El besamanos anual a Nuestra Señora de la Soledad de San Buenaventura se inició en la tarde de este jueves y se prolongará a lo largo de toda la jornada de hoy, festividad de la Inmaculada Concepción. Para este culto, la Virgen viste el conjunto estrenado este mismo año de manto y saya de terciopelo verde oscuro, con bordados de plata en la saya, obra de Vicente Francisco Ramos Cadaval y María Victoria Gutiérrez Cerro, según el diseño de Remigio Díaz Ballesteros.
La Soledad luce además una diadema y un puñal de plata, y sujeta un pañuelo de encaje con la mano izquierda, elevada a la altura del pecho, mientras que es la derecha, con la que sostiene un rosario, la que da a besar a los devotos. Por otro lado, en la cintura tiene un alfiler con su advocación y un cíngulo de plata.
La dolorosa está situada sobre dos peanas: una primera de madera policromada con decoración que imita el mármol y una segunda peana muy fina de plata.
A un lado y otro de la Virgen vemos un total de diez candeleros de plata con cera blanca y las jarras más grandes de los costeros de su paso delante de ellos, con diversas flores de tonalidades principalmente rosas y moradas, como rosas, anthurium y nardos.
Al fondo, con el retablo de la Virgen de Guadalupe cubierto por un cortinaje negro, se sitúa la cruz del paso de la Soledad con un sudario colgando del lado izquierdo del travesaño horizontal o patibulum. Ante la cruz, que también tiene las escaleras apoyadas por detrás, a la manera de la iconografía que la cofradía traslada a la calle cada Viernes Santo, hay otros seis candeleros y las jarras más pequeñas del paso con las mismas flores antes descritas.
Completan el montaje de este altar de besamanos dos de los candelabros de las esquinas del paso flanqueando la cruz y dos paños de bocina que en la parte superior sujetan los ángeles lampadarios de esta zona del templo franciscano, en la cabecera de la nave de la Epístola.
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