En la tarde de este jueves ha comenzado en la Basílica de María Auxiliadora la solemne veneración a Nuestra Señora de la Esperanza, culto que se extenderá hasta el domingo. Lejos quedan ya los imponentes montajes de besamanos que esta corporación creaba en la capilla de la hermandad y que permitían una mayor cercanía con la imagen, ya que un año más la Esperanza ocupa el presbiterio del templo en el centro de un sencillo montaje delimitado por una alfombra con el escudo de la corporación.
La dolorosa de Juan de Astorga se eleva sobre su peana procesional, en la que hay varias rosas blancas, y viste la saya blanca de tisú bordada en oro y sedas de colores por Mariano Martín Santonja en 2018, el manto blanco confeccionado por Fernández y Enríquez en 2006 con bordados procedentes de un antiguo manto de salida, y la toca de sobremanto de Sobrinos de Caro de 1977.
En la cabeza luce la corona de oro de los Hermanos Delgado (2003), mientras que en el pecherín lleva la Medalla de la Ciudad y varios broches, entre ellos el de la cruz trinitaria de oro con rubíes y zafiros. En las manos tiene un pañuelo y un rosario, mientras que en la cintura presenta como estreno un cíngulo bordado en oro y sedas sobre malla. Junto al cíngulo lleva la placa de la Policía Local de Sevilla, de la que la Esperanza es Patrona, y la cruz de plata de la Orden del Mérito de la Guardia Civil que un agente devoto le donó.
Junto a la Virgen de la Esperanza vemos dos faroles en el suelo a ambos lados de la peana y un par de candelabros plateados con altas velas de color blanco. Variadas especies florales del mismo color se sitúan en distintos puntos del montaje distribuidas en varios centros. Finalmente, detrás hay un total de ocho candeleros sobre los que se han colocado otros tantos ángeles de los que rematan los varales del paso de palio. Los candeleros están unidos por cuerdas rojas dando lugar a una especie de barandilla en la escalera por la que la Virgen habría bajado al encuentro con sus devotos.
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