martes, 29 de noviembre de 2016

MULTITUDINARIO TRASLADO DE REGRESO A LA CAPILLA DE LOS MARINEROS


Al estilo del Gran Poder con su modificación de las fechas de sus traslados a y desde la Catedral por la lluvia a principios de noviembre, la Hermandad de la Esperanza de Triana ha hecho lo mismo con el traslado de regreso de sus imágenes titulares desde la Parroquia de Santa Ana.
Allí, en la 'catedral' trianera, han tenido lugar en días anteriores los cultos extraordinarios por el IV centenario de la fusión entre la cofradía de las Tres Caídas y la de la Esperanza. La vuelta iba a tener lugar el domingo por la mañana, pero la previsión de lluvia (o lo que algunos gustan en llamar "inclemencias meteorológicas", cuando no algo peor: "inclemencias climatológicas") obligó a posponerla para ayer, lunes, recortando además el recorrido previsto.
Algunos minutos antes de las siete y media de la tarde ya estaba en la calle la cruz alzada entre ciriales, seguida de varias parejas de hermanos con cirios blancos, que antecedían a los ciriales que anunciaban las andas del Cristo de las Tres Caídas. Vestía el Señor la túnica burdeos bordada en oro por el Taller de Santa Bárbara en 2008, recreando el diseño de una túnica perdida de Rodríguez Ojeda. Además, lucía las potencias de plata repujada del siglo XVIII y cargaba sobre su hombro la antigua cruz procesional de madera y aplicaciones de latón de 1922.
Cuatro candelabros dorados de tres puntos de luz cada uno iluminaban las andas, que contaban con dos jarras doradas con claveles rojos y lirios morados, flores que también adornaban el friso de las andas.
Desde la calle Vázquez de Leca, el cortejo buscó la plazuela de Santa Ana y giró a la derecha hacia Pelay Correa.
















 





Tras más parejas de hermanos con cirios que se cerraban con el estandarte corporativo, salió de la puerta ojival de Santa Ana, precedida por los ciriales, la Virgen de la Esperanza, vestida por completo de negro, con saya bordada en oro y manto liso por detrás y con las vistas delanteras bordadas. Llevaba la corona de salida, un puñal, un broche y una cruz en el pecherín, un pañuelo en la mano derecha y su característico salvavidas de orfebrería en la izquierda.
Flores blancas adornaban sus andas, que estaban iluminadas por dos candelabros plateados y seis candeleros con cera blanca.
Nada más salir y girar a la izquierda en Vázquez de Leca, cayó desde los balcones situados frente al templo una gran lluvia de pétalos que puso la nota de barrio a este traslado marcado por el silencio ante la ausencia de música. Tras parar antes de alcanzar la esquina con Pelay Correa, la Esperanza, seguida por muchos devotos, siguió su camino.





















Después de recorrer Pelay Correa, Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Rodrigo de Triana y Fabié, el cortejo de este traslado salió a la calle Pureza, donde coincidieron ambos titulares separados por unos metros. Entró en primer lugar el Cristo de las Tres Caídas, que, como hizo después la Virgen de la Esperanza, se paró ante la puerta de la capilla para que los cofrades que portaban las andas se dieran la vuelta y los titulares entraran dando la cara a las personas que se encontraban en la calle.

























Eran alrededor de las nueve y media de la noche cuando, una vez dentro de la capilla, con el Cristo de las Tres Caídas en el lado izquierdo del presbiterio y la Virgen de la Esperanza en el derecho, se cantaron varias composiciones, siendo la última la Salve a la Esperanza de Triana, con la que culminó este traslado, que es tanto como decir que culminaron los actos extraordinarios que han servido para celebrar cuatro siglos de unión devocional entre las dos advocaciones de la Madrugá trianera.







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