BESAMANOS A LA PIEDAD DE LA MORTAJA EN EL ANTIGUO CONVENTO DE LA PAZ

El pasado Domingo de Pasión estuvo expuesta en besamanos María Santísima de la Piedad, de la Hermandad de la Sagrada Mortaja, que se presentó a los devotos en el presbiterio de la iglesia del antiguo Convento de la Paz con el Señor Descendido de la Cruz en su regazo.
A diferencia de otros años, en los que ambas imágenes han estado ubicadas en el presbiterio alto, dificultando o directamente impidiendo el acceso a las personas con movilidad reducida, en esta ocasión la hermandad tuvo el acierto de situar a ambos titulares en la parte baja, delante de las escaleras que otras veces han tenido que subir obligatoriamente los devotos.
En lugar de eso, el presbiterio alto estuvo perfectamente adornado con la colocación ante el dosel de cultos de la cruz con el sudario que van en el paso de misterio entre dos de los candelabros de éste, dos pequeños faroles sobre columnas doradas de estilo salomónico y dos jarras plateadas con flores blancas sobre sendas columnas de madera dorada y policromada de planta cuadrada.
Además, en el presbiterio alto, donde un cortinaje de damasco rojo cubría parcialmente el retablo mayor, dejando a la vista en la parte superior a la Virgen de la Paz, que da nombre al antiguo convento, veíamos también cuatro altos blandones dorados con cirios blancos, otras cuatro jarras, el sinelabe en el lado izquierdo, el estandarte corporativo en el derecho, diez candeleros dorados, dos candelabros con nueve velas cada uno y dos de los ángeles mancebos de las esquinas del paso procesional.
Por su parte, la Virgen de la Piedad y el Cristo Descendido se encontraban sobre una amplia peana, en la que se extendía un gran sudario dispuesto para amortajar al Señor y sujeto en algunos puntos por los ángeles de los costeros del paso. La dolorosa vestía el manto azul bordado en oro y sedas por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1904 y restaurado el año pasado por Manuel Solano. Asimismo, sobre la cabeza llevaba la diadema de plata estrenada igualmente el año pasado, obra de los Hermanos Fernández, según el diseño de Juan Antonio Fernández Corrales.