Coincidiendo con la festividad de la Inmaculada
Concepción, la Hermandad del Carmen de Santa Catalina celebró el pasado viernes
en la Parroquia de San Román un besamanos extraordinario a la imagen de Nuestra
Señora del Carmen, como forma de conmemorar el CL aniversario de la talla.
Fue en 1867, dos años antes del decreto de erección de la hermandad,
cuando se bendijo la imagen de la Virgen del Carmen, realizada por el imaginero
José Gutiérrez Cano, aunque parece que el Niño Jesús que tiene en sus brazos es
de Manuel Gutiérrez Cano, del año 1871.
El altar de este besamanos extraordinario se montó ante el retablo que
ocupa provisionalmente la Virgen del Carmen en San Román, situado en la nave de
la Epístola. Este retablo estaba cubierto por un cortinaje de damasco rojo,
ante el que se encontraba la Virgen sobre la peana procesional. Vestía manto
blanco de tisú y saya y escapulario de terciopelo marrón, todo ello bordado en
oro. Asimismo, tenía toca de sobremanto.
Lucía una corona dorada y la ráfaga de salida, además de la media luna a
sus pies que también lleva habitualmente en su procesión de cada 16 de julio.
Sobre el pecherín contaba con diversos broches y medallas, una de ellas con la
Inmaculada Concepción, así como una cruz de plata y un ancla de pedrería
prendida de la toca. Sostenía al Niño Jesús, vestido de blanco, con la mano
izquierda, mientras que en la derecha, que era la que los devotos podían besar,
tenía un cetro plateado y unos escapularios.
Flanqueaban a la Virgen del Carmen cuatro jarras de su paso de palio con
rosas y claveles blancos sobre columnas de damasco rojo y galones dorados con
base cuadrada, así como dos altos pies de madera pintados de blanco y dorado
procedentes del altar de la Virgen del Rosario de la Iglesia de Santa Catalina.
Cada uno de estos pies sostenía un candelabro dorado cedido por la Hermandad
del Rosario de San Julián.
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