El Santísimo Cristo del Calvario cerró ayer, segundo domingo de Cuaresma, los cultos en su honor quedando expuesto a la veneración de los fieles bajo el coro de la Parroquia de la Magdalena. Este acto de veneración celebrado en lugar del tradicional besapié dio comienzo tras la misa de las diez y media de la mañana y se prolongó hasta las ocho menos cuarto de la tarde, cerrándose con el rezo del Santo Rosario.
El crucificado de la Madrugá se encontraba delante de la puerta del templo que da a la calle que lleva su nombre, aunque la puerta estaba tapada con un cortinaje de damasco rojo que, a modo de dosel, contaba con una gotera de terciopelo en la parte superior con el emblema de la hermandad bordado en el centro.
En posición vertical, el Cristo del Calvario, que llevaba sus potencias de salida, estaba sobre un pequeño entarimado y flanqueado por las dos jarras de su paso procesional con claveles rojos. Además, delante se colocaron dos de los portahachones también de su paso y a sus pies un pequeño monte de lirios morados, flores que también estaban en sendos frisos a un lado y a otro de los hachones.
También hay que subrayar la presencia junto a la puerta de dos pies de base cuadrada que sostenían unos centros de claveles entre candeleros dorados con cera blanca, mientras que delante de todo el conjunto se ubicaron cuatro blandones también dorados con cirios color tiniebla como los hachones.
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