Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, de la Hermandad de San Roque, estuvo expuesta en besamanos entre el sábado y este miércoles, para lo que estuvo situada, como es costumbre, en el presbiterio alto de la parroquia sobre una alta peana plateada.
La dolorosa vestía su manto de salida, de terciopelo verde bordado en oro, y la saya de tisú de plata bordada por las Hermanas Martín Cruz en 1960 y que este año ha sido recuperada tras su restauración por parte de José Antonio Grande de León. Asimismo, llevaba una toca de sobremanto bordada sobre malla, lucía la corona procesional y en el pecherín contaba con el habitual broche de gran tamaño con el escudo de la hermandad y la réplica de la Medalla de la Ciudad.
Por otro lado, a la altura de la cintura tenía un alfiler donde en letras doradas se podía leer su doble advocación. También llevaba un fajín de color rojo con un entorchado y borlones dorados en el que tenía prendidos algunos broches más, entre ellos uno con el escudo de la Hermandad del Beso de Judas.
A un lado y a otro de la Virgen de Gracia y Esperanza se montaron sendas estructuras con parte de los respiraderos de su paso de palio. Encima se dispusieron varias jarras con rosas de color rosa y diversos candeleros con cera blanca, y detrás los candelabros del paso de la Virgen de la Sierra y otros de menor tamaño.
Algo más atrás había dos faroles de mano del cortejo de la cofradía, mientras que al fondo, ante un enorme cortinaje de damasco rojo que ocultaba al completo el retablo mayor, veíamos una especie de dosel formado por la antigua caída frontal, dos varales y el techo del palio, que el pasado Domingo de Ramos estrenó en la calle la reforma de la gloria. En ella que se ha recuperado su diseño original, labor que ha realizado el Taller de Santa Bárbara, que además ha cambiado el terciopelo rojo que tenía como soporte y lo ha sustituido por el verde (ver). Por último, a cada lado se situó un blandón de madera dorada y policromada con cirios de color blanco.
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