimos meses la imagen ha estado a los pies del Cristo de la Esperanza. Pero ya la misma semana pasada fue devuelta a su lugar normal de culto.
Así las cosas, encontramos a la Virgen de las Lágrimas, obra de Antonio Eslava de 1969, junto al Santísimo Cristo de la Esperanza, un imponente crucificado que se sabe donado a la hermandad por el Duque de Medina Sidonia en 1632, aunque la autoría es un misterio. Los expertos apuntan a algún discípulo de Juan de Mesa, principalmente a Sebastián Rodríguez.
El crucificado destaca en un altar huérfano de retablo alguno, circunstancia que en cualquier caso resalta la arquitectura de un histórico templo jerezano, conocido como San Juan de los Caballeros debido a la celebración de habituales reuniones de nobles caballeros en el templo siglos atrás, pertenecientes todos ellos a las órdenes militares cuyos escudos vemos tallados en distintos puntos del edificio.
A un lado del presbiterio se recogen alimentos para las personas desfavorecidas, mientras que ante las imágenes también se depositan velas.
Desde hace unas semanas, los alrededores de la Iglesia de San Juan de los Caballeros están siendo objeto de unas obras que permitirán que los paseantes puedan rodearla por la calle Siete Revueltas y saliendo a la calle San Juan por el lugar donde había un pequeño inmueble en estado de abandono. Su demolición ha permitido dejar al descubierto el ábside del templo, que se encontraba oculto.
Poco tenemos que caminar para llegar al tercer punto devocional de cada lunes. Se trata de la Capilla del Cristo del Amor, titular de una cofradía que tenía también su sede en San Juan de los Caballeros, hasta que el 10 de mayo de 1981 cayó un rayo sobre la torre del templo y provocó un incendio que destruyó gran parte de su patrimonio procesional y la obligó a un exilio a la Catedral. Después no volvería a San Juan, sino que construyó una capilla propia en la calle del mismo nombre.
Un retablo cerámico de Manuel Castellano Sánchez y Manuel Daza (2000) está ubicado a la izquierda de la puerta y representa al Santísimo Cristo del Amor, la Virgen de los Remedios y San Juan Evangelista.
Y a la derecha, este mismo año se ha colocado otro con motivo del L aniversario de la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo, obra también de Antonio Eslava que nos atrevemos a decir que es el titular de mayor devoción de esta cofradía del Martes Santo. La bendición de este azulejo tuvo lugar el pasado 5 de marzo, día en que el Cautivo salió en vía crucis por las calles de la feligresía.
Entramos en la capilla y a la izquierda encontramos el altar, presidido por el Cristo del Amor. De nuevo hay que mencionar a Ramón Chaveli, autor en 1941 de este crucificado al que acompaña una de las mejores dolorosas de la Semana Santa jerezana como es Nuestra Señora de los Remedios, imagen anónima del siglo XVII a la que algunos llegaron a atribuir a La Roldana, aunque más recientemente se apunta a Francisco Camacho de Mendoza. Procede de una antigua hermandad ya desaparecida en la que su advocación era Refugio, aunque en el momento de la fundación de la Hermandad del Amor se conservaba sin culto en la cercana Parroquia de Santiago.
Por su parte, San Juan Evangelista es también del siglo XVII y se cree que formó parte de la antigua Hermandad de San Antón, a la que también pertenecieron el Cristo de la Humildad y Paciencia, y la Virgen de la Amargura, titulares hoy de diferentes hermandades.
Y en el otro extremo de la capilla está el altar de Nuestro Padre Jesús Cautivo, imagen de Eslava a la que no faltan exvotos dejados por sus fieles. La mejor muestra de la devoción que suscita esta imagen es ver los pies, con grandes lagunas en su policromía. Curiosamente, hasta 2004 no hizo estación de penitencia por primera vez junto al resto de titulares de la corporación.
Antes de salir, una lápida con la cruz trinitaria nos indica que la Capilla del Cristo del Amor cumple treinta años en este 2020, dado que fue bendecida por el entonces obispo de Jerez, Rafael Bellido Caro, el 27 de octubre de 1990.
Y terminamos nuestro recorrido acercándonos hasta la Basílica de la Merced, donde además de la Patrona de Jerez, se encuentra la Hermandad del Transporte, cuyos cofrades se encargan de la apertura del templo cada lunes.
También en este templo hay un recorrido marcado para la visita, que nos conduce en primer lugar por el lado de la Epístola, en una de cuyas capillas se sitúa Nuestro Padre Jesús del Consuelo, que cada Domingo de Ramos preside el misterio del Desprecio de Herodes.
Es obra del siglo XVII atribuida a Pedro Roldán o su círculo y se encontraba en las dependencias de la propia Basílica, no en el templo, con la sencilla advocación de Cautivo. Esta imagen está precisamente en el origen penitencial de la hermandad, fundada por el gremio de transportistas en 1953 bajo el patronazgo de San Cristóbal, cuya imagen está justo al lado.
Durante nuestra visita, acude a rezar ante la imagen uno de sus costaleros, que a buen seguro pediría poder llevarle por las calles de Jerez el próximo Domingo de Ramos de 2021.
Seguimos avanzando y encontramos la capilla donde se encuentra Madre de Dios de la Misericordia, bellísima dolorosa de Sebastián Santos de 1956. De la pertenencia de Jerez a la Archidiócesis de Sevilla hasta 1980 da cuenta el lema que leemos bajo la dolorosa: "Per me reges regnant", el de la Virgen de los Reyes, que además forma parte del paso de palio mediante un réplica de plata y marfil en la entrecalle.
Y en la misma capilla, se halla la imagen del fundador de la Orden de la Merced, San Pedro Nolasco, redentor de cautivos.
Y por supuesto, no podemos dejar de prestar atención al retablo mayor de la Basílica, presidido en su camarín por la personalísima imagen de la Virgen de la Merced, la Patrona de Jerez, que según una leyenda apareció en unos antiguos hornos del solar donde se construyó el templo (lo que pretendería explicar su negra policromía); aunque otras fuentes apuntan a su llegada desde Algeciras tras el ataque a la ciudad por parte del pueblo africano de los Benimerines en 1369.
Abandonamos la Basílica de la Merced y nos fijamos en una cruz en el lado izquierdo de la puerta, ofrendada por las hermandades de Jerez en el año 2000 con motivo del segundo milenio de la Encarnación de la Virgen. Está formada por pequeños azulejos que reproducen el escudo de la Unión de Hermandades y el de cada una de las cofradías existentes entonces en la ciudad, quedando hueco en su parte inferior para otras corporaciones, aunque nunca se completó. En realidad, hoy en día no cabrían todas.
En este punto, en la casa de la Patrona, cerramos el recorrido por uno de los lunes devocionales de Jerez; la jornada que muchos jerezanos tienen apuntada en su calendario semanal para acudir a rezar ante sus imágenes; ante algunas de las grandes devociones de la siempre atrayente ciudad gaditana.
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