La Hermandad de la Trinidad celebró ayer el vía crucis con la imagen del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas, primero de los cultos de este tipo de cada Cuaresma, en la misma noche del Miércoles de Ceniza. El crucificado de Luis Álvarez Duarte salió poco antes de las ocho de la tarde de la Basílica de María Auxiliadora, tras un cortejo encabezado por la cruz de guía de la cofradía del Sábado Santo.
Llevado en andas entre los guadabrisones estrenados en el Vía Crucis de las Cofradías de 2016 (ver), el Cristo de las Cinco Llagas recorrió algunas de las calles de las feligresías del centro histórico más cercanas a su templo, cruzando la ronda hacia la Puerta del Sol para buscar la antigua Parroquia de Santa Lucía, desacralizada en 1868, y buscando después por Enladrillada y Santa Paula el convento del mismo nombre, así como el de las Siervas de Jesús.
Posteriormente, alcanzó la plaza de Santa Isabel y el convento de las hermanas filipenses, así como la capilla de la Hermandad de los Servitas, en la que entró antes de seguir hacia San Marcos y San Román, donde también entró, y regresar por la calle Sol y Madre Isabel de la Trinidad a su templo, en el que entró pasadas las once de la noche.
Una variedad de flores de tonalidades roja y morada adornaban la base de la cruz de este crucificado, que también varias hermanas tuvieron ocasión de portar, aunque durante un tramo realmente breve del itinerario, entre el final de la calle Sol y la última parada antes de cruzar la Ronda de vuelta a su templo. "Creía que la íbamos a cruzar por lo menos", se lamentaba una de ellas al dejar su puesto en las andas.
La Escolanía Salesiana María Auxiliadora se encargó de acompañar al Cristo de las Cinco Llagas durante todo el recorrido, interpretando la última composición en su honor ante la puerta de la basílica cuando el crucificado se adentraba ya en la oscuridad del templo, poniendo así fin al culto externo que cada año da el pistoletazo de salida a una nueva y esperada Cuaresma.
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