El pasado domingo recorrió las calles del barrio de la Feria la Reina de Todos los Santos, que durante unas tres horas y media protagonizó una salida procesional que atrajo a gran cantidad de cofrades y devotos que abarrotaron las calles por las que iba pasando, con especial dificultad por las estrecheces de las que se encuentran a la espalda de la Parroquia de Omnium Sanctorum. No en vano, es una de las Glorias de más sabor clásico de la ciudad y sale todos los años cuando el periodo letífico está llegando a su fin.
Las puertas del templo mudéjar se abrían a las seis y cuarto de la tarde, con la cruz de guía entre faroles, seguida de parejas de niños con cirios, el guión asuncionista, la bandera concepcionista, las representaciones de la Escuela Parroquial de Nuestra Señora Reina de Todos los Santos y las hermandades del Carmen de Calatrava, el Carmen Doloroso y los Javieres, el simpecado y el estandarte corporativo de la propia Hermandad de Todos los Santos.
Pronto, desde el presbiterio de la parroquia se acercó hasta la puerta ojival el paso de la Reina de Todos los Santos, vestida este año para su salida con el manto celeste bordado en oro y sedas en 1950 por las Hijas de la Caridad de Cádiz, según diseño de Juan Pérez Calvo.
Antonio Santiago y sus auxiliares volvieron a ponerse al frente del martillo de este paso, que tuvo que salvar el dintel de madera de la puerta interior antes de hacer lo propio con la ojiva de piedra. Una vez superada la doble dificultad, la Banda de Música del Maestro Tejera tocó el Himno Nacional.
La Virgen de Todos los Santos se detuvo un instante antes de salir definitivamente a la calle Feria, cuando la banda, que esperaba junto a la parroquia y el mercado, comenzó a interpretar "Reina de Todos los Santos". Con ella, el paso giró a su derecha, en lugar de seguir en línea recta como el año pasado, cuando la cofradía visitó la Parroquia de San Lorenzo (ver).
Con la marcha “El Corpus”, ganó metros por una abarrotada
calle Feria la Virgen de Todos los Santos, cuyo paso estaba adornado con rosas blancas, gladiolos y nardos. Y más adelante, tras una chicotá a tambor, giró a la derecha en Relator con "Coronación de la Macarena".
Después, el paso se detuvo y antes de continuar Antonio Santiago dedicó la siguiente levantá a su padre. "Por Manolo Santiago", dijo el capataz, y el paso volvió a levantarse generando un más que llamativo cimbreo de los altos candelabros de guardabrisas.
De nuevo, hubo una chicotá sin música, a la que siguió otra a los sones de "Macarena", de Emilio Cebrián, con la que la Virgen de Todos los Santos siguió avanzando por Relator buscando internarse en las callejuelas del barrio por San Basilio y Virgen del Carmen Dolorosa.
Por las calles Divina Pastora y González Cuadrado, la Reina de Todos los Santos salió a la Plaza de Monte-Sión a los sones de "María Santísima del Subterráneo", donde se produjo un relevo de costaleros antes de que el paso llegara a la capilla de la cofradía del Jueves Santo, lo que hizo mientras la Banda de Tejera interpretaba la marcha "Paso de palio".
La Virgen del Rosario, que a mediodía había recibido la visita del Señor del Gran Poder (ver), recibió en esta ocasión a la Virgen de Todos los Santos. Lo hizo aún en su palio de traslado, con la candelería encendida. Cuando ambas imágenes marianas se encontraron cara a cara, los cofrades de Monte-Sión y los presentes cantaron la Salve.
A continuación, el paso se marchó a los sones de "Pasan los campanilleros" y emprendió ya la recta final de su procesión por la calle Feria, donde sonarían después "Rey de Reyes" y "La Estrella Sublime".
El paso se acercó a la Parroquia de Omnium Sanctorum cuando
la Banda de Tejera volvía a interpretar la marcha “Reina de Todos los Santos”.
Posteriormente, giró ante la puerta del templo con “Soleá, dame la mano”,
quedando la Virgen mirando a la calle antes de entrar.
En el momento de la última levantá en la calle, Antonio
Santiago mandó que ésta se realizara a pulso y seguidamente el paso se fue
acercando hasta la puerta, accediendo al atrio y deteniéndose bajo el dintel
para que, como en el momento de la salida, los costaleros echaran el cuerpo a
tierra para que la ráfaga de plata sobredorada pudiera entrar sin problemas.
La Banda de Tejera tocó el Himno Nacional con el paso ya dentro, y cogió el relevo el órgano de la parroquia, del que también salieron los sones del Himno, seguido después por los acordes de "Reina de Todos los Santos".
El párroco de Omnium Sanctorum, Pedro Juan Álvarez Barrera,
dirigió, con el paso ya ubicado en el presbiterio, las oraciones finales, que
incluyeron el canto de la “Salve Regina”. Así concluyó la salida procesional de
una de las Glorias de mayor sabor clásico, la Reina de Omnium Sanctorum, la
Reina de Todos los Santos.
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