Quizá hayan pasado quince años, quizá veinte... No recuerdo bien. En plena Madrugá, en la calle Orfila y ante la Capilla de San Andrés, estaba allí, con sus auriculares en los oídos, escuchando la retransmisión radiofónica. "La que está liando en la Campana", dijo con verdadera ilusión mientras esperaba la llegada de la cruz de guía de los Gitanos y ya hacía rato que se había marchado el paso de palio de la Virgen de la Concepción del Silencio. Escuchaba la entrada en carrera oficial del misterio de las Tres Caídas y se le notaba lo que estaba disfrutando.
Pedro Pablo Mije Mezquita se ha ido inesperadamente. Un personaje, en el mejor sentido del término, del universo de las cofradías. Aguador de pasos, tanto de penitencia como de gloria, e incluso aguador de músicos, como los de la Agrupación Virgen de los Reyes, que lo consideraba un miembro más. Cicerone de visitantes de los templos que frecuentaba y en cuya puerta se le solía ver, principalmente en San Juan de la Palma y en alguno más de la zona. Ayudante en lo que hubiera menester incluso en la Maestranza en temporada taurina. Lo que hiciera falta. Ahí estaba Pedro (Pedrito, como muchos lo llamaban), dispuesto a echar una mano, pero siempre, o casi, con su chaqueta, bien vestido, muy aparente. También era frecuente tiempo atrás verlo acompañado de su madre, llevándole el carro de la compra, atendiéndola.
Y en todo ello, pese a las dificultades propias, con un optimismo, una entrega y una predisposición envidiables. Y siempre, o casi, con la misma ilusión que sus ojos y su necesidad de compartirlo con quien estuviera cerca mostraban aquella Madrugá. "La que está liando en la Campana", decía imaginando lo que no estaba viendo, lo que no ha podido ver, como todos, en los últimos dos años. Pero éste sí. Lo verá todo; en Orfila, en la Campana o desde la trasera de cualquier paso con el cántaro en la mano. Agua para el costalero, agua para el músico... y puertas del cielo abiertas, como las de los templos que frecuentaba, para un personaje, bueno y sencillo, de las cofradías. Puertas abiertas, puerta grande, para Pedrito.
Foto: Antonio Delgado-Roig
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