La Hermandad de los Negritos celebró desde el viernes y hasta ayer,
domingo, el besamanos anual a Nuestra Señora de los Ángeles, retrasando así los
días tradicionales de celebración de este culto, que suele ser del 6 al 8 de
diciembre. Así, la jornada de la Inmaculada no fue la última del besamanos,
sino la primera.
Para este besamanos, la Virgen de los Ángeles se encontraba en la zona
del presbiterio de su capilla, sobre la parte superior de la peana procesional,
ya que la peana inferior estaba detrás, ante un dosel de cultos presidido por
el simpecado de la hermandad.
La dolorosa vestía manto de camarín de terciopelo azul bordado en oro y
saya blanca de tisú con bordados del mismo metal. También llevaba toca de
sobremanto bordada en oro sobre malla. Además, contaba con un fajín militar de
color rojo con dos entorchados y borlones dorados.
Sobre la cabeza, la Virgen tenía su personalísima corona de salida,
mientras que en el pecherín llevaba una cruz pectoral, unos pequeños broches y
un alfiler con su advocación. En cada mano sujetaba un rosario, siendo la
derecha la que ofrecía a los fieles para depositar el beso.
A la altura de la Virgen de los Ángeles veíamos dos jarras de su paso de
palio con diversas especies florales de color blanco, entre las que había
salpicadas varias piñas características de los tradicionales adornos navideños.
Y en los extremos estaban la bandera de la Virgen y el estandarte de la
hermandad.
Detrás, con un cortinaje oscuro ocultando el camarín de la dolorosa,
veíamos, además del dosel, el simpecado y la peana antes mencionados, diez
candeleros con cera blanca y dos columnas doradas con capitel corintio y fuste
estriado que sostenían otras dos jarras del palio, mientras que dos más estaban
en el suelo.
Finalmente, también formaron parte del altar de este besamanos a la
Virgen de los Ángeles los dos antiguos candelabros de cola de su paso de palio.
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