jueves, 10 de octubre de 2024

LA VIRGEN DEL DULCE NOMBRE VOLVIÓ POR UNAS HORAS A SAN ANTONIO DE PADUA


El pasado domingo la Virgen del Dulce Nombre, de la Hermandad de la Bofetá, regresó por unas horas a la Iglesia de San Antonio de Padua, la que fue sede de la corporación hasta que el Gran Poder se marchó a su propio templo y su capilla en San Lorenzo quedó vacía.
La dolorosa de Castillo Lastrucci tuvo en esta ocasión el templo de San Antonio como destino de su rosario matinal por las calles del barrio, en lugar del convento de las Mercedarias de la calle Guadalquivir, como es lo habitual cada año.
Antes del inicio de este culto, la Virgen se encontraba en sus andas en el centro de la capilla, sobre una peana cedida por la Hermandad de la Sed. Dos pequeños candelabros de guardabrisas iluminaban estas andas, que contaban también con el templete de San Antonio que va en la delantera del paso de palio cada Martes Santo, precisamente en recuerdo de su anterior sede canónica. Por otro lado, tenía un exorno floral de lisianthus y claveles blancos.
En cuanto a la vestimenta de la dolorosa, llevaba un manto liso de terciopelo azul y la saya de Olmo (1923), enriquecida por Grande de León y pasada a nuevo soporte de terciopelo rojo en 2013. Además, tenía toca de sobremanto y la corona de salida.




El cortejo de este rosario lo iniciaba la cruz alzada entre ciriales. Luego iban varias parejas de hermanos con cirios, el estandarte corporativo, más hermanos con cirios y el cuerpo de acólitos con cuatro ciriales.





Sin que llegase a salir del templo la Virgen, se rezó el primer misterio glorioso del rosario, la Resurrección del Señor. Después la dolorosa salió a la plaza de San Lorenzo y alcanzó la calzada, donde tuvo lugar el rezo del segundo misterio, la Ascensión del Señor. A continuación, siguió adelante por la calle Juan Rabadán.




















Por Juan Rabadán, la Virgen del Dulce Nombre siguió en línea recta cruzando la calle Teodosio, y después de algunas paradas a lo largo de esta vía, volvió a detenerse casi en la esquina con Miguel Cid para el rezo del tercer misterio glorioso del rosario, la venida del Espíritu Santo. Posteriormente, continuó por esta última calle.

























Salió entonces la dolorosa a Marqués de la Mina, calle en la que se rezó el cuarto misterio, la Asunción de la Virgen al cielo, continuando después hacia la plaza de San Antonio de Padua, donde tuvo lugar el rezo del quinto, la Coronación de la Virgen.
Alcanzó por fin la dolorosa la calle San Vicente con las letanías del rosario quedando pocos metros para el reencuentro con su antigua casa, la Iglesia de San Antonio de Padua, en cuya puerta recibieron a los cofrades de la Bofetá las hermandades del Buen Fin y la Divina Pastora.
Tras una parada junto a la puerta del templo, las andas se volvieron a levantar a las órdenes de los hermanos Gallego y la Virgen se adentró en San Antonio.






















Una vez dentro, la Virgen del Dulce Nombre fue llevada en primer lugar hasta el retablo de la Pastora, donde se rezó la Salve. Luego alcanzó el presbiterio, donde miró en primer lugar hacia el altar mayor, presidido por Nuestra Señora de la Palma, y seguidamente al retablo del Santísimo Cristo del Buen Fin.
Por último, se situó en el lado derecho del presbiterio, quedando definitivamente parada junto al retablo actualmente presidido por una imagen de la Inmaculada, pero que fue el último altar de la Bofetá en San Antonio antes de su marcha a San Lorenzo.








Más tarde, se celebró una misa en San Antonio, tras la que la Virgen del Dulce Nombre regresó a la Parroquia de San Lorenzo, poniendo así el punto final a esta salida de la dolorosa del Martes Santo en su tradicional rosario por la feligresía.

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