El pasado fin de semana tuvo lugar el besapié al Santísimo Cristo de la Corona, que después de varios años celebrándose en la Catedral, ante la Capilla Real o en el interior de ésta, regresó a la Parroquia del Sagrario, una vez reabierta el pasado mes de noviembre tras las obras de restauración.
Ante la puerta que comunica directamente el Sagrario con la Catedral, tapada por un cortinaje de terciopelo negro, se ubicó el Cristo de la Corona, sobre una alta estructura que permitía a los devotos alcanzar a besar su pie izquierdo. Esta estructura, cubierta igualmente con terciopelo, tenía sobre ella un pequeño monte de corcho salpicado de varias especies florales. La imagen, además, llevaba puesta la corona de espinas y las potencias de plata.
A ambos lados del Cristo, hasta abarcar todo el ancho de la única nave del templo parroquial, se desplegaban varios blandones y candeleros de madera dorada con cirios de color morado, así como seis jarras plateadas con diversas especies florales de tonalidad roja; dos de ellas sobre sendas columnas de madera dorada con fuste acanalado, otras dos en mesas con guadabrisas y las otras dos más adelantadas, en pies de base cuadrada de terciopelo con galones dorados. Por último, en el extremo izquierdo del montaje del besapié se ubicaba el estandarte corporativo.
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