El pasado sábado volvió a ser puesto al culto en la Parroquia del Perpetuo Socorro de Jerez el Santísimo Cristo de la Salvación, tras la reforma a la que ha sido sometido desde el pasado mes de agosto. Su propio autor, Manuel Alejandro Oliveras de Perea, ha sido el encargado de esta actuación en la que también ha participado José Carlos Gutiérrez Otero.
En concreto, ambos artistas han llevado a cabo un retallado del rostro y de las manos, dejando prácticamente sin tocar la zona del pelo y la barba, y han oscurecido la policromía, incorporando regueros de sangre que antes no existían o que se encontraban en otras partes de la cara. A ello hay que añadir un cambio en el color de los ojos, que igualmente han sido modificados, y la realización de una nueva corona de espinas que contribuye aún más al contraste entre el aspecto anterior y el actual de la talla.
El resultado es una sustancial mejora de una imagen que ya fue retocada hace unos años y que no terminaba de gustar desde el punto de vista estético en el seno de la Hermandad de la Salvación; cofradía que, como hiciera la de la Redención en 2020 (ver), optó por encargar a su propio autor una reforma que resulta más que evidente al comparar el antes y el después.
Con esta nueva apariencia, el Cristo de la Salvación podrá hacer por fin estación de penitencia a la Catedral jerezana en la jornada del Martes Santo, día en el que, tras abandonar el Sábado de Pasión, debería haberse estrenado en la frustrada Semana Santa de 2021.
Antes y después del Cristo de la Salvación
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