lunes, 14 de mayo de 2018
EL HOMBRE DE LA ETERNA SONRISA, EN EL RECUERDO JUNTO A LA VIRGEN DEL MAR
La feligresía de San Pedro vivió este sábado la segunda salida procesional de la Virgen del Mar, titular de la hermandad sevillana filial de la Patrona de Almería, que desde la Iglesia de la Misericordia salió esta vez bajo el templete de plata de la Virgen de la Paz, de la Hermandad Sacramental de San Juan Bautista, de la localidad de San Juan de Aznalfarache, después de que el año pasado lo hiciera bajo el templete de San Antonio de Padua, de la Hermandad del Buen Fin.
Todo comenzó a las siete de la tarde, cuando se abrieron las puertas del templo de la Plaza de Zurbarán y comenzó el discurrir del cortejo, encabezado por cruz alzada entre característicos faroles de cristales dispuestos en forma de estrella. Seguidamente iban la bandera celeste y blanca, el original simpecado y las representaciones con estandarte de las hermandades de la Virgen de la Cabeza y la Virgen del Pilar. Después, tras el propio estandarte de la Hermandad Filial de la Virgen del Mar y la presidencia, antecedía al paso el cuerpo de acólitos con cuatro ciriales.
En el momento de comenzar a salir el cortejo, sonó el Himno a la Virgen del Mar, a cargo de la Asociación Filarmónica Ciudad de Conil, formación gaditana que se ha estrenado este año tras el paso. Después, tocó el Himno de España cuando la Virgen del Mar salió de la Iglesia de la Misericordia, siendo guiada por el capataz José Manuel Palomo y sus auxiliares.
La Virgen del Mar estrenaba un cetro de plata sobredorada que ha sido adquirido por unos hermanos en un anticuario de la ciudad y que el orfebre Alejandro Borrero se ha encargado de restaurar y adaptar para su utilización por parte de la talla mariana que realizó Antonio Castillo Lastrucci inspirándose en la Patrona de Almería.
Tras el Himno de España, el paso, que estaba adornado con gladiolos, claveles y lilium, todo ello de color blanco, giró a su derecha a la calle Misericordia, recorriéndola a los sones de "Reina del Mar". Poco después, alcanzó la puerta del convento y residencia del Pozo Santo con "Madre de los Gitanos Coronada". Varios de los ancianos que residen en este cenobio de las religiosas terciarias franciscanas estaban en la calle, sentados para recibir a la Virgen del Mar, que se volvió y se detuvo ante la puerta, interrumpiendo la marcha la banda de Conil.
Después de una levantá, siempre a pulso en este paso, que el capataz dedicó a las religiosas del Pozo Santo "por lo bien que lo hacen" y a los residentes, la Virgen del Mar se encaminó hacia la calle Jerónimo Hernández a los sones de la marcha "Saeta gaditana", a la que después, en este escogido repertorio de influencias provenientes de toda Andalucía, le siguieron "Passio granatensis" y "Virgen de las Penas".
En la esquina de Jerónimo Hernández con Santa Ángela de la Cruz, unos madrileños no parecían entender a qué mar se podía referir, en pleno centro de Sevilla, la advocación de la Virgen que estaban contemplando, hasta que un cofrade les sacó de dudas. Eso derivó la conversación de los visitantes a las advocaciones de fuera que también hay en Madrid: "Allí tenemos hasta un Gran Poder", comentaba la señora.
Y todo ello, con la banda sonora que la Filarmónica Ciudad de Conil puso con la marcha "Virgen de los Negritos". Con esta partitura del desaparecido Pedro Morales, la Virgen del Mar se adentró en la calle Santa Ángela de la Cruz, rumbo al convento donde viven las religiosas que siguen la estela que ella misma generó al crear la orden de las Hermanas de la Cruz. A dicho convento llegó el paso con la marcha "La Esperanza de Triana", volviéndose ante la puerta, donde ya estaban las religiosas dispuestas a cantarle a esta Virgen que trae aromas de costa almeriense hasta la capital sevillana.
A continuación, el paso se alejó del Convento de las Hermanas de la Cruz con la marcha "María Santísima del Subterráneo", llegando con ella hasta detenerse para un relevo de costaleros en la confluencia con la calle Alcázares.
Aquí, una vez realizado el relevo, uno de los capataces auxiliares tocó el martillo y se dirigió a los costaleros: "Acabamos de estar en la puerta del Cielo; ahí he estado buscando a un hombre que conocí el año pasado, el hombre de la eterna sonrisa, que este año no está con nosotros, aunque seguro que estaba por ahí escondido". Con estas palabras quiso dedicar la levantá a Antonio Rodríguez Mármol, quien fuera hermano mayor de la Hermandad Filial de la Virgen del Mar, fallecido el pasado mes de agosto en la playa de la Victoria de Cádiz. Precisamente, en las aguas del mar entregó su vida, a los 86 años de edad, quien ha sido el máximo responsable de la cofradía sevillana, y que se fue junto a la Madre del Mar tras haber podido hacer realidad su sueño de ver a su titular procesionando por las calles de Sevilla.
"Ecce Homo", he aquí el Hombre, sonó tras la Virgen del Mar con su pequeño paso adentrándose en la estrechez de la calle Santa Ángela de la Cruz. Otro hombre, el de la eterna sonrisa, seguro que estaba escondido contemplando la escena desde algún rincón.
Desde ahí, la Virgen del Mar salió hacia San Pedro y después continuó por Doña María Coronel y Gerona hacia el Convento del Espíritu Santo, acercándose después a San Juan de la Palma y la Capilla de la Divina Pastora, antes de regresar de nuevo por el Pozo Santo a la Iglesia de la Misericordia, donde antes de las once de la noche puso el punto final a su segunda salida procesional por las calles de Sevilla.
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