El recorrido que siguió el cortejo, encabezado por cruz parroquial y ciriales, fue en la práctica una vuelta a la manzana, ya que al salir de la Parroquia de San Pedro tomó la calle Santa Ángela de la Cruz, Gerona y Doña María Coronel, para regresar a su templo. Hubo paradas, con sus correspondientes rezos de estaciones, en los conventos de las Hermanas de la Cruz y el Espíritu Santo, en la Residencia Juan Grande y en el Convento de Santa Inés, donde el crucificado, portado por hermanos sin la utilización de andas, llegó a entrar.
Desde la salida de dicho convento y hasta que el Cristo de Burgos fue colocado en el presbiterio de San Pedro, fueron varias hermanas las encargadas de portarlo, guiadas por el capataz Ernesto Sanguino, auxiliar del capataz general de la hermandad, Antonio Santiago.
Al día siguiente, domingo, se celebró el besapié al Cristo sevillanizado de Burgos y finalmente fue subido a su paso, desde donde espera ya que pasen los siete días que restan para el próximo Miércoles Santo.
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