Nuestra Señora del Valle ofreció sus manos a los devotos durante tres días, desde el viernes hasta el domingo, en la Iglesia de la Anunciación. La dolorosa fue situada para ello en el centro de la tarima ubicada en el presbiterio, sobre la alfombra de cultos de 2020 y sobre su peana procesional, en la que veíamos algunos claveles rosas, que era el exorno floral de todo el altar, a excepción de las rosas del mismo color que estaban en un gran centro ante la propia tarima.
La Virgen del Valle estaba vestida con su manto de salida y con la llamada saya de los soles, bordada por Teresa del Castillo en 1879 con diseño de su marido, Antonio del Canto. Además, tenía un fajín hebraico del que pendían algunos broches y medallas.
Sobre la cabeza tenía la corona de salida, mientras que en el pecherín llevaba un puñal de orfebrería dorada, la Medalla de la Ciudad y varios broches más. En cuanto a las manos, era la derecha la que daba a besar y en la izquierda tenía una flor de orfebrería.
Junto a la imagen había dos candelabros plateados con velas blancas y dos jarras del paso de palio con los claveles colocados de forma bicónica. Más atrás había otras dos jarras, aunque en este caso las flores estaban dispuestas en forma de cono simple. Las cuatro jarras y los candelabros se elevaban sobre sendos pies de base cuadrada de terciopelo morado.
Al fondo se alzaba el altar de cultos, con el simpecado presidiéndolo desde el dosel de la hermandad, junto al que estaban las tallas de San Juan Evangelista y Santa María Magdalena. Más jarras con claveles rosas y un gran número de candeleros con cera blanca adornaban este altar, en el que no faltaban un crucifijo en el centro y dos tallas de ángeles con filacterias moradas en las que se podía leer "Regina Vallis". Finalmente, hay que comentar la presencia de diversos blandones de madera dorada con cirios blancos repartidos entre la parte frontal del montaje y los laterales.
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