Fue el último paso que salió a las calles antes de la pandemia del coronavirus hace dos intensos y largos años (ver). Este sábado, y aunque ya el pasado otoño vimos felizmente pasos en las calles, el Milagroso Niño Jesús de Praga, de la Archicofradía del Carmen del Santo Ángel, cerró de alguna manera el círculo con una salida procesional que atrajo a un gran número de cofrades; quizá a más de los que hasta 2020 solían acudir a una cita que poco a poco se ha convertido en imprescindible en el calendario cofradiero de la ciudad.
Y eso que no fue una tarde fácil en el ánimo de los cofrades del Santo Ángel, que vivían su primera salida procesional sin Miguel Ángel Pérez Martínez, carismático ex hermano mayor y uno de los máximos responsables de que la corporación tenga la pujanza que hoy tiene. Su recuerdo estuvo presente en todo momento desde la salida hasta la entrada y, por supuesto, estaba bien visible en el lazo negro que colgaba de uno de los candelabros delanteros del paso.
Eran las cinco y media de la tarde cuando, con rigurosa puntualidad, comenzaba a salir un largo cortejo desde el templo de la calle Rioja. El grueso de este cortejo lo conformaban representaciones de los grupos juveniles de un buen número de hermandades de Sevilla y de la provincia. No en vano, la del Niño Jesús de Praga es desde hace unos años la gran procesión de la juventud cofradiera.
Por supuesto, no faltó el estandarte corporativo de la Asociación de Fieles del Santísimo Cristo de los Desamparados y María Santísima de la Salud, que iba justo delante del estandarte del Carmen del Santo Ángel. Y también estaban los cofrades del Carmen Doloroso, hermanados con la archicofradía carmelita.
La Agrupación Musical Santa María Magdalena de Arahal esperaba en la calle Rioja la salida del paso, que desde el presbiterio avanzó hasta la puerta por la calle central del templo. Al salir, los costaleros, que comandaban José Manuel Palomo y sus auxiliares, tuvieron que echar el cuerpo a tierra para que el remate del aparatoso baldaquino de madera dorada estrenado en 2017 no rozara el dintel.
El Himno de España recibió al Niño Jesús en la calle, seguido por la interpretación de la marcha que por primera vez sonó en 2020 tras el paso, de nombre "Milagroso Niño Jesús de Praga". Con ella, el paso giró a su derecha y se detuvo después, momento en que uno de los auxiliares del capataz se dirigió a los costaleros antes de hacer sonar el llamador: "Mucho tiempo hemos esperado, pero ya está aquí el día"; y con cierta emoción dedicó la levantá: "Por todos los que están en el Cielo".
A continuación, el Niño Jesús de Praga continuó su camino por la calle Rioja a los sones de un clásico de las agrupaciones musicales, como es "Christus vincit". Hay que destacar el colorido exorno floral del paso, compuesto de orquídeas, rosas, crisantemos, claveles, paniculata, margaritas, tanacetum, estátice y minuclaudio.
Con la marcha "Recuerdos de Arahal", el Niño Jesús de Praga tomó la calle Velázquez en dirección a la plaza de la Campana. Incluso un hermano que iba delante del paso comentaba la cantidad de gente que estaba viendo a la cofradía. "La gente tiene ganas", decía, a lo que el capataz le respondía orgulloso: "Eso y que salimos nosotros, que nos quieren ver".
Sonaba "La herencia del maestro" mientras el paso dejaba atrás Velázquez y alcanzaba la confluencia con O'Donnell, donde se produjo el primer relevo de costaleros.
El Niño Jesús de Praga llegó a la Campana y, como en años anteriores, sonó "Nuestro Padre Jesús de la Victoria", la primera marcha que cada Domingo de Ramos se toca tras el primer paso en salir, el misterio de la Hermandad de la Paz.
El paso fue girando para discurrir por el acerado y la Agrupación Musical Santa María Magdalena enlazó varias marchas que culminaron con "Alma de Dios" cuando se adentró por la calle Sierpes. La gente que se encontraba en la plaza reconoció con un aplauso el gran momento vivido con la primera entrada en Campana de un año en el que se esperan vivir muchísimas más en el mes de abril.
En Sierpes, el Niño Jesús de Praga, vestido con túnica burdeos y manto azul, recorrió varios tramos hasta girar a Cerrajería, buscando Cuna, plaza del Salvador, Álvarez Quintero y Entrecárceles.
El itinerario continuó por la callecita dedicada a Francisco Bruna, por la que el paso alcanzó la plaza de San Francisco mientras sonaba "Dolores y Misericordia". Desde ahí entró de nuevo en Sierpes, ahora por el extremo contrario al que había recorrido antes, y avanzó con "Saber que vendrás" hasta poco antes de las llamadas Cuatro Esquinitas de San José, en la confluencia entre Sierpes, Sagasta y Jovellanos.
Por ésta se internó el Niño Jesús de Praga mientras la agrupación musical interpretaba "La mudá". Posteriormente, el paso se detuvo ante la fachada de la Capilla de San José, donde se aprovechó para realizar un nuevo relevo de costaleros.
Tras el relevo, el Milagroso Niño Jesús de Praga continuó su camino con "Cantemos al Amor de los amores" y luego se detuvo a pocos metros del cruce con la calle Tetuán, a la que posteriormente salió a los sones de "La saeta". Poco después, sonarían tras el paso "Salve, Don Bosco Santo" y otro gran clásico del sonido de las agrupaciones musicales, "Pasa la Virgen del Refugio", ésta ya en el giro a Rioja.
En los últimos metros del recorrido, el Niño Jesús de Praga se fue acercando al Convento del Santo Ángel con la marcha "Veritatis splendor". Los frailes carmelitas esperaron al paso sin pasar al templo para situarse ante el Niño y entrar mirándole a la cara.
Con "Dios de Esperanza", el paso fue girando ya ante la puerta y, tras la última levantá en la calle, se acercó a ella para realizar la entrada mientras la agrupación musical enlazaba "Resucitó" con "El oboe de Gabriel", momento en que el paso cruzó el dintel y comenzó a recorrer la nave central hasta el lado derecho del presbiterio.
Los guiones y banderines de los grupos jóvenes que habían acompañado al Niño Jesús de Praga en su salida procesional se ubicaron juntos en el altar mayor. Desde ahí rezaron las oraciones finales, durante las cuales, de nuevo, se mencionó a Miguel Ángel Pérez. Unidos todos en la oración: los que garantizan la continuidad futura de las cofradías y los que ya se fueron tras dedicar su vida a ellas, como fue el recordado Miguel Ángel.
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