miércoles, 12 de junio de 2024

NON SURREXIT


La Fundación Cajasol acoge hasta el sábado la exposición "Non surrexit", organizada por la Hermandad de la Amargura con motivo del tercer centenario de su llegada a la Iglesia de San Juan de la Palma. Precisamente es el titular del templo, San Juan Bautista, el protagonista de gran parte de la muestra, mientras que al final del recorrido se centra más en los principales hitos de la corporación en la que desde hace trescientos años es su sede canónica.
La exposición ocupa dos salas, las llamadas Velázquez y Murillo. Y como hacemos habitualmente, repasamos con detalle todo el contenido comenzando por la Sala Velázquez, donde encontramos en primer lugar un texto explicativo:

"La Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes y María Santísima de la Amargura Coronada ha organizado esta exposición con motivo del tricentenario del establecimiento en el templo de San Juan Bautista, vulgo de la Palma, de Sevilla. La exposición, titulada 'Non surrexit', desarrolla por mediación de obras de arte (pintura, escultura, tejidos...) una museografía de la vida del precursor de Cristo desde la Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel hasta la degollación y la cabeza ofrecida por Salomé a Herodes.
Igualmente, el discurso continúa con una representación de obras y textos que narran de forma breve la historia de una hermandad que cumple 300 años en la misma parroquia".

Comenzamos a ver esas obras de arte aludidas con la pintura "La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel", perteneciente a una colección particular. Es una pintura al óleo sobre tabla de autor desconocido de finales del siglo XV o principios del XVI.


Vemos la misma escena en madera tallada y policromada en 1637, atribuida a José de Arce. Forma parte del retablo de San Juan Bautista de la iglesia del Monasterio de Santa Paula.


Del mismo monasterio es un conjunto de esculturas en barro cocido y telas encoladas y policromadas, en la que se representa igualmente la Visitación, obra de Cristóbal Ramos (1760).


Observamos ahora el óleo sobre lienzo "El nacimiento de San Juan y su cabeza cortada", del Real Monasterio de San Leandro, obra anónima del siglo XVII.


Se atribuye a Juan Martínez Montañés una talla de San Juan Niño del siglo XVII, perteneciente también al Monasterio de San Leandro.


Otra talla de San Juan Niño es la que pertenece a la Catedral de Sevilla, de autor desconocido de la primera mitad del siglo XVII.


Pasamos a un óleo sobre lienzo de San Juanito, de Cornelio Schut, de la segunda mitad del siglo XVII. Pertenece a la Hermandad de la Santa Caridad y se encuentra en la sacristía de la Iglesia del Señor San Jorge.


Vemos también la talla "El sueño del Niño Jesús con San Juanito", anónima del siglo XVIII. Es propiedad del Museo del Santo Ángel de los Carmelitas Descalzos.


Volvemos al Monasterio de San Leandro, que atesora unas tallas de Santa Isabel y San Zacarías, padres de San Juan Bautista, obra de Martínez Montañés de entre 1620 y 1622.


Del Hospital de la Santa Caridad es una talla de San Juanito de autor desconocido, de entre los años 1640 y 1660.


Muy llamativo es el conjunto de barro modelado y policromado del "Niño Jesús con San Juanito jugando a la piola", obra de José Antonio Bravo García (2015-2016), perteneciente a un particular.


Seguimos con una talla de San Juanito del Hospital de la Santa Caridad, obra anónima de entre 1640 y 1660.


Y a su lado, otra, ésta de Cristóbal Ramos (1780-1790), una escultura en barro cocido y policromado del Convento de Madre de Dios.


De la Hermandad Matriz del Rocío de Almonte es una pintura al óleo sobre lienzo de San Juan Bautista Niño, obra anónima de la segunda mitad del siglo XVIII.


Continuamos con una talla de San Juanito realizada por Juan de Astorga alrededor de 1820, propiedad del Monasterio de Santa Paula.


Otro San Juan Niño es el tallado por La Roldana en el siglo XVIII, perteneciente al Real Monasterio de San Leandro.


"San Juanito abrazando al Niño Jesús en presencia de ángeles" es el título de un óleo sobre lienzo de autor anónimo (1660), que se sitúa en el Museo de Bellas Artes.


Vemos ahora una talla de madera tallada y policromada de San Juanito de la segunda mitad del siglo XVII, de autor anónimo. Es propiedad del Convento de Madre de Dios.


También se encuentra en el Museo de Bellas Artes, aunque en depósito procedente del Museo de Santa Cruz de Toledo, un óleo sobre lienzo de San Juan Bautista Niño pintado por Francisco Meneses Osorio entre los siglos XVII y XVIII.


Se muestra ahora otra pintura al óleo sobre lienzo de Bartolomé Esteban Murillo (1671), del Hospital de la Santa Caridad. Su lugar es el retablo de San José en el lado de la Epístola del crucero de la Iglesia del Señor San Jorge.


Volvemos al Monasterio de Santa Paula, al que pertenece la talla de San Juan Bautista Niño, obra de Luis Salvador Carmona (1740-1767).


Y llegamos al final de esta primera sala con el óleo sobre lienzo "San Juanito servido por ángeles", obra de Juan del Castillo de la década de 1630. Pertenece al Museo de Bellas Artes.


Nos encaminamos a la Sala Murillo, dividida en dos zonas, la planta baja y la alta. Aquí ya vemos a San Juan Bautista adulto, como en la que probablemente sea la obra más interesante de la exposición por su antigüedad: una talla anónima del siglo XIV, que recibe culto en la Capilla de San Gregorio de la Catedral de Sevilla.


Seguimos con un óleo sobre tabla de la primera mitad del siglo XVI, atribuida a Villegas Marmolejo o Pedro de Campaña y perteneciente a una colección particular.


A su lado está la talla de San Juan Bautista de la década de 1630 que pertenece a la iglesia del Convento de Santa Isabel, obra de autor desconocido.



Vamos también un óleo sobre lienzo de San Juan Bautista de la Catedral de Sevilla, pintado por Francisco de Zurbarán entre 1640 y 1650.


Se muestra también una pintura perteneciente a la Hermandad de los Panaderos del último tercio del siglo XVI. Se trata de un anónimo veneciano.


Obra de José María Romero es el siguiente óleo sobre lienzo, éste del Convento de Madre de Dios. No se indica fecha de realización.


Continuamos con una pintura de Juan Valdés Leal (1659-1660). Es un lienzo pintado al óleo que pertenece a la Hermandad de la Quinta Angustia y que se conserva en su Capilla del Dulce Nombre de Jesús de la Parroquia de Santa María Magdalena.


Llegamos a una fotografía de gran tamaño del llamado retablo de los Santos Juanes, que actualmente se encuentra en la Parroquia de los Sagrados Corazones de San Juan de Aznalfarache, pero que antiguamente presidía la Iglesia de San Juan de la Palma de Sevilla. Cuenta con pinturas de Juan del Castillo, siendo el retablista Miguel Cano, mientras que Alonso Cano realizó la escultura de San Juan Bautista y Agustín Muñoz hizo la cabeza cortada del Bautista, que se situaba en la hornacina central.


Volvemos al Monasterio de Santa Paula con el óleo sobre lienzo "Sagrada Familia con Santa Isabel y San Juanito", obra anónima de escuela flamenca de mediados del siglo XVII.


De la Parroquia de Santa María Magdalena es el óleo sobre lienzo "El Bautismo de Cristo", de Juan Simón Gutiérrez, discípulo de Murillo, de la primera mitad del siglo XVIII.


Esa misma escena, el Bautismo de Cristo, se encuentra en los faldones del paso de palio de María Santísima de la Amargura. Fue bordada en oro y sedas sobre terciopelo granate por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1927.



Otro óleo sobre lienzo del mismo tema es el atribuido a Francisco Varela, de 1620 aproximadamente, de la Parroquia de San Juan Bautista de Las Cabezas de San Juan.


Pasamos a la pintura al óleo sobre lienzo "Salomé con la cabeza del Bautista", obra anónima del último cuarto del siglo XVII o primer cuarto del XVIII, perteneciente a la Iglesia de San Juan de la Palma.


También está en el templo de la Amargura la pintura anónima "Cabeza de San Juan Bautista", un óleo sobre lienzo de la segunda mitad del siglo XVII.


No podía faltar en esta exposición la cabeza de San Juan Bautista de la Catedral, atribuida a Juan de Mesa, obra de madera policromada de 1625.



Y a su lado, la pintura al óleo "Salomé con la cabeza del Bautista", de Giovanni Battista Caracciolo, de alrededor de 1630. Pertenece al Museo de Bellas Artes.


Subimos a la planta alta de esta sala, donde en primer lugar se nos explica en un texto el porqué del nombre popular de San Juan de la Palma para la Iglesia de San Juan Bautista:

"Este templo se encuentra bajo la advocación de San Juan Bautista, pero tiene el sobrenombre 'de la Palma' por una curiosa historia que ha llegado hasta nosotros gracias a una pintura sobre tabla del siglo XVIII que posee la Hermandad de la Amargura.
La anécdota se contaba en el siglo XVII y fue recogida por Ortiz de Zúñiga: un predicador de la parroquia dijo que los herejes debían tener cuidado porque sus blasfemias las oían las paredes y las piedras. Uno de ellos, queriendo contrariarle, declaró junto a la palmera de la plaza que la Virgen no había mantenido su pureza después del parto.
Al día siguiente fue a denunciarle un viejo que le había escuchado. El hereje lo negó todo y el tribunal preguntó por el viejo denunciador. Sin embargo, los vecinos le dijeron que llevaba muerto y enterrado muchos años debajo de las palmeras de la plaza. Leyenda de la Palma. Año 1754".

Vemos al lado la pintura sobre tabla que cuenta la historia con algo más de detalle.


Y debajo de esta leyenda se ven dos maquetas de la fachada de la Iglesia de San Juan de la Palma, ambas de cartón pluma y acrílico de Francisco Javier López Ramírez (2023 y 2024).



Seguimos con tres documentos relativos a la Parroquia de San Juan de la Palma: la donación de unas casas para la fábrica de la iglesia por parte de Juana Bermúdez (1370); el contrato de construcción de la portada y el campanario, que harían Juan Rodríguez de Lebrija y Martín Martínez, especificándose que debía seguirse el modelo de la Iglesia de San Esteban (1420); y la concesión de Alfonso XI a Romero Díaz, maestre de la Orden de Calatrava, de tres tablas de carnicería en la collación de San Juan Bautista, documento que se conserva en el archivo parroquial (1334).




Nos detenemos ahora en otro interesante texto titulado "Rumaykyya, la gran señora":

"Mandó la Señora Augusta, madre de Ar-Raxid Abú-l-Hoseyn levantar esta assumúa en su mezquita. En lo que hoy es la parroquia de San Juan Bautista existió una mezquita cuyo alminar fue levantado hacia 1085 por orden y devoción de Rumaykyya, la muchacha poeta que enamoró a orillas del Guadalquivir al rey Almutamid. En testimonio de lo cual, se mandó colocar una inscripción en caracteres cúficos que permaneció hasta 1868 en la parroquia, cuando fue trasladada al Museo Arqueológico de Sevilla.
Según el cronista Diego Ortiz de Zúñiga, ya en tiempos musulmanes estaba la collación puesta bajo el patrocinio de San Juan Bautista. Así nos dice que: "la parroquia de San Iuan Baptista, vulgamente San Iuan de la Palma, por una que auia en su Plaça, fue Mezquita de los Moros, dedicada por ellos al mesmo Santo, tenido en su respecto por Profeta grande, cuya memoria duraua en una piedra de escrito Arabigo... que dezia de esta manera: 'Este es el gran Templo de San Iuan, el qual reedificó Axafat, Rey de Seuilla'. (...) Quan estimada Mezquita fue esta de los Moros, que consagrada en Templo Parroquial, quedó con la mesma Advocación". Exageración que pone de relieve sin duda la profunda identificación de la collación con su patrón, tan intensa como para hacerla remontar a los tiempos de la dominación musulmana".

Junto al texto vemos una foto de la mencionada inscripción que se conserva en el Museo Arqueológico.


"Historia de la Hermandad Sacramental" es el título de otro texto incluido en la exposición: 

"El movimiento eucarístico tardomedieval que llega a España en el siglo XIV inspiró el conocido fenómeno devocional impulsado desde Torrijos por doña Teresa Enríquez a comienzos del siglo XVI, que florecerá esplendoroso gracias al apoyo del sumo pontífice Julio II mediante la bula 'Pastoris aeternis'.
Particularmente fecunda resultará la labor de la piadosa dama en Sevilla, aprovechando su estancia en la ciudad en 1511, formando parte de la Corte de Fernando el Católico y Germana de Foix; a iniciativa de doña Teresa, germinará un importante número de cofradías del Santísimo Sacramento en diversas parroquias hispalenses.
Fruto dichoso de la pía obra de la devota aristócrata en los albores de la Sevilla del siglo XVI será la creación de la Cofradía del Santísimo Sacramento de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista; pues, si bien otorga primera regla en 1554, según noticia que nos ofrece el hermano Joaquín José Rodríguez de Quesada en el Libro de Protocolos de la cofradía, redactado entre 1762 y 1769, el estudio y recopilación de escrituras notariales realizado por este cofrade y escribano público, que llegó a ser alcalde de la cofradía que tratamos, permitirían situar la semilla que dio origen a la corporación en el contexto de la obra fundacional sevillana de doña Teresa Enríquez, aunque la corporación no se constituyera formalmente hasta 1554 bajo la prelatura de Hernando de Valdés.
Ya establecida canónicamente en la Parroquia de San Juan Bautista, la Cofradía del Santísimo Sacramento procuró una capilla donde rendir culto adorativo al Santísimo Sacramento, Presente Real y Permanentemente en el Sagrario. En principio tuvo que conformarse con pagar un tributo por el uso de la capilla de los marqueses de Fuentes y condes de Talhara, del linaje de los Zúñiga, hasta lograr hacerse con la titularidad del sacro recinto gracias a la marquesa Francisca de Fuentes Guzmán y Lugo, que otorgó la donación en escritura notarial fechada el 21 de agosto de 1651 levantada por Diego Cerón de la Peña, escribano público de la Villa de Madrid".

A la Hermandad Sacramental de San Juan de la Palma, hoy fusionada con la Amargura, pertenece una talla del Niño Jesús de 1644, de madera policromada y estofada, pedrería y cruz de plata de ley. El tallista fue Alonso Martínez, mientras que Gaspar de Ribas se ocupó del estofado y la policromía.


Vemos también una talla de San Juanito atribuida a Francisco Dionisio de Ribas, de mediados del siglo XVII. Es también de madera policromada y estofada, y pedrería, con cruz y lábaro de plata de ley.


A su lado está el libro de reglas de 1790 de la Hermandad Sacramental de San Juan de la Palma.


Los nazarenos de la Hermandad de la Amargura llevan en el pecho la cruz de San Juan, también llamada cruz de Malta. El siguiente panel nos habla de esta relación con el texto "El origen de la Orden de Malta":

"Según algunos historiadores, su diseño se basa en cruces ya utilizadas desde la Primera Cruzada. Nos remontamos al 15 de agosto de 1096, cuando la Iglesia Católica y el imperio bizantino aspiraban a recuperar el control de Anatolia y del levante mediterráneo, bajo control musulmán. En estas mismas cruzadas, que no acabarían hasta el 15 de julio de 1099, se fundan las órdenes de caballería templaria, hospitalaria y del sepulcro.
Según otros, lo adoptó el beato Gerardo, fundador de la Orden, por ser un símbolo de Amalfi, su ciudad natal. En todo caso, la primera regla de la Orden, aprobada en 1120 por el maestre Raimundo de Podio, disponía que los freires (sacerdotes de la Orden) llevasen en el pecho esta cruz blanca sobre el hábito negro.
La cruz de San Juan, símbolo hospitalario, ha dado lugar a varias interpretaciones. Es blanca por la importancia que se da a la pureza que hay que tener, tanto en el interior del corazón como por fuera, sin mácula ni mancha.
El color rojo simboliza la sangre y el sacrificio, y se deriva del uso tradicional de este color en la heráldica para representar valor, coraje y martirio. Algunos autores opinan que también puede simbolizar la caridad y la protección de los débiles y necesitados, principios centrales de la orden.
Las ocho puntas de la cruz son en memoria de las ocho bienaventuranzas que siempre debemos tener con nosotros. La primera será la satisfacción espiritual; la segunda, vivir con sencillez y sin malicia; la tercera, vivir en la humildad; la cuarta, llorar las faltas y pecados; la quinta, amar la justicia; la sexta, ser misericordioso; la séptima, ser limpio y sincero de corazón y de pensamiento; y la octava, soportar las aflicciones y persecuciones por la justicia. Y estas virtudes se han de grabar y guardar en los corazones para la conservación de las almas.
Las puntas que apuntan hacia el interior hacen referencia a las virtudes cardinales que todo caballero debía poseer: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza.
A partir de 1462 las ocho puntas también llegaron a representar las ocho 'lenguas' (literalmente 'tongues', pero de hecho, determinadas agrupaciones nacionales) de los nobles que fueron admitidos en la orden hospitalaria, es decir, caballeros procedentes de Francia con las lenguas de Auvernia (los bretones), Provenza (los de Languedoc) y Francia propiamente dicha (los Languedoil); procedentes de España, la de Aragón (que incluía también a Cataluña y Navarra) y la de Castilla (que incluía también a Portugal); Baviera (Alemania), que incluía también a escandinavos, polacos y bohemios; Inglaterra (que incluía a Escocia e Irlanda); y finalmente Italia".

Por otro lado, a la Parroquia de San Juan de la Palma pertenece un óleo sobre tabla del siglo XVI y autor anónimo de "San Jorge matando al dragón".


Y es que la cruz con la que se representa a San Jorge es la misma que la de San Juan. Se explica en el siguiente texto:

"De siempre la Iglesia Católica ha interpretado la figura de San Jorge como el arma de Dios en la tierra. El caballo blanco en el que va montado es la Iglesia. La lanza se interpreta como el arma otorgada por Dios para acabar con la blasfemia, el mal y la tentación, que son representados en el ángel caído, que en este caso es la figura del dragón. Tiene mucho que ver con la figura de San Miguel Arcángel, ambos matando a la fiera o al demonio con arma de metal, lanza o espada.
En el Medievo la leyenda nos sitúa a San Jorge ante una princesa prisionera de un dragón, delante del castillo o de unas murallas de una ciudad en la que su padre es el rey, quien además le pide al santo que la rescate en su nombre.
El caballero lleva en su pecho la Cruz de San Jorge, que no deja de ser la misma que la de San Juan, pero con sus colores invertidos. La pintura fue un encargo de la parroquia al artista anónimo del XVI y probablemente con el único fin de pedirle protección ante las múltiples enfermedades y epidemias de cólera y peste (representadas en el dragón) que asolaban por aquel entonces la ciudad".

Nos centramos ahora en la Hermandad de la Amargura, comenzando por reproducir un texto sobre los orígenes de la corporación:

"Los datos más antiguos que poseemos de la hermandad corresponden a la última década del siglo XVII y la sitúan en la Parroquia de San Julián. Concretamente, las primeras reglas conocidas datan de 1696.
A finales del siglo XVII, la hermandad ya cuenta con la imagen del Cristo, al parecer del taller de Pedro Roldán. Aunque son varias las posibilidades sobre su autoría, en lo que coinciden todos los historiadores del arte es en la vinculación con el maestro barroco, vecino de San Julián, collación donde se generó la corporación y se fue fraguando su imagen.
La dolorosa aparece por primera vez en el inventario de 1708 y se desconoce su autoría. Probablemente saliera también del mismo taller de Pedro Roldán, pues mantiene los rasgos propios de las obras modeladas en el citado lugar. Es muy probable que en las primeras estaciones de penitencia la Hermandad de la Hiniesta cediera la imagen de su dolorosa para tal efecto".

En la Parroquia de San Julián hay un panel cerámico que habla precisamente de la fundación de la hermandad y que vemos también fotografiado en esta exposición.


En una vitrina se muestran el libro de reglas fundacional (1696), el libro de actas de 1699 en el que se incluye la primera acta de cabildo ya en San Juan de la Palma (1724), y el tercer libro de actas (1906) en el que se hace constar la aprobación de la fusión entre la hermandad de penitencia y la sacramental.




Un nuevo texto encontramos ahora, éste dedicado al imaginero Benito Hita del Castillo:

"Escultor sevillano nacido el 12 de enero de 1714 en la calle Cañaverería del popular barrio de la Feria, y bautizado en la Parroquia de San Martín; aunque vivió largos años de su vida en la collación de San Juan de la Palma, en cuya cofradía sacramental fue recibido como hermano el 20 de marzo de 1733, ocupando, además de numerosas diputaciones, diversos oficios de la junta de gobierno entre 1740 y 1767, incluidos los de alcalde y mayordomo. Fue al mismo tiempo miembro de la junta de gobierno de la Hermandad de las Maravillas en el mismo templo.
Aunque la hermandad no posee documentación alguna, la atribución constante y antigua nos hace insistir en la autoría de la imagen de San Juan Evangelista. Si a eso unimos la plena coincidencia de sus rasgos estéticos y estilísticos con la producción documentada del maestro entenderemos lo certero de dicha afirmación. En este sentido, la bibliografía competente indica que se hizo por los años de 1760. Cabe aclarar que en el inventario de 1762 no figura aún, por lo tanto, o no había sido aún realizado, o al menos la corporación no lo había recibido.
El 4 de marzo de 1763 el por entonces mayordomo de la cofradía, Francisco Javier Bernal, abonaba a Benito Hita del Castillo el cuerpo y candelero de la Amargura, adoptando una nueva posición que se ajustaba mejor a la conversación con el Discípulo Amado".

Vemos ahora una foto de la que fue la primera capilla que ocupó la Hermandad de la Amargura en San Juan de la Palma junto a un texto explicativo:


"El domingo 22 de agosto de 1723 tiene lugar un cabildo significativo para la hermandad porque en él los oficiales propusieron a los hermanos, por motivos diferentes y para mayor culto e incremento de la cofradía, el traslado desde la Iglesia de San Julián, donde se encuentran desde su fundación, a la Parroquia de San Juan de la Palma. La hermandad ocuparía la capilla de Santa Catalina, cedida por Alfonso de Esquivel, caballero de la Orden de Santiago y comendador de Castilleja de la Cuesta.
El 25 de junio de 1724 se firman las escrituras y se celebra el primer cabildo, aún sin las imágenes, en la iglesia parroquial de San Juan de la Palma. El 26 de octubre de 1724 un auto del provisor y vicario general autoriza el traslado de la hermandad desde San Julián a San Juan de la Palma con sus imágenes, insignias y bienes.
El 30 de noviembre del mismo año se realiza cabildo en San Juan indicando expresamente en el acta que las imágenes siguen en San Julián. El 1 de mayo de 1725 tiene lugar el primer cabildo en el que están presentes las imágenes".


"El origen de una advocación" es un texto que hace referencia a las advocaciones de las imágenes titulares de la hermandad:

"La impronta jesuítica, vecinos de la collación de San Julián, se refleja en la elección de la advocación de Silencio para el Cristo y la devoción a su madre como Madre de Dios de la Amargura. El espíritu ignaciano está presente en el pasaje elegido para representar en el primer paso: 'la cofradía de penitencia de el Santísimo Christo del Silencio y menosprecio que de su Magestad hizo Herodes, y Nuestra Señora de la Amargura'. Es la majestad de un Cristo que abandona todo prestigio humano y, aun pasando por loco, se despoja de todo orgullo para entregarse amorosamente a la redención de la humanidad. Y en cuanto a los cristianos, sus seguidores, no pueden aspirar más que a imitarlo, como expresó San Ignacio".

Un personaje muy destacado en la historia de la Hermandad de la Amargura es Mariano de la Cuesta, al que se dedica un texto que permite comprender su importancia en la corporación:

"En los trescientos años de permanencia ininterrumpida en la sede de San Juan de la Palma, la hermandad ha pasado por momentos de mayor y menor esplendor. Es el historiador Bermejo en sus 'Glorias religiosas de Sevilla' quien afirma que la Hermandad de la Amargura estuvo en decadencia hasta el año 1808, año en el que se estableció, llegando incluso a hacer la estación de penitencia el Martes Santo, como asimismo en el siguiente de 1809.
La invasión napoleónica de 1810 propició que tuviera largos años de letargo en el que probablemente las imágenes fuesen incluso retiradas del culto y desaparecieran gran parte de sus enseres.
El autor de 'La historia de las cofradías' afirma que a partir del año 1814 'la hermandad quedó en el mayor abandono, y no hubiera tal vez concluido si algunos jóvenes piadosos en 1828 no hubieran concebido la idea de restablecerla'. 'Suplico a ud, sirva mandar otro por duplicado pues por lo contrario se siguen graves perjuicios a la hermandad. Esta gracia espero merecer de la rectitud de ud. Sevilla, 5 de marzo de 1829. Mariano de la Cuesta'. Así se despide el que por entonces fuera mayordomo y benefactor de la hermandad en el proyecto de nuevas reglas presentadas al Supremo Consejo de Castilla.
Mariano de la Cuesta fue el todo por el todo. Ocupó los cargos de mayordomo 1º y 2º durante muchos años, así como secretario 2º, fiscal 1º, prioste 1º y, cómo no, el de hermano mayor. Podemos decir que nadie en la hermandad, en sus tres siglos de existencia, ha aportado tanto entusiasmo, tiempo y dedicación. Otras hermandades llegaron a extinguirse. La nuestra, gracias a él, perdura".


Y llegamos a la última parte de la exposición, dedicada a la Coronación Canónica de la Amargura:

"Es entrando ya en la década de los cincuenta donde el esplendor de la cofradía tocará techo con la Coronación Canónica de su bendita titular, María Santísima de la Amargura, lo cual colocará de nuevo a la corporación en cabeza dentro de las entidades penitenciales de Sevilla, sin posibilidad ya de que el listón sea rebasado, como primacía efectiva y honorífica concedida por la misma Roma.
A las seis de la mañana del jueves día 18 de noviembre de 1954 la Virgen de la Amargura salió hacia la Catedral. Iba 'camino de la apoteosis, rodeada por un impresionante recogimiento... sobre una alfombra de preces, de cantos y de lágrimas' (ABC). Pese a lo temprano de la hora y a tratarse de una jornada laborable, miles de devotos se lanzaron a la calle para acompañarla, rezando el rosario.
Desde el 18 hasta el 20 hubo cultos solemnísimos predicados por el Cardenal Segura, artífice espiritual de la Coronación, que por otra parte estaba sustentada con la mayor firmeza sobre la base del propio prestigio devocional de la cofradía, tan inequívocamente puesto de manifiesto a lo largo de su historia, y especialmente a partir del siglo XX, cuando se constituyó en verdadera avanzada artística de toda la Semana Santa sevillana; aparte de que entonces tales privilegios tenían que ser refrendados por Roma.
A las seis de la tarde del 21 de noviembre de 1954 el Cardenal Segura, acompañado por los capitulares que lo asistían, subió la plataforma. Sostuvo unos momentos la corona y la colocó en las sienes augustas de la Señora. Luego colgó del pecho de la imagen su cruz pectoral".

El Papa Pío XII fue el pontífice que aprobó la Coronación Canónica de la Amargura:

"Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli, Pío XII, nace en Roma el 2 de marzo de 1876. Fue el 260º Papa de la Iglesia Católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 2 de marzo de 1939 hasta su muerte en 1958. Pío XII firma la bula que concede a la hermandad la Coronación Canónica de María Santísima de la Amargura".

Enmarcada vemos la mencionada bula papal de Pío XII.


También se muestra la bandera pontificia de la corporación, con el escudo de Pío XII bordado en oro, plata y sedas sobre seda blanca y amarilla por las Madres Trinitarias de Sevilla (1954).



Seguidamente, vemos el broche que la infanta María Luisa de Orleáns regaló a la Amargura, de la que era camarera de honor, el 27 de mayo de 1958. Se trata de una estrella de cinco puntas con la inscripción B.O.T., un broche que la Brigada Obrera Topográfica había regalado a la infanta el 15 de marzo del año anterior.


La exposición muestra ahora una serie de recortes de prensa de la época relativos a la Coronación Canónica de la Amargura.







Observamos también la cruz pectoral de oro naranja, amarillo y pedrería, obra de autor desconocido de entre 1916 y 1920 regalada por el Cardenal Segura a la Virgen el día de su Coronación.


A la hermandad pertenece un óleo sobre tabla pintado en 1960 por Rafael Rodríguez Hernández con el rostro del Cardenal Pedro Segura y Sáenz, del que también se ofrece un resumen de su biografía.


Y por supuesto, forma parte de la muestra la corona de oro repujado, plata y pedrería que se le impuso a la Amargura aquel día, labrada por Cayetano González Gómez. Justo detrás hay una foto de la Virgen con dicha corona.







Y dado que la exposición se inició justo en la víspera del Corpus, hay que terminar con diversas fotografías de pasos, altares y balcones con los que la Hermandad de la Amargura ha participado a lo largo de un siglo en la festividad del Corpus Christi, siendo la foto más antigua de 1919 y la más actual de 2019.










Aún quedan algunos días para disfrutar de esta muestra de la Hermandad de la Amargura, corporación unida inseparablemente a la Iglesia de San Juan de la Palma desde hace 300 años. Tan inseparablemente, que actualmente la tiene cedida por parte del Arzobispado de Sevilla.

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