martes, 27 de octubre de 2015
MÁS DE QUINCE HORAS DE AZUL Y PLATA PARA RESUMIR 450 AÑOS DE HISTORIA
Cuando a mediodía del viernes se desarrollaban en San Julián las labores de colocación de las flores en el paso de palio de la Hiniesta, todo hacia presagiar la inminencia de un nuevo Domingo de Ramos. Cuando, un día después, los alrededores del viejo templo se llenaban de personas cogiendo sitio junto a la puerta, entre vallas y cámaras de televisión, el presagio ya fue algo más. Efectivamente, era Domingo de Ramos en pleno mes de octubre y la Hiniesta estaba a punto de salir a las calles, prácticamente a la misma hora a la que lo hace cada año cuando va camino de la Catedral.
Había preocupación, ya que las nubes habían dejado caer una temida llovizna de cuando en cuando durante la mañana. Y aún se podían ver grandes partes del cielo teñidas de gris pocos minutos antes de la hora fijada para la salida, las tres y media de la tarde. Mientras tanto, mirando de reojo al cielo, el entretenimiento estaba en ver la llegada de las diferentes hermandades que iban a formar parte del cortejo oficial de esta salida extraordinaria hasta la calle Aniceto Sáenz.
La Hiniesta celebraba los 450 años de su existencia como hermandad de penitencia (como hermandad de gloria supera ya los seis siglos) y nadie parecía querer perdérselo, empezando por las hermanas del Convento de San Cayetano, que ya se asomaban al balcón, engalanado, como tantos otros en el barrio, con banderas azules serigrafiadas con el escudo de la hermandad y la advocación Hiniesta. La fachada del convento, además, contaba con varias colgaduras, entre ellas grandes fotografías tanto de la Virgen de la Hiniesta como del Cristo de la Buena Muerte.
Algunos minutos después de las tres y media, se abrían las puertas de San Julián y la Agrupación Musical Santa María Magdalena de Arahal, que encabezaba el cortejo, comenzó a tocar "Cristo de San Julián". Era la procesión extraordinaria de la dolorosa de una hermandad indiscutiblemente mariana, pero no había que olvidar a ese crucificado que, con la Magdalena a sus pies, preside el primer paso de la cofradía.
Tras la agrupación musical, la cruz parroquial entre ciriales daba paso a varias parejas de niños con cirios azules, como los que llevaron todos los hermanos que formaron parte del cortejo. También se utilizaron en esta salida extraordinaria insignias como el guión del Grupo Joven, el guión concepcionista, el Pendón de la Ciudad y el Simpecado.
Y tras éste, la enorme relación de hermandades que acompañaron a la Hiniesta en este día tan especial, empezando por la vecina Hermandad de la Pastora de Capuchinos y siguiendo con la Hermandad de Araceli, Rocío de la Macarena, Corpus Christi, Carmen de San Leandro y cofradías de penitencia como Pasión y Muerte, Bellavista, Pino Montano, San José Obrero, Santa Genoveva, San Gonzalo, el Cerro, los Javieres, San Esteban, San Benito, la Bofetá, San Bernardo, las Siete Palabras, los Negritos, las Cigarreras, Monte-Sión, Pasión, la Macarena, la Esperanza de Triana, los Gitanos, la O, Montserrat, el Sol, la Trinidad, el Santo Entierro y todas las hermandades del Domingo de Ramos, seguidas por el Rosario de San Julián. Finalmente, antes de la presidencia, iba el Libro de Reglas y el estandarte de la propia Hermandad de la Hiniesta. Asimismo, hay que subrayar la presencia de varias hermandades de fuera de Sevilla, con las que la Hiniesta mantiene cierta vinculación, como la Hermandad del Santo Sepulcro de Daimiel (Ciudad Real), que tiene como titular un conjunto escultórico de Castillo Lastrucci, réplica de la Piedad que se encuentra en San Julián sobre los restos mortales del imaginero.
Antes de salir a las calles, en el interior de San Julián, la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora del Carmen de Salteras interpretó "Hiniesta Coronada", dedicada a la Virgen de gloria, que junto al crucificado iba a quedarse también en un segundo plano en esta ocasión.
Algo más de media hora después del inicio de la salida del cortejo, el paso de palio de la Hiniesta alcanzó la puerta ojival de San Julián y Rafael Ariza pidió a los costaleros que echaran el cuerpo a tierra para realizar la difícil maniobra de la salida, en la que la esquina delantera del costero izquierdo llegó a rozar levemente. Poco a poco, el palio fue saliendo hasta levantarse ya en la calle entre los aplausos de los presentes y los sones del Himno de España a cargo de la Banda del Carmen. Tras una breve parada para colocar los zancos, se inició este otoñal Domingo de Ramos con el palio moviéndose con su marcha más conocida, "La Estrella Sublime", a la que después, en la plaza, seguiría "Aniversario en San Julián", la nueva marcha compuesta por Manuel Román Hidalgo expresamente para esta salida extraordinaria; una composición que sonaría después en varios momentos del itinerario.
El palio avanzó con mucha calma en estos primeros metros del recorrido. Un costalero que en ese momento no iba debajo del paso afirmaba que era el momento de disfrutar, que ya habría tiempo para correr más tarde. Aunque lo cierto es que correr, lo que se dice correr, no se hizo en ningún momento durante el larguísimo itinerario. Más bien habría que decir todo lo contrario.
El paso de palio, que presentaba recién restaurados los bordados del techo, el manto y la saya burdeos, trabajos llevados a cabo por Manuel Solano, iba exornado para esta salida extraordinaria con nardos y pequeñas rosas blancas.
La Hiniesta Dolorosa se desvió del que es su itinerario habitual de cada Domingo de Ramos tomando la calle San Hermenegildo. Tanto por esta calle como por Maestro Quiroga, se pudieron escuchar tras el paso de palio algunas marchas dedicadas a dolorosas de hermandades que estaban en ese momento acompañando a la Hiniesta, como "Virgen de la Estrella", "Reina de las Mercedes", "Madrugá Macarena" y "Triana de Esperanza".
Posteriormente, el palio salió a la amplitud de la Ronda de Capuchinos, lo que se agradeció, dada la enorme cantidad de público que iba junto al paso. En el giro de Maestro Quiroga a la Ronda sonó "Madre Hiniesta". Luego, la Banda del Carmen tocó una composición reciente dedicada a otra de las dolorosas a las que acompaña en Semana Santa, "Y en Triana, la O".
A continuación, tuvo lugar la primera de las muchas visitas a templos y hermandades que iba a realizar la Hiniesta durante la tarde-noche. En este caso, fue el Convento de Capuchinos, donde la esperaba la Hermandad de la Divina Pastora. En el arco de entrada al convento, perfectamente adornado para la ocasión, la hermandad pastoreña recibió a la Hiniesta con las andas de traslado de la Divina Pastora que llevaban sobre ellas una reliquia de Fray Isidoro de Sevilla y un boceto de la primera representación de la Pastora, advocación que el fraile capuchino regaló a Sevilla y a la cristiandad.
La Hiniesta llegó hasta ahí con la marcha "Pastora de Capuchinos" y, tras pararse ante la puerta y recibir una ofrenda floral, se marchó a los sones de "Hiniesta Coronada".
Pronto llegó la Hiniesta a otro punto destacado del recorrido, como es la Iglesia de San Hermenegildo, donde fue recibida por la hermandad de gloria que tiene en ella su sede. En San Hermenegildo residió la Hermandad de la Hiniesta entre 1989 y 1994 por obras en San Julián.
Llegó a este templo de la Puerta de Córdoba con la marcha "Triunfal" y se volvió ante el templo que acogió durante cinco años a la cofradía. Después, continuó su camino a los sones de "Hiniesta, Pasión y Gloria" hacia la calle Macarena. Precisamente, por aquí la Banda del Carmen interpretó "Coronación de la Macarena".
Más adelante tenía lugar uno de los momentos culminantes de esta procesión en la calle Aniceto Sáenz, punto final de la procesión oficial y del acompañamiento de hermanos con cirios y hermandades invitadas, así como de las autoridades municipales (habló mucho, muchísimo, el nuevo alcalde, Juan Espadas, con el anterior delegado de Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, durante el recorrido oficial). Allí esperaban los ancianos de la residencia y comedor social de La Milagrosa, regentado por las Hermanas de la Caridad.
Alguien, no sabemos si de la hermandad o del Cecop, tuvo la disparatada ocurrencia de colocar vallas a lo largo de toda una acera de esta estrecha calle, en lugar de utilizar un elemento mucho más seguro, como por ejemplo cintas de plástico de las que posee la Policía Local para delimitar determinados espacios. La colocación de vallas supuso un problema de seguridad que pudo haber desenvocado en incidentes de gravedad si la enorme masa humana que iba delante del paso de palio, constantemente empujada por policías y cofrades, las hubiera hecho caer sobre los ancianos que esperaban sentados para contemplar a la Hiniesta.
Pero es que las vallas no sólo "protegían" (es un decir) a los ancianos, sino también a las representaciones de las hermandades, que fueron colocándose a lo largo de la calle, y lo que es más sorprendente, a los propios hermanos de la Hiniesta que hasta ese momento habían formado parte del cortejo con cirios. Si ya es rara una procesión en la que sus hermanos se retiran tan cerca de la salida, que encima se les reserve un espacio tras una valla en la calle más estrecha del recorrido es sencillamente demencial. ¿Tan difícil era que los que no iban a seguir acompañando a la Hiniesta por la calle se retiraran en la ancha Plaza del Pumarejo, situada sólo unos metros más adelante? ¿El que tuvo la ocurrencia de poner vallas en dicha calle no se imaginaba que habría una enorme masa de personas siguiendo a la Hiniesta durante todo el recorrido y que precisamente las vallas iban a convertir la calle en una ratonera? A veces nos empeñamos en hacer difícil lo que no debería serlo y luego vienen las lamentaciones. Mire usted, como en el tema de la Madrugá...
Al margen de estas consideraciones, el discurrir de la Hiniesta por Aniceto Sáenz estuvo cargado de emoción, con la interpretación de "Salve, Hiniesta", aunque muchos hermanos aún no se saben la letra de esta bella composición. Después, con la marcha "Hosanna in excelsis", el paso se volvió ante la puerta de la residencia, donde se había levantado un altar con una imagen de la Milagrosa. Las religiosas cantaron a la Virgen de la Hiniesta y posteriormente se cantaron unas sevillanas relacionadas con la labor de las hermanas en el comedor social, aunque uno de los que cangrejeaban delante del palio criticó que la última estrofa no rimaba. Hay gente pa' tó, ya se sabe.
Seguidamente, la Hiniesta continuó su camino con "Hiniesta Coronada", con la que cayeron multitud de pétalos desde la azotea de la residencia y después avanzó hacia el Pumarejo con "Encarnación Coronada".
A partir de Aniceto Sáenz, el cortejo de la procesión extraordinaria de la Hiniesta se redujo a la mínima expresión: cruz alzada y ciriales, representación del Rosario de San Julián, libro de reglas, estandarte y cuerpo de acólitos. Esto obligó a la Agrupación Santa María Magdalena a alejarse considerablemente del cortejo para evitar que sus sones se confundieran con los de la Banda del Carmen.
Por la Plaza del Pumarejo sonó tras la Hiniesta "Pasan los campanilleros" y "Coronación de la Macarena". Después cayó otra petalada sobre el paso de palio y continuó con "Macarena", de Abel Moreno, "Aniversario Macareno" en el giro a la calle Relator y "Azul y plata" ya en el interior de esta calle.
La Virgen de la Hiniesta siguió hacia la calle Feria, donde una gran cantidad de personas se había concentrado ante la Parroquia de Omnium Sanctorum. Los estandartes de los Javieres y el Carmen Doloroso estaban en la puerta para recibir a la Hiniesta, que cada Domingo de Ramos pasa también por allí de camino a la Catedral.
Hasta la parroquia, donde se detuvo momentáneamente, llegó el paso de palio a los sones de "Bajo tu Amparo", a la que después siguieron "María Santísima de la O" y "Coronación". Posteriormente, con "Madre Hiniesta", la dolorosa de San Julián giró de Feria a Conde de Torrejón en su camino a San Martín.
En su visita a la Iglesia de San Martín, donde el paso de palio llegó a entrar hasta situarse cara a cara con la Virgen del Buen Fin, que había sido colocada en el presbiterio, la Hermandad de la Hiniesta recordó las salidas procesionales que la cofradía realizó desde dicho templo entre 1941 y 1945, época durante la cual residió en San Luis de los Franceses por la destrucción primero de San Julián y después de San Marcos.
Desde la Plaza de San Martín, la Banda del Carmen se retiró momentáneamente, siendo sustituida tras el paso de palio por la Agrupación Musical Santa María Magdalena, algo muy llamativo y que resultó muy bello, gracias a la capacidad de adaptación de la formación musical al diferente andar del palio respecto al paso de Cristo al que acompañan cada año.
La Virgen de la Hiniesta desanduvo lo andado, pasando de nuevo por Saavedras, Alberto Lista y Conde de Torrejón, para volver a Feria, en esta ocasión buscando la Capilla del Rosario, de la Hermandad de Monte-Sión.
En su llegada a la capilla, la Agrupación de la Magdalena tocó "Pasan los campanilleros", en una curiosa versión muy lograda, seguida de "Alma de Dios". En un momento en que el paso se detuvo, un señor mayor recitó unos poemas a la Hiniesta que fueron del gusto de quienes los escucharon. Después, la agrupación tocó "La Estrella Sublime", mientras el paso de palio entraba en Monte-Sión. Aquí se retiró la agrupación, recibiendo un larguísimo aplauso por parte de todos los presentes por su magnífica labor.
Dentro del pequeño templo de la antigua Plaza de los Carros se dedicaron varios cánticos a la Hiniesta y la Hermandad de Monte-Sión le regaló un rosario que se le colocó inmediatamente en la mano izquierda. Acto seguido, el palio se volvió en el interior de la capilla y salió con "Rosario de Monte-Sión", ya por parte de nuevo de la Banda del Carmen de Salteras. Después, se encaminó hacia la parte más estrecha de Feria a los sones de "Hiniesta Coronada".
La siguiente parada destacada en el itinerario estaba en San Juan de la Palma. En la puerta que da la plaza del mismo nombre esperaban las hermandades de la Amargura (que se fundó precisamente en San Julián), Virgen de la Cabeza, Montemayor y Cristo de Burgos (ya que San Juan de la Palma pertenece a la Parroquia de San Pedro).
A partir de este punto, el cortejo estuvo encabezado por la Banda de Cornetas y Tambores Amor de Cristo, de San Juan de Aznalfarache, recientemente fusionada con la de San Sebastián de Tomares, y que cada Domingo de Ramos va delante de la cruz de guía de la Hermandad de la Hiniesta. Eran cerca de la una y media de la madrugada cuando el paso de palio llegaba a San Juan de la Palma a los sones de "Amarguras". Con ella se metió dentro del templo hasta situarse en el presbiterio, ante la Virgen de la Amargura.
Un cuarto de hora más tarde salía de nuevo a las calles con la marcha "La Estrella Sublime", a la que siguieron después las composiciones "Aniversario Macareno", "Candelaria" y "El Corpus", con la que se dirigió a la parte más estrecha de la calle Gerona.
Y de una hermandad del Domingo de Ramos a otra, como es la Cena. Desde Gerona, el paso de palio de la Hiniesta giró en Capataz Manuel Santiago hacia la Plaza de los Terceros, donde comenzó a sonar "Macarena", de Cebrián. Después, ya en la calle Sol, la Banda del Carmen interpretó "María Santísima del Subterráneo" en honor a la dolorosa de la Hermandad de la Cena. Con esta composición musical, el palio entró en la Iglesia de los Terceros. Hay que subrayar que durante los años 1938 y 1939 la Hiniesta realizó su estación de penitencia desde este templo. Por otro lado, fue en él donde en 1990 el alcalde Manuel del Valle le impuso a la Hiniesta Gloriosa la réplica de la Medalla de la Ciudad, ya que en aquel momento San Julián estaba en obras y también estaba cerrado el edificio del Ayuntamiento, por lo que la sede de la Alcaldía estaba entonces en el antiguo Convento de los Terceros.
A continuación, el paso de palio salió y la banda comenzó a tocar "Aniversario en San Julián". Con ella, la Virgen de la Hiniesta continuó por Sol hasta la Plaza de San Román, donde fue recibida por una representación de la Hermandad de la Exaltación. Desde la misma puerta se le cantó la Salve a la Hiniesta y después el paso buscó la calle Socorro a los sones de "Madre Hiniesta".
Antes de llegar a San Marcos, desde un balcón de la calle Socorro un hombre cantó la Salve a la Virgen. Después siguió a la plaza con "Pasa la Virgen Macarena". San Marcos es otro punto importante de la historia de la Hermandad de la Hiniesta, ya que a este templo se trasladaron la parroquia y la hermandad tras el incendio de San Julián en 1932 y ahí se bendijo la primera Hiniesta Dolorosa de Castillo Lastrucci un año más tarde, que también sería destruida en el incendio de este otro templo mudéjar en 1936.
La Hiniesta enfiló la calle San Luis con "Pasan los campanilleros", a la que siguió "María Santísima del Dulce Nombre". Se paró ante la Iglesia de San Luis de los Franceses, donde la hermandad tuvo su sede provisional desde el incendio de San Marcos y hasta la reapertura de San Julián en 1946. Fue en San Luis donde se bendijeron las imágenes del Cristo de la Buena Muerte y la Hiniesta Dolorosa y Gloriosa.
Seguidamente, con "Esperanza Macarena", el paso de palio continuó hacia Santa Marina, donde aún esperaba a esas horas (las cinco de la mañana según el horario de verano, las cuatro con el de invierno) la Hermandad de la Resurrección. La Hiniesta entró con la marcha "Como tú ninguna" y recorrió toda la nave central hasta el presbiterio, donde la Virgen de la Aurora había sido colocada a los pies del Señor Resucitado.
Al igual que ocurriera en los años 1990, 1991, 1992 y 1994, la Hiniesta salió a continuación desde Santa Marina (en 1993 lo hizo desde San Julián, pese a estar todavía en obras) a los sones de "Hiniesta de Sevilla", marcha interrumpida antes de terminar cuando el paso se detuvo.
Santa Marina fue la última parada de esta salida extraordinaria, a la que le quedaba pasar por Padre Manjón, a la que la Hiniesta se dirigió a los sones de "Azul y plata", Bordador Rodríguez Ojeda, Duque Cornejo y Plaza de San Julián.
Eran casi las seis de la mañana, según la hora de invierno, cuando el paso de palio de la Virgen de la Hiniesta entraba en la Parroquia de San Julián, finalizando así una salida extraordinaria de más de quince horas de duración. Quince horas para resumir una trayectoria de 450 años; la trayectoria de un barrio, San Julián, alrededor de una advocación mariana que ha sabido sobrevivir a los difíciles avatares de su propia historia.
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