La Hermandad de las Siete Palabras celebró este sábado, en el día de su festividad, el besamanos a la imagen de Nuestra Señora del Rosario, que tuvo lugar este año en la capilla sacramental de la Parroquia de San Vicente y no en el presbiterio del templo, como en 2016 (ver).
La Virgen fue ubicada en el centro de la capilla, entre las dos tallas de la Virgen de la Cabeza, la dolorosa y la gloriosa, sobre una peana de madera tallada con decoración pictórica simulando mármol y las aristas doradas.
Vestía con manto y saya verdes con flores azules bordadas, mientras que el Niño Jesús, que fue restaurado el año pasado por Pedro Manzano, lucía un traje de color dorado. La Virgen del Rosario llevaba la corona, la ráfaga, el cetro y la media luna con los que sale en procesión cada 1 de noviembre. Además, en el pecherín tenía diferentes joyas, así como un gran rosario de cuentas azules sujeto con las manos derechas de la Virgen y del Niño, mientras que otro rosario lo tenía en la mano izquierda y otro en el pecherín.
Flanqueaban a la Virgen del Rosario dos mesas de madera dorada que sostenían sendos candelabros también dorados con cinco velas blancas cada uno. Por otro lado, sobre columnas doradas de fuste estriado veíamos un total de cuatro jarras del paso de palio de la dolorosa de la Cabeza, dos delante y dos detrás, con gladiolos, lisiantum y nardos. Además, en la parte delantera había cuatro grandes blandones dorados, dos a cada lado.
Y al fondo, el camarín de la Virgen estaba ocupado por el estandarte sacramental de la hermandad, mientras que en el lado izquierdo se situó el estandarte corporativo y en el derecho, la cruz que encabeza el cortejo de la salida procesional de la Virgen del Rosario.
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