El pasado domingo se cerraron los cultos anuales en honor a María Santísima de la Caridad en su Soledad, de la Hermandad del Baratillo, con la celebración de su besamanos en el presbiterio de la Capilla de la Piedad, donde la dolorosa estaba elevada sobre una peana de plata.
Para la ocasión, la Virgen de la Caridad se presentó vestida con su manto procesional, bordado en oro sobre terciopelo morado por el taller de Esperanza Elena Caro en 1964, y con la saya blanca de tisú bordada en oro por Francisco Carrera Iglesias en 2006. En la cabeza tenía su corona de salida, labrada por Manuel Román Seco en 1960, mientras que en el pecherín, además de una cruz pectoral, tenía un alfiler con su advocación, un broche de la Hermandad de la Carretería, la réplica de la Medalla de la Ciudad, concedida en 2010 por la convalidación canónica de su coronación litúrgica ocurrida cincuenta años antes, y un puñal realizado en 1953 por Román Seco.
La Virgen que tallara José Manuel Rodríguez Fernández-Andes llevaba un fajín rojo con borlones dorados en cuyo nudo veíamos un ancla regalada por la Hermandad de la Esperanza de Triana. En cuanto a las manos, ofrecía la derecha a los devotos, mientras que con la izquierda sostenía un rosario.
Alrededor de la imagen se colocaron diversas jarras de su paso de palio con rosas, lisiantus, calas y nardos, todo ello de color blanco, dos junto a ella y otras cuatro detrás sobre columnas de madera dorada y fuste salomónico. El retablo mayor estaba presidido por el simpecado de la hermandad entre faroles dorados, y sobre el banco se situaron veinte candeleros con cera blanca. Finalmente, hay que señalar que en el lado izquierdo de todo el montaje se ubicaba el estandarte corporativo, y en el derecho el nuevo guión de las Coronaciones, estrenado el pasado mes de septiembre con motivo de la Coronación Canónica de la Piedad.
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