Durante la mañana del Corpus, todo transcurre con celeridad, aunque pueda parecer lo contrario. Si nada más llegar el Señor de la Cena al Palacio Arzobispal comienza a salir la procesión eucarística, en cuanto ésta finaliza, con el Ejército rindiendo honores a Jesús Sacramentado y la Custodia entrando en la Catedral, la Hermandad de la Cena se prepara para poner rumbo de nuevo a Los Terceros.
Es un traslado éste muy diferente al de la ida. Todo es distinto y nada tiene que ver con el que se iniciaba a las seis y media de la madrugada. Ahora, el Señor de la Cena se pone en camino bajo un impresionante sol que, para alivio de todos, era oculto cada tanto por alguna pequeña nube que, en cualquier caso, pasaba pronto. Es diferente el acompañamiento musical, con la Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras al completo detrás del Señor. Y por supuesto es mucho más abultado el número de personas que siguen al Señor por las calles hasta su templo.
En el momento de la salida, uno de los policías que abrían paso al cortejo entre la multitud parecía no tener claro el recorrido y empezó a apartar gente en la esquina de Placentines con Alemanes, hasta que un hermano le indicó que el itinerario consiste en tomar por la parte más estrecha de Placentines directamente hasta Francos. Esa zona por la que en Semana Santa sólo pasan la Vera+Cruz, las Penas y San Isidoro. Una zona que, sin embargo, la propia Hermandad de la Cena evita en el traslado de ida al Palacio Arzobispal, ya que baja entera la Cuesta del Bacalao.
Eran aproximadamente la una menos cuarto del mediodía cuando el cortejo, compuesto por las mismas insignias que a la ida, se ponía en camino.
En el momento de comenzar el traslado de vuelta, la Banda de Las Cigarreras tocó "Cantemos al amor de los amores", como había hecho el quinteto Air Brass en la salida. Muy lentamente, el paso con el Señor de la Cena realizó la revirá hacia su derecha. Tan lentamente, que no se completó con esa primera marcha, teniendo la banda que tocar a continuación "Eucaristía".
Con ella, el paso comenzó a avanzar, aunque se detuvo antes de entrar en la estrechez de Placentines. Tras la parada, el Señor de la Cena, ataviado con túnica de tisú y mantolín de terciopelo rojo sobre su hombro izquierdo, siguió adelante y la gente que se congregaba en Alemanes se movió para buscar algún atajo y poder volver a verlo.
Desde Placentines y Francos, el Señor de la Sagrada Cena salió a la Cuesta del Rosario, que había bajado en el itinerario de ida por la mañana. Mucha gente esperaba al Señor en esta zona y un buen número de integrantes de Protección Civil, excesivamente implicados en la tarea de despejar la calzada y mandar a todo el mundo a las aceras, incluso cuando aún faltaban unos cuantos metros para la llegada del paso.
"Macarena", un clásico en el repertorio de la Banda de Las Cigarreras, sirvió para que el paso subiera la cuesta hasta Jesús de las Tres Caídas. El giro entre una y otra lo realizó el paso de forma rápida, como también discurrió con celeridad hasta Odreros.
Conforme pasaba el tiempo y se incrementaba el calor, se iba notando una cierta disminución del público, sobre todo, tras dejar atrás la Plaza del Cristo de Burgos, por las calles Doña María Coronel y Gerona.
Aunque también es cierto que gran parte del público prefirió irse para coger sitio en la entrada, en la calle Sol, que sí que estaba repleta de público, prácticamente como si del Domingo de Ramos se tratara y la cofradía al completo estuviera a punto de iniciar su estación de penitencia.
"Costalero del Soberano" fue la marcha que la Banda de Las Cigarreras interpretó tras el paso del Señor de la Sagrada Cena justo delante de la puerta del Iglesia de los Terceros. Poco a poco, el paso fue acercándose a ésta y comenzó a entrar. La banda, como acostumbra, enlazó una parte de "Costalero del Soberano" con la Marcha Real, con la que el Señor de la Cena empezó a perderse por el interior del templo.
Pero la banda no había acabado aquí su labor, ya que la Marcha Real se encadenó con "Cantemos al amor de los amores" y los primeros músicos entraron de hecho en Los Terceros.
De esta forma, la segunda salida anual del Señor de la Sagrada Cena finalizó entre una gran cantidad de cofrades que aguantaron el calor y las horas acompañando hasta el final a los cofrades de Los Terceros en una jornada muy especial para todos ellos.
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