miércoles, 3 de febrero de 2016
LA HINIESTA Y LA MAGDALENA, A LOS PIES DEL CRISTO DE LA BUENA MUERTE
Como si de una retrospectiva del modo en que los sevillanos de finales del XIX conocieron a la Hermandad de la Hiniesta en la calle, el besapié al Santísimo Cristo de la Buena Muerte del pasado domingo nos permitió disfrutar de una estampa no acostumbrada, con los titulares de la cofradía conformando una tradicional escena de Calvario.
Sobre un pequeño monte de corcho y flores silvestres, con la calavera de Adán a un lado y unos ángeles sujetando un cáliz al otro, se alzada el crucificado, mientras que detrás se situaron la dolorosa de la Hiniesta, vestida ya de hebrea, y Santa María Magdalena; una con la mirada baja y otra buscando con los ojos al Señor, aunque desde un ángulo distinto al de cada Domingo de Ramos.
Sin duda, fue un acertado y muy expresivo montaje situado en el presbiterio de la Parroquia de San Julián, ante el altar de cultos donde el Cristo de la Buena Muerte, que se situó ante el dosel durante el quinario, fue sustituido por una columna salomónica dorada con una variedad floral a base de lirios morados, rosas rojas y calas blancas, entre otras flores, que también se encontraban en varias jarras de plata repartidas a lo largo del altar.
Iluminaban el conjunto un buen número de candeleros con cirios de color tiniebla, mientras que en el centro de la mesa del altar se ubicó una pequeña talla de la Hiniesta Gloriosa, ausente de San Julián al estar siendo restaurada en el taller de Pedro Manzano.
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