martes, 23 de febrero de 2016
EL CRISTO DEL AMOR, EN BESAPIÉ, ENTRE LA MADRE Y EL DISCÍPULO AMADO
El Santísimo Cristo del Amor ha estado expuesto en besapié este fin de semana, presidiendo un montaje que en cierta manera recordó a la de un tradicional Calvario, con el crucificado en el centro, aunque tumbado, la Virgen del Socorro a un lado y San Juan Evangelista al otro.
Así se ha presentado a los fieles el crucificado que tallara Juan de Mesa, que estaba situado a los pies de su altar, en la nave de la Epístola de la Iglesia del Salvador; un altar ocupado únicamente por un tapiz de terciopelo burdeos con la heráldica de la Hermandad del Amor y varios candeleros dorados con cera color tiniebla.
El Cristo, que tenía bajo los brazos de la cruz sendos guardabrisones en el suelo, estaba flanqueado, como queda dicho, por la Virgen y San Juan, elevados ambos sobre peanas de madera tallada y dorada y con dos candeleros cada uno ante sí.
Además, en la base de la cruz estaba situado el pelícano, símbolo zoomórfico del amor de Dios a los hombres, que figura tras el Cristo en su paso procesional cada Domingo de Ramos.
Para acceder al besapié, había que recorrer un pasillo formado por grandes blandones dorados con altos cirios, separados por otros guardabrisones o bien por jarras del paso de palio de la Virgen del Socorro con claveles rojos, las mismas flores que estaban a los pies tanto de la dolorosa como del discípulo amado.
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