Nuestra Señora de la Soledad, de la Hermandad de la Soledad de San Buenaventura, ha estado ayer y hoy, fiesta de la Inmaculada Concepción, expuesta en solemne veneración en su iglesia conventual, ocupando la cabecera de la nave de la Epístola entre cortinajes de damasco negro.
Este año la Soledad ha contado con la cesión de un manto perteneciente a la Virgen de la Palma de la Hermandad del Buen Fin. En concreto, se trataba del que sobre terciopelo verde bordó en oro en 2017 el taller de bordados de la corporación del Miércoles Santo según diseño de José Ramón Paleteiro. Asimismo, vestía saya de tisú bordada en oro y un pecherín de encaje dorado.
Lucía la diadema de salida, una cruz pectoral, un broche con su nombre, un puñal y un collar de perlas. La mano izquierda la tenía pegada al pecho y sujetaba un pañuelo, mientras que la derecha estaba extendida y portaba un rosario.
La Virgen de la Soledad estaba elevada sobre una peana plateada y flanqueada por los ángeles de entrevarales del paso de palio de la Hermandad del Cerro. Y más hacia los extremos veíamos dos de las jarras del paso de la Soledad con rosas y calas blancas, flores que también estaban a los pies de la dolorosa en un gran centro.
Al fondo estaba la cruz del paso con las escalas y el sudario entre un total de catorce candeleros con cera blanca y más flores como las anteriormente descritas. Finalmente, delante de todo el conjunto había un cortinaje abierto en el centro y en el lado izquierdo el estandarte de la hermandad.
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