Después que la lluvia impidiera en 2015 su estreno procesional, ya como una cita anual incluida en el calendario letífico de la ciudad, este sábado la Hermandad de Montemayor pudo celebrar su salida procesional por las calles de Sevilla, coincidiendo además con su sexagésimo aniversario.
Los cofrades de esta hermandad filial de la de Moguer, ciudad onubense que tiene a esta advocación por Patrona, pudieron por fin ver a su titular sobre un paso en una procesión que se repetirá, puesto que así lo indican las reglas, todos los años por estas fechas.
De esta forma, la Iglesia de San Juan de la Palma, de la que una semana antes había salido la Hermandad de la Virgen de la Cabeza, volvió a abrir sus altas puertas que dan a la placita del mismo nombre para dejar salir un cortejo que era anunciado por la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de los Ángeles. Tras ella, cruz alzada entre faroles y las representaciones de las hermandades de la Virgen de Guadalupe de la Misericordia, la Virgen del Pilar, las filiales de la Virgen de Montemayor de Villamanrique y Arahal, la de la Virgen de la Cabeza y la hermandad matriz de Moguer. A continuación, iba el estandarte corporativo de la filial sevillana y diferentes hermanos, ellos de traje y ellas con mantilla blanca.
La Hermandad de la Amargura, aunque no formó parte del cortejo procesional, sí estuvo con su estandarte corporativo en el interior del templo y en la puerta para despedir a la Hermandad de Montemayor en esta primera salida procesional de reglas.
Con Manuel Barragán Jiménez como capataz, el paso de la Virgen de Montemayor, con respiraderos de metal dorado, candelabros de madera tallada y dorada, cuatro jarras cedidas por la Hermandad de la Divina Pastora de San Antonio y un relicario con reliquias de Santa Ángela de la Cruz y Santa María de la Purísima de la Cruz, no tardó en salir desde el templo, momento en que la Banda de Música de Nuestra Señora del Sol interpretó el Himno de España, al que siguió, tras una breve parada, la marcha "Aquella Virgen".
Con esta composición, el paso de la Virgen de Montemayor, vestida con manto rojo con flores de lis en la parte de detrás y saya de tisú bordada en oro, giró hacia su izquierda, para encaminarse posteriormente hacia la Residencia San Juan Grande, a la que llegó con "María Santísima del Subterráneo".
Como una semana antes con la Virgen de la Cabeza y con la Encarnación de los Terceros, los ancianos de la residencia estaban esperando sentados para ver pasar a la Virgen de Montemayor. El paso se acercó a ellos, aunque se detuvo a cierta distancia para, seguidamente, darse la vuelta hacia el Convento del Espíritu Santo con la marcha "Virgen de la Paz". En este caso, ni siquiera se paró ante las religiosas, sino que, con rapidez, volvió a girar sobre sí mismo para meterse en la calle Santa Ángela de la Cruz, llegando a su convento con la marcha "Rocío", que fue interrumpida cuando, ahora sí, el paso se volvió y se paró ante las Hermanas de la Cruz, que le cantaron a la Virgen de Montemayor.
Tras varios vivas en honor a la Virgen y a las Hermanas de
la Cruz, el paso siguió su camino con una levantá a pulso y con la marcha “Triana,
tu Esperanza”, a la que después seguirían “Madre Hiniesta” y “Coronación de la
Macarena”, quedando el paso detenido junto a la puerta situada a los pies de la
Parroquia de San Pedro, donde la Hermandad del Pilar realizó una ofrenda floral
y recibió la dedicatoria de la siguiente levantá.
A continuación, la Virgen de Montemayor giró a la calle
Imagen con la marcha “Nuestra Señora de Guadalupe” y después siguió con “Virgen de las Aguas”.
En un momento dado, el capataz advirtió de que todas las levantás debían
realizarse a pulso y, justo debajo del arco de las Setas, se produjo una, tras la que la Banda del Sol interpretó "Glorias de Sevilla", la marcha que Manuel Marvizón dedicó a todas las hermandades de gloria de la ciudad.
Con esta composición, la Virgen de Montemayor alcanzó Laraña, girando después a Orfila a los sones de "La Estrella Sublime", a los que siguieron más adelante los de "Pasan los campanilleros" cuando el paso llegó a la Capilla de San Andrés, donde recibió a la Virgen de Montemayor una representación de la Hermandad de los Panaderos.
Unos turistas del norte de España ponían su atención en los pies de los costaleros, como momentos antes habían hecho unos italianos. La madre trataba de explicar a sus hijos cómo se llevan los pasos, aunque uno de los niños no parecía creerse demasiado las explicaciones.
“Pasa la Virgen Macarena” fue la marcha que sonó para que la
Virgen de Montemayor continuara su camino hacia Daoiz. Un hermano tuvo en este
punto que regañar a los acólitos turiferarios, que estaban generando una
humareda de incienso exageradamente intensa. Incluso una de las hermanas con
mantilla comentó que se estaba mareando. Y si a eso le añadimos que el incienso
utilizado no era precisamente de los que huelen bien, la cosa llegó a ser por
momentos verdaderamente insoportable.
Al margen de este detalle, la Virgen de Montemayor siguió
recorriendo en triunfo las calles y, con el paso parado junto a una de las
viviendas de la calle Daoiz, el capataz pidió a los costaleros una levantá “a
pulso de verdad porque aquí empezó todo hace 60 años, aquí trajo Buiza a la
Virgen y aquí vivía el hombre que creó la hermandad”. A continuación, el paso
avanzó, muy despacio, a los sones de “Soleá dame la mano”, partitura que
duró hasta que el paso giró ante la puerta ojival de la Parroquia de San
Andrés, donde recibió a la Virgen una representación de la Hermandad de Araceli
con su estandarte corporativo.
Tras una ofrenda floral y un rezo a la Virgen de Montemayor,
el paso se encaminó a la Plaza de San Andrés a los sones de “Sevilla cofradiera”,
seguida después por “Margot” al entrar en la calle Cervantes, donde terminó de
anochecer, y por “Reina de la O”.
Después de una parada en la confluencia con la Plaza de San
Martín, el capataz tocó el martillo y la Virgen de Montemayor comenzó a avanzar
hasta llegar a la Iglesia de San Martín de Tours, donde fue recibida por la
Hermandad de la Lanzada. Hasta ahí llegó la Virgen con la marcha “Procesión de
Semana Santa en Sevilla”.
Los cofrades de la Lanzada rezaron la Salve, el capataz
dedicó a la cofradía del Miércoles Santo la levantá y la Virgen de Montemayor
se dirigió a la calle Viriato con “Macarena”, de Emilio Cebrián.
En la recta final de esta primera salida procesional de la
Virgen de Montemayor, aún quedaban las calles Viejos, Amparo (con parada ante
la Capilla de la Divina Pastora), María Purísima de la Cruz y San Juan de la
Palma.
A eso de las diez de la noche se produjo la entrada en el templo y los
cofrades de la Hermandad Filial de Montemayor vieron cumplido un sueño que la
lluvia quiso retrasar un año; precisamente hasta 2016, el año que se cumplen
seis décadas desde que un grupo de moguereños residentes en Sevilla quisieron traer
a la ciudad que los acogió la devoción que siempre llevaron con fe en sus
corazones.
Muy bueno, felicidades por el reportaje.
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