martes, 17 de diciembre de 2019
REGRESO EN TRIUNFO DE LA ENCARNACIÓN DE SAN BENITO AL BARRIO DE LA CALZÁ
El 10 de diciembre de 1994, Nuestra Señora de la Encarnación, de la Hermandad de San Benito, era coronada canónicamente en la Catedral de Sevilla por el arzobispo Carlos Amigo Vallejo. Él mismo lo había anunciado nueve meses antes, el 25 de marzo, festividad de la Encarnación, en la propia Parroquia de San Benito, donde afirmó que tal acto de homenaje y devoción a la Madre de Dios sería el mejor cierre para el Año Internacional de la Familia que entonces tuvo lugar.
Veinticinco años después, la cofradía del Martes Santo ha celebrado como se acostumbra por estos lares semejante efeméride, con el traslado de la dolorosa en su paso de palio hasta la Catedral el viernes, la misa estacional el sábado presidida por el arzobispo, Juan José Asenjo, y la salida extraordinaria de regreso al barrio de la Calzá el domingo por la mañana.
La procesión se puso en la calle a las nueve de la mañana; una hora algo atípica para una salida de estas características, pero que permitió, por lo tempranera, disfrutar mucho mejor de las primeras calles del recorrido, aún sin la intensa masa de gente que se iba a ir sumando a lo largo de la mañana.
Y hay quien insiste en que las procesiones del Corpus y la Virgen de los Reyes deberían ser más tarde o el Vía Crucis de las Cofradías en fin de semana para que vaya más gente... No la toquéis, que así es la rosa.
Las dos bandas propias de la Hermandad de San Benito se turnaron abriendo el cortejo de la cofradía durante esta procesión de regreso al barrio. Así, la Agrupación Musical de la Encarnación fue desde la salida hasta la Plaza de San Leandro, y aquí fue sustituida hasta la entrada por la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Sangre. Salomónica decisión que ponía en valor a los dos colectivos musicales de la cofradía y que, además, permitía a sus miembros disfrutar también ellos de la contemplación de su dolorosa por las calles, algo que el Martes Santo no pueden hacer.
La cruz de guía daba paso a un primer tramo de hermanos con cirios en el cortejo, separados el resto por la bandera pontificia, la bandera concepcionista y el guión de la Coronación Canónica. Posteriormente iban las representaciones de las diferentes hermandades que quisieron acompañar a la de San Benito en este día tan especial, comenzando por el Polígono de San Pablo, el Beso de Judas y la Sed, siguiendo por casi todas las hermandades que tienen a sus titulares marianas coronadas (faltaron María Auxiliadora, la Pastora de Capuchinos, la Pura y Limpia, San Roque, el Baratillo y la Trinidad) y por las cofradías del Martes Santo (sin los Estudiantes) ordenadas según su puesto en carrera oficial este año, a excepción del Cerro, que iba la última al tener también a su dolorosa coronada. Finalmente, iban la Hermandad del Cristo de la Sangre de la localidad cordobesa de Lucena, hermanada con San Benito, y la Hermandad de Nuestra Señora de Valvanera, que comparte sede con la cofradía protagonista de la jornada, cuyo estandarte era el último.
La presidencia con los diferentes hermanos mayores y la representación de la Policía Nacional, muy vinculada a la hermandad desde la bendición del Cristo de la Sangre, así como el cuerpo de acólitos avanzaron para permitir que el paso de palio de la Virgen de la Encarnación saliera a las calles por la Puerta de los Palos de la Catedral en una mañana de diciembre para el recuerdo.
Estrenaba para esta salida dos cosas: por un lado, una saya rosa de tisú bordada en oro por Mariano Martín Santonja; y por otro, la recuperación del manto que en 1958 bordó Leopoldo Padilla y que fue el que la dolorosa lució en la calle durante treinta años, hasta el estreno del actual. El grupo joven ha sido el impulsor de esta recuperación, para la que Martín Santonja, con la participación de Jesús Guerrero García, ha completado los bordados, que estaban inconclusos, y los ha pasado a terciopelo azul, dado que el soporte original era rojo. Esto ha permitido una estampa cromática novedosa en la Virgen de la Encarnación bajo palio tras nueve meses de trabajo sobre este manto, que veremos en los próximos años si se alterna con el rojo de Fernández y Enríquez en las estaciones de penitencia de la hermandad.
Antes de salir, el paso de palio se situó ante la Virgen de los Reyes en la Capilla Real. Después, salió a la plaza que lleva el nombre de la Patrona. Al traspasar la reja junto a la Giralda (y los andamios de su restauración), la Banda Municipal de La Puebla del Río tocó el Himno de España, seguido por la marcha "25 aniversario Encarnación", la nueva composición de Abel Moreno, concebida como una segunda parte de su interpretadísima "Encarnación Coronada". Tanto es así, que si la marcha de hace un cuarto de siglo finaliza con la primera parte del Ave María (hasta "y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús"), la nueva partitura culmina con el resto de la oración mariana por antonomasia.
Esta nueva marcha, que ha tenido bastante éxito y comentarios positivos, sonó mientras la Virgen de la Encarnación, a las órdenes del capataz Jesús Morón, giraba a su izquierda en los primeros instantes de esta procesión extraordinaria.
La siguiente marcha, como no podía ser de otra manera, fue "Encarnación Coronada", con la que el paso de palio se adentró en la calle hoy dedicada a quien coronó a la dolorosa hace veinticinco años. Más adelante, buscó Alemanes a los sones de "Encarnación", la composición que Cristóbal López Gándara dedicó a la dolorosa de San Benito hace dos años.
Y la siguiente que sonó fue otra del mismo autor, como es "La Virgen de los Desamparados". Fue ésta la primera con la que la Hermandad de San Benito hizo un guiño musical al resto de las cofradías del Martes Santo, con la interpretación de marchas dedicadas a sus titulares.
Con la marcha dedicada a la Virgen de la Hermandad de San Esteban, el paso de palio giró al pequeño tramo de Álvarez Quintero previo a la subida de la Cuesta del Bacalao.
Como ocurre cada Martes Santo, la Virgen de la Encarnación subió la Cuesta del Bacalao, donde se enlazaron las marchas "25 aniversario Encarnación" con "Palomita de Triana", la composición de Francisco José Escobar que en su título recuerda los orígenes trianeros de la dolorosa y de la antigua Cofradía de la Sangre.
Ya en la parte alta de la cuesta, continuó el recuerdo musical a las cofradías del Martes Santo al adentrarse en Placentines con "Virgen de los Estudiantes", a la que ya en Francos seguirían "María Santísima del Dulce Nombre" y "Cristo en la Alcazaba".
La Plaza de la Pescadería fue el lugar donde se despidieron la mayoría de las representaciones de hermandades que habían acompañado desde la salida a la Virgen de la Encarnación. Unas vallas colocadas por el Ayuntamiento delimitaron el espacio donde, ordenadamente, se fueron situando los diferentes estandartes. Sólo continuaron el recorrido las hermandades de los Negritos, que siguió hasta cerca de su sede, y las de la Sangre de Lucena y Valvanera, que estuvieron hasta el final.
El homenaje al Martes Santo continuaba, saliendo la Virgen de la Encarnación de la calle Francos a los sones de "Coronación", dedicada a la Virgen de los Dolores del Cerro, y después comenzó a subir la Cuesta del Rosario con "Candelaria". Al oírlo, un hermano de la cofradía de San Nicolás, que estaba entre las que se despedían del cortejo en la Plaza de la Pescadería, comentó: "¡Qué bien suena esa marcha!".
Y tras una parada, el paso de palio llegó a la altura de estas representaciones de hermandades con "Encarnación Coronada". Seguidamente, el paso se detuvo y, cuando fue a llamar el capataz, dedicó la levantá a todas las hermandades de Sevilla, y especialmente a las que habían estado junto a San Benito en esta salida extraordinaria.
Por tercera vez sonó entonces "25 aniversario Encarnación", con la que la dolorosa terminó de subir la Cuesta del Rosario hasta parar en la misma esquina de Luchana. Allí se produjo un relevo de costaleros antes de que el palio tomase la calle Jesús de las Tres Caídas mientras la Banda de La Puebla del Río tocaba "Coronación de la Macarena".
La Virgen de la Encarnación siguió hasta la Plaza de la Alfalfa y después tomó Odreros, Boteros y Sales y Ferré (que no Ferrer) para salir a la Plaza del Cristo de Burgos. A continuación, por Dormitorio, donde se lanzó una importante petalada sobre el palio, giró a Alhóndiga en dirección a la Plaza de San Leandro.
Eran las doce en punto cuando, a los sones de "El Cristo de la Salud", la Virgen de la Encarnación se plantaba en la misma puerta del Convento de San Leandro, donde se rezó el Ángelus con el paso vuelto hacia las religiosas agustinas. Más tarde, el capataz les dedicó una levantá a pulso y el palio se alejó cuando de nuevo se escuchaba "Palomita de Triana".
Parada en la confluencia de Francisco Carrión Mejías con Cardenal Cervantes, una señora muy mayor, ayudada por otra mujer, logró abrirse paso entre la bulla para situarse justo delante del paso y contemplar de cerca la cara de la Virgen de la Encarnación. Lo consiguió pese a la auténtica masa de gente que ya a esa hora quería ver a la cofradía por calles muchas de ellas muy estrechas. Por Cardenal Cervantes se marchó después el paso de palio a los sones de "Virgen de la Palma", compuesta hace quince años por Manuel Marvizón para la dolorosa de la Hermandad del Buen Fin.
Al igual que hiciera en mayo la Virgen de los Ángeles de la Hermandad de los Negritos tras su Coronación Canónica (ver), también la Encarnación pasó por la calle Santiago, llegando a adentrarse en la Plaza de Jesús de la Redención para detenerse ante la puerta del templo.
Después, siguiendo a la inversa su recorrido de cada Martes Santo, tomó Muro de los Navarros para salir a la Puerta de Carmona mientras volvía a sonar la marcha "Encarnación". Así se despidió del casco histórico la dolorosa de San Benito, que cruzó la Ronda y alcanzó Luis Montoto con "Madrugá Macarena".
Poco después, el paso se detuvo y, tras una brevísima chicotá, se paró nuevamente. Algo pasaba con una de las jarras del costero izquierdo, lo que obligó a un hermano a subirse al paso para afianzarla y poder continuar. Subsanado el problema, y cuando ya se acumulaban bastantes minutos de retraso sobre el horario previsto, el paso de palio continuó pasando junto al primer resto conservado del antiguo acueducto de los Caños de Carmona cuando precisamente la banda estaba tocando "Virgen de las Aguas".
Más adelante, siguió con "Encarnación de la Calzada" mientras pisaba el trazado de la antigua vía romana que da nombre al barrio. A continuación, pasando ante balcones donde se alternaban colgaduras de la Virgen con otras del Niño Jesús propias de estas fechas, sonó "María Santísima de la O", marcha que fue interrumpida al detenerse el paso a la altura de un balcón desde el que Álex Ortiz le cantó a la Encarnación.
La marcha de Abel Moreno se recuperó en la siguiente chicotá, ahora interpretada al completo, seguida luego por "Virgen de la Estrella" cuando la Virgen de la Encarnación pasaba de largo por la Parroquia de San Benito, rumbo a la residencia de ancianos de las Hermanitas de los Pobres.
No podía la hermandad dejar de visitar a los ancianos, vecinos de San Benito, en esta salida extraordinaria. La Virgen de la Encarnación estuvo con ellos, se acercó hasta ellos, como hacía la hermandad al completo cada Martes Santo tras su salida, y como hace en la actualidad la Virgen de Valvanera cada último sábado de septiembre (ver).
Después, recorrió parte de los jardines del recinto asistencial buscando la puerta que da a la calle San Benito, a la que salió, tras sonar "Mi Amargura", con la marcha "Aniversario Macareno". Sólo quedaba una calle antes de la entrada en el templo y el paso de palio fue andando lentamente, como queriendo saborear cada instante que restaba de esta salida extraordinaria.
La Banda de La Puebla del Río volvió a tocar "Encarnación", seguida luego por "Reina de Triana". Y para el final se reservó la banda las mismas marchas de la salida, pero ahora en su orden cronológico: primero, "Encarnación Coronada"; y luego, tras una parada ante la casa hermandad, "25 aniversario Encarnación", con la que el paso de palio se colocó ante la puerta y se paró antes de realizar la entrada.
La última levantá en la calle de la Virgen de la Encarnación tuvo también su dedicatoria, en este caso a Abel Moreno, compositor de las dos marchas que acababan de sonar, así como a la Banda de La Puebla del Río, que tantos años lleva tras el palio de San Benito. Sus integrantes aplaudieron esa última levantá, tras la que el paso, una vez plegados los remates de las caídas delantera y trasera, se acercó a la puerta de San Benito y, en silencio, procedió a entrar en la parroquia, cuyas campanas comenzaron a repicar al tiempo que la banda tocaba el Himno de España cuando pasaban algunos minutos de las cuatro y veinte de la tarde.
Se cerraron las puertas de San Benito y se cerraron los actos conmemorativos del cuarto de siglo transcurrido desde que la Virgen de la Encarnación, en el Año Internacional de la Familia, fuera coronada por el Cardenal Amigo, quien precisamente el martes pasado ofició la solemne función en la parroquia, el mismo día de la efeméride que la hermandad ha celebrado de manera brillante.
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