La Hermandad de la Hiniesta cerró este domingo los cultos en honor al Santísimo Cristo de la Buena Muerte manteniéndolo expuesto a la veneración, como lo está durante todo el año, pero en el centro del presbiterio de la Parroquia de San Julián en lugar de en su altar habitual a la derecha de éste.
Tres años después del inicio de la pandemia, la corporación del Domingo de Ramos todavía considera que es un riesgo dejar a la libre elección del devoto darle o no un beso a la imagen. Por ello, fue colocada a una altura considerable sobre un pequeño monte de corcho de pronunciada verticalidad salpicado de algunas flores.
El Cristo de la Buena Muerte llevaba sus potencias de salida y estaba flanqueado por blandones de madera dorada con cera blanca, ciriales y jarras con distintas especies florales de tonalidad roja y morada. Detrás, veíamos ante un dosel que cobijaba un antiguo estandarte sacramental a la Virgen de la Hiniesta vestida de hebrea y a Santa María Magdalena entre un gran número de candeleros colocados a diferentes alturas en unas gradas de madera.
En la parte inferior se ubicaron a un lado y a otro del sagrario varias jarras, y en los laterales dos pequeños doseles con más flores. En cada uno de ellos se dispusieron doce pequeños candeleros y uno de los remates de las partes frontal y trasera del canasto del paso del crucificado, que constan de dos ángeles junto a un relicario.
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