La imagen de María Santísima de la Soledad, de la Hermandad de los Servitas, estuvo expuesta en besamanos como es tradición durante toda la jornada del 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, en la Capilla de los Dolores.
En esta ocasión, la dolorosa, que acaba de cumplir cincuenta años desde su bendición, se encontraba en el presbiterio alto de la capilla, sobre una fina peana de plata y vestida con su saya procesional, bordada en oro sobre terciopelo negro, y con un manto de camarín de color burdeos también bordado en oro. Además, lucía su corona de salida y en el pecherín tenía un puñal, un artístico broche con su advocación y una pequeña cruz.
La Soledad Servita daba a besar la mano derecha mientras que con la izquierda sujetaba dos rosarios y una flor de orfebrería. Hay que señalar asimismo la presencia de un alfiler con la palabra Servita colocado en la cintura, sobre la cotilla.
A ambos lados de la Virgen de la Soledad se distribuían seis grandes candeleros dorados con cera blanca, así como cuatro jarras doradas que contenían margaritas, claveles, lilium y antirrhinum, todo ello de color blanco. Estas mismas flores se veían en el escalón superior del presbiterio a uno y otro lado.
Finalmente, al fondo cubrían el camarín de la Virgen de los Dolores diversos elementos del paso de palio de la Soledad, como la caída frontal, el techo, dos varales y el frontal de los respiraderos y los faldones, además del templete de la Virgen de San Lorenzo, Patrona de Valladolid, que figura en la delantera del paso, y dos relicarios. Y en las esquinas del respiradero, más flores como las anteriormente descritas.
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