Con la emoción por lo vivido el Domingo de Ramos aún latente (ver), afrontamos un Lunes Santo con la expectativa de vivir una jornada completa, con todas sus cofradías en la calle, como así fue, aunque se viera interrumpida al final por esa lluvia a la que parece que le cuesta perderse una Semana Santa.
Pero vamos a empezar por el principio, porque el día se presentaba con varios puntos de interés, incluyendo alguna estampa histórica que quedará para siempre en el recuerdo de los cofrades. Y a ella vamos en primer lugar con la Hermandad de la Sed, la más joven del día, como protagonista. Las obras de ampliación de su parroquia hicieron que la corporación tuviera que buscar sede provisional. Para no alejarse en exceso de Puertas del Sur, buscó cobijo en la Parroquia de San Rafael y San Gabriel. Su párroco, sin embargo, no estuvo por la labor... Así que tuvo que ser el Obispado el que decretase que la hermandad se trasladara a la Parroquia de San Miguel, donde ya se celebraron el besapié y el besamanos a sus imágenes titulares (ver).
Salir desde el centro hizo que se retrasara considerablemente la hora en que la hermandad se pondría en la calle. Así, a las cuatro menos cuarto de la tarde es cuando salió la cruz de guía, seguida de un cortejo en el que se estrenaba el banderín del grupo joven. Además, por primera vez en Lunes Santo vimos también el nuevo guión corporativo, aunque éste ya lo pudimos contemplar en la participación de la Virgen del Amparo en la Magna Mariana de octubre (ver).
El paso del Santísimo Cristo de la Sed, que va avanzando poco a poco en su tallado por parte de David Medina Soto, asomó por la puerta principal de San Miguel, ofreciendo una estampa bellísima que hizo recordar aquellos Sábados de Pasión hasta 2018 en los que la hermandad hacía su estación de penitencia precisamente a este templo.
La Banda de Cornetas y Tambores de la Coronación de Campillos fue la encargada de acompañar por primera vez, tras la lluvia de 2024, al Cristo que tallara Elías Rodríguez Picón. Ya en el momento de la salida de la cruz de guía tocó "Requiem", mientras que al salir el paso sonó, tras la Marcha Real, la composición "Gitano, tú eres de Santa María".
El Cristo de la Sed salió algo hundido en el paso para atravesar la puerta; luego se elevó para esa primera chicotá, pero ya en la calle Santa Cecilia se volvió a bajar algunos centímetros para poder pasar bajo algunos de los cables de esta calle y de la plaza de San Agustín a la que se dirigía. Hay que destacar el exorno floral del paso, compuesto de claveles color cardenal, con algunos cardos, además de espinos en todo su perímetro.
Aún en Santa Cecilia, sonó la marcha "Cautivo de tu mirada", tras la que el paso se detuvo para el primer relevo de costaleros. Posteriormente, salió a la plaza de San Agustín con "Conversión del Buen Ladrón" y buscó Conde de Bayona hacia Armas.
Una hora después de la Sed tenía fijada la salida la Hermandad de la Candelaria desde la Parroquia de Santa Ana. Numerosos vecinos y cofrades esperaban la salida de la cofradía, y con ellos la Agrupación Musical Lágrimas de Dolores de San Fernando.
Los nazarenos comenzaron a avanzar por la plaza de la Constitución y pronto la formación musical avisó de la inminente salida del paso de Nuestro Padre Jesús de las Misericordias tocando "El oboe de Gabriel", de la banda sonora de la película "La misión", a la que siguió el Himno Nacional al salir el paso y la marcha "Pureza".
El Señor de las Misericordias sorprendió portando una túnica morada lisa, ya que se daba por hecho que saldría con su nueva túnica bordada, la que llevó en el besamanos del cuarto domingo de Cuaresma (ver). En cuanto a la Santa Mujer Verónica, tenía un paño pintado por José Miguel González Morales y donado por un hermano.
Diversas flores rojas como rosas y orquídeas adornaban este paso, que tras su primera parada aún en la plaza se levantó con el recuerdo de Carmen, una devota recientemente fallecida, y de Estrella, una niña de la que el capataz dijo que "necesita al Señor".
Seguidamente, el paso del Señor de las Misericordias comenzó a caminar a los sones de la marcha "Lágrimas de Estrella", tras la que sonó "En ti creemos" con el misterio tomando la calle Fernando de la Cuadra. Allí, tras una nueva parada, interpretó la agrupación isleña la composición "Resucitó".
Entretanto, el paso de palio de la Virgen de la Candelaria salió también a la calle y tras el Himno la Banda de Música Virgen del Castillo de Lebrija interpretó "Candelaria", de Andrés Muñoz, seguida luego por "El Corpus".
Hay que indicar que poco antes de Semana Santa se aprobó en un cabildo extraordinario el diseño de un nuevo paso de palio para la Candelaria; un proyecto que se aleja bastante del tipo de palio actual y del tipo de paso de palio de una cofradía de barrio, como es ésta. Los hermanos sabrán, pero lo cierto es que el proyecto aprobado no pega demasiado con este perfil de cofradía. Sorprende aún más el hecho de que el hermano mayor defendiera meses atrás en un medio de comunicación el diseño del palio que ahora tiene la Candelaria. ¿Tan difícil era simplemente plantear una ejecución bordada y mejorada del palio que todos conocemos?
Volviendo al Lunes Santo pasado, hubo una levantá emotiva en la plaza de la Constitución en memoria de la tía de uno de los capataces, que era muy devota de la Virgen de la Candelaria y quería llegar a verla de nuevo en la calle, lo que no fue posible porque falleció un mes antes de Semana Santa. Después de una levantá por ella, la Candelaria se marchó por Fernando de la Cuadra a los sones de "Siempre Macarena".
El Lunes Santo nos seguía dando alegrías cuando nos encaminábamos a buscar otras de las hermandades de la jornada, la Paz de Fátima, que ya buscaba por la calle Zaragoza el inicio de la carrera oficial. El Señor de la Paz ha cumplido 25 años desde su bendición. Con motivo de esta efeméride, la imagen vestía una nueva túnica blanca bordada en oro.
No era ésta la única novedad sobre el paso de misterio, ya que había una figura nueva, la de Claudia Prócula, mujer de Pilatos, realizada por Miguel Ángel Caballero. Se trata de la penúltima talla incluida en la remodelación de este conjunto escultórico, a falta de un sayón que se estrenará el año que viene.
En la esquina de Zaragoza con San Cayetano estuvo el paso del Señor de la Paz algunos minutos parado a la espera de situarse tras la Hermandad de la Sed en carrera oficial. Cuando ya pudo reanudar su camino, la Agrupación Musical de la Sentencia interpretó la marcha "Coronado de Espinas". Justo el día anterior esta formación había acompañado por estas mismas calles al Señor de la Coronación. Luego, ya en San Cayetano, sonó la composición "Bendícenos, Padre" tras este paso adornado con flores rojas y que estrenaba el dorado del respiradero frontal.
Muy destacado fue el estreno que presentó el paso de palio de la Virgen del Refugio, con la caída frontal bordada por Fernando Calderón, según el diseño de Jesús Benzal. El conjunto contará con pequeñas piezas de imaginería de Fernando Aguado. Se trata de un importante salto de calidad en este paso de palio que sale a las calles de Jerez desde la incorporación de la hermandad al Lunes Santo en 2011.
La que hasta ahora era la caída frontal ha sido este año colocada en la parte trasera. Y en cuanto a los respiraderos, ha vuelto a llevar los que ya pudimos ver en la Magna Mariana, pertenecientes a la Hermandad del Carmen de Bonanza, de Sanlúcar de Barrameda (ver).
El paso de palio de la Virgen del Refugio también tuvo que soportar cierto parón en Zaragoza, y cuando pudo continuar lo hizo a los sones de "La Estrella Sublime", interpretada por la Asociación Musical Ecijana (Amueci).
Cambio de tercio, de estilo y de ambiente. Nos trasladamos a la calle Medina, por la que se acercaba al centro la Hermandad de Amor y Sacrificio, una cofradía diferente, con un estilo muy sobrio y que tiene como titular a una de las dolorosas que mayor devoción despiertan de toda la Semana Santa jerezana.
Los nazarenos, con capuz sin capirote y rezando durante el recorrido, iban abriendo camino a un paso de líneas extremadamente sencillas, cargado además a la antigua, al modo tradicional jerezano, sobre un hombro y con horquilla.
La Virgen de Amor y Sacrificio viste por completo de negro, saya y manto, sin bordado alguno. En el tocado blanco lleva un único broche, y alrededor de la cabeza un aro de estrellas. Además, sujeta en sus manos la corona de espinas mientras eleva al cielo la mirada.
El paso carece de iluminación durante el día. Y cuando llega la noche se enciende un pequeño foco oculto entre las flores que ilumina el rostro de la dolorosa que talló Carlos Monteverde en 1941. En cuanto a las flores, una tupida alfombra de alhelíes blancos ante la Virgen, a lo que hay que sumar los innumerables ramos que los devotos van donando a lo largo del recorrido.
Tras dejar atrás la calle Santísima Trinidad, en Medina los toques del cuadrillero en el llamador avisan de un relevo de cargadores. Los últimos nazarenos se acercan al paso, dejan sus cirios a los cargadores que salen y éstos se convierten automáticamente en nazarenos. Nadie abandona el cortejo en ningún momento. Todos siempre junto a la Virgen.
La Hermandad de Amor y Sacrificio ha intercambiado su puesto en carrera oficial con la Hermandad de la Cena. Aquélla ha sido este año cuarta, mientras que la Cena ha ocupado el quinto puesto. En la Porvera se encontraba el paso de misterio, andando como acostumbra a los sones del "Himno de San Antonio", seguido de "Mi oración" en el giro a la calle San Juan de Dios.
Impresionante el paso que fue del Cachorro, pero más impresionante aún el conjunto escultórico de Luis Ortega Bru, formado por el Señor y los discípulos... aunque no todos. Lástima que el imaginero de San Roque se marchara a Sevilla para hacer el apostolado de su Hermandad de la Cena, dejando cinco apóstoles sin finalizar en Jerez. Su buen trabajo en Jerez hizo que Sevilla también lo reclamara; y la ilusión de tener por fin un misterio completo en la capital hispalense, que no lo tuvo porque la Cena sevillana mantuvo el Cristo de Sebastián Santos que hoy permanece, le hizo dejar sin acabar el conjunto jerezano.
A las órdenes del capataz Martín Gómez y con los sones de la Agrupación Musical de la Estrella de Dos Hermanas, el paso de la Cena siguió adelante por San Juan de Dios con "¡Oh, pecador!", saliendo luego a la plaza del Mamelón, donde se pudo contemplar con detalle el clasicismo en el exorno floral del paso, compuesto de claveles rojo salpicados de espigas de trigo, en tanto que el Señor vistió como sus nazarenos, de rojo (el mantolín) y blanco (la túnica), justo al contrario que en su reciente besamanos (ver).
Y más clasicismo floral, en este caso en el paso de palio de Santa María de la Paz y Concordia, que contaba únicamente con claveles de color blanco. La dolorosa, recientemente atribuida al magnífico Ignacio López, ha salido por segunda vez (la primera fue en la Magna Mariana, ver), después de su más que necesaria restauración a cargo de Manuel Cobo Carrasco.
Con el particular movimiento al andar que dan las caídas metálicas de su palio, la Virgen de la Paz y Concordia avanzó por la calle San Juan de Dios a los sones de "Aquella Virgen" a cargo de la Banda del Nazareno de Rota. Luego salió a la plaza del Mamelón con "Lágrimas de Amargura" y continuó acercándose al inicio de la carrera oficial con "Hiniesta Coronada".
Y justo detrás de la Cena, completando la nómina de cofradías del Lunes Santo, la catedralicia Hermandad de la Viga, con su precioso hábito nazareno de capas de raso púrpura. El Santísimo Cristo de la Viga, siempre con cardos a sus pies, es la imagen más antigua de la Semana Santa jerezana, datado entre los siglos XIV y XV. Fue la Hermandad de la Piedad la que comenzó a organizar en los años veinte unas procesiones el Lunes Santo con este crucificado, que hasta 1946 no tuvo hermandad propia. De ahí que una representación de los cofrades de la Piedad forme parte del cortejo de la Viga.
La Capilla Musical Kyrie Eleison pone sus sones a este crucificado que va sobre un paso que fue de la Hermandad del Santo Crucifijo, de sencillas líneas rectas y en color madera. Una cartela central de plata con el escudo de la hermandad se sitúa en el centro, como también son de plata el titulus crucis, que sostienen dos ángeles, las potencias y la corona de espinas.
El cielo había adquirido ya un feo color gris, se había llenado de nubes y se empezaba a comentar que la Hermandad de la Cena iba a salir de la carrera oficial por la Alameda del Banco para regresar a San Marcos sin hacer estación de penitencia.
Mientras tanto, por San Juan de Dios desembocaba en el Mamelón el paso de palio de Nuestra Señora del Socorro, copatrona de Jerez, que precisamente por esta condición fue la encargada de cerrar la Magna Mariana en octubre (ver). En aquella procesión la vimos con un manto de la cofradía sevillana de Los Gitanos. Este Lunes Santo volvió a llevar un manto liso de terciopelo burdeos en lugar del manto de brocado con el que la hemos visto en años anteriores.
La Banda de Música de la Cruz Roja del Maestro Agripino Lozano, de San Fernando, iba tras este paso de palio, al que adornaban claveles, astromelias, lilium y anthurium, todo ello de color blanco. En la plaza del Mamelón sonó "Jesús de las Penas", y luego en Eguiluz la composición del maestro Beigbeder "Cristo de la Expiración".
Y este magnífico Lunes Santo, que hasta este punto habíamos disfrutado con normalidad, se transformó en algo ciertamente caótico. No había caído una gota, pero la previsión era clara: iba a caer. La Sed aceleró para regresar con algo de antelación a San Miguel. La Candelaria se refugió en la Catedral, y aunque en un principio se anunció su vuelta a Santa Ana esa misma noche, finalmente la cofradía decidió quedarse hasta la tarde del Domingo de Resurrección. Amor y Sacrificio salió de la carrera oficial a la altura de la plaza del Arenal para, por Corredera, buscar con celeridad su templo.
La Cena, como queda dicho, salió de Larga por la Alameda del Banco, y luego supimos que esta decisión estaba tomada desde por la mañana. Dicho de otro modo: la Cena no salió este Lunes Santo para hacer estación de penitencia a la Catedral, sino para darse una vueltecita. Literal.
El problema es que, habiendo decidido volverse y no hacer estación de penitencia, la cofradía no renunció a un andar pausado, haciendo cambios, luciéndose, buscando el aplauso... aunque eso perjudicara a otras dos hermandades.
Por un lado, la Viga necesitaba que la Cena se quitara pronto de en medio para acelerar y alcanzar la Catedral. Al final, el paso de palio no se empapó por los pelos. Pero es que la Paz de Fátima, que recortó camino para llegar antes a su templo, se encontró con la Cena cortándole el paso en Tornería.
Bien es verdad que tampoco se puede decir que la Paz de Fátima fuera corriendo. De hecho, el paso de misterio estuvo parado en la plaza Aladro bastantes minutos dando tiempo al paso de palio a salir de la estrechez de Tornería para que la cofradía no se cortara.
El caso es que, cuando la Virgen del Refugio estaba en Aladro, comenzó a llover y la cofradía empezó a correr. Duró poco esa primera lluvia. Pero luego, con el misterio en la parte más ancha de Zaragoza, la lluvia, convertida en pocos segundos en auténtico aguacero, volvió a aparecer y ambos pasos llegaron todo lo rápido que pudieron a la Parroquia de Fátima absolutamente empapados. Bastaba ver en el momento de la entrada del palio la cantidad de agua que caía a chorro desde el techo hasta el manto. Impresionante. Como el esfuerzo de ambas cuadrillas.
Y así fue cómo un Lunes Santo maravilloso, brillante y lleno de esplendor, se convirtió en un caos con una clara perjudicada por el intenso aguacero que nadie imaginaba cuando el sol de la tarde cegaba sobre el nuevo dorado y la blanca túnica del Señor de la Paz.
Para la Unión de Hermandades y para la delegación diocesana correspondiente del Obispado, tan diligente en otras ocasiones por auténticas minucias, quedará analizar lo ocurrido y el comportamiento de las cofradías implicadas en este caótico cierre precipitado de la jornada. Trabajo tienen.
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