Cuando el 21 de abril de 2019 nos despedíamos a los sones de "Amarguras" de la Virgen de la Aurora muchos cofrades, algún que otro programa de mano y numerosas cuentas en redes sociales, oficiales y no, empezaron a indicarnos cuánto faltaba para volver a ver nazarenos por las calles. Nadie acertó. Todos, absolutamente todos, se equivocaron. Nadie podía imaginar que el siguiente Viernes de Dolores estaríamos todos encerrados en casa por culpa de un virus chino de dudosas procedencia y causa de expansión.
A muchos este año nos habrá pasado algo parecido al famoso "como decíamos ayer" de Fray Luis de León al comentar con alguien cosas como "este paso lo vi el año pasado por no sé dónde; uy, el año pasado no, en 2019". Y es que si es verdad lo que dijo un pregonero y los cofrades contamos los años por Semanas Santas, no es descabellado pensar que sí, que fue el año pasado cuando vimos a la Aurora de Santa Marina bajo el palio de la Estrella. Y que entre aquella estampa y los primeros nazarenos de 2022 sólo ha pasado un año. Los otros dos nos los han robado.
Lo cierto es que desde el Domingo de Resurrección de 2019 al Viernes de Dolores de 2022 han pasado exactamente 1.083 días. Y ésa es la distancia real, que no emocional, que separa a los últimos nazarenos que recordábamos de los siguientes, de los que por fin nos encontramos por las calles de Sevilla el pasado 8 de abril. Y fue en Pino Montano donde salieron a las calles esos primeros nazarenos que abrieron la puerta a una nueva y muy esperada Semana Santa.
Fue a las seis menos cuarto de la tarde. La Parroquia de San Isidro Labrador se abrió y los capirotes morados apuntando al cielo nos mostraron que la espera había terminado, que era Semana Santa. Los miembros de la Centuria Juvenil hicieron el resto poniéndole música al momento.
La Hermandad de Pino Montano es su barrio y su barrio es su hermandad. Por eso son muchos los nazarenos que tiene la cofradía y el conjunto de los vecinos viven este día como una jornada de auténtica fiesta, con sus calles repletas acompañando a Nuestro Padre Jesús de Nazaret y a María Santísima del Amor.
Con una túnica blanca, a juego con la tonalidad que a esa hora tenía el cielo, ha salido este año a la calle el Señor, que acaba de ser prendido en el Huerto de los Olivos bajo la mirada, escondida y temerosa, de San Marcos, al que identificamos como el joven que presenció la detención de Jesús y que, al ser advertida su presencia, huyó corriendo dejando atrás algunas de sus ropas.
Iniciando la tendencia que íbamos a ver en la inmensa mayoría de los pasos de misterio este año, el de Nuestro Padre Jesús de Nazaret llevaba como exorno floral una variedad de especies; en este caso, rosas, astilbe, anthurium y pittosporum. En cuanto al acompañamiento musical, fue de nuevo la Agrupación Nuestra Señora de la Encarnación la encargada de poner sus sones al misterio, como viene haciendo desde hace veinticinco años. Su labor comenzó, mientras el paso se acercaba a la puerta, con "La muerte no es el final", interpretada en memoria de todos los fallecidos a causa de la pandemia.
Tras salir a la calle Alfareros, el paso de misterio se encaminó a Tapiceros, donde se le interpretó al Señor de Nazaret una saeta a la que seguiría posteriormente la interpretación de "Saber que vendrás" por parte de la agrupación. A continuación, el paso salió a la amplitud de la plaza Diputado Ramón Rueda y de la calle Sembradores, donde un enorme gentío se concentró para contemplarlo y acompañarlo.
A muchos este año nos habrá pasado algo parecido al famoso "como decíamos ayer" de Fray Luis de León al comentar con alguien cosas como "este paso lo vi el año pasado por no sé dónde; uy, el año pasado no, en 2019". Y es que si es verdad lo que dijo un pregonero y los cofrades contamos los años por Semanas Santas, no es descabellado pensar que sí, que fue el año pasado cuando vimos a la Aurora de Santa Marina bajo el palio de la Estrella. Y que entre aquella estampa y los primeros nazarenos de 2022 sólo ha pasado un año. Los otros dos nos los han robado.
Lo cierto es que desde el Domingo de Resurrección de 2019 al Viernes de Dolores de 2022 han pasado exactamente 1.083 días. Y ésa es la distancia real, que no emocional, que separa a los últimos nazarenos que recordábamos de los siguientes, de los que por fin nos encontramos por las calles de Sevilla el pasado 8 de abril. Y fue en Pino Montano donde salieron a las calles esos primeros nazarenos que abrieron la puerta a una nueva y muy esperada Semana Santa.
Fue a las seis menos cuarto de la tarde. La Parroquia de San Isidro Labrador se abrió y los capirotes morados apuntando al cielo nos mostraron que la espera había terminado, que era Semana Santa. Los miembros de la Centuria Juvenil hicieron el resto poniéndole música al momento.
La Hermandad de Pino Montano es su barrio y su barrio es su hermandad. Por eso son muchos los nazarenos que tiene la cofradía y el conjunto de los vecinos viven este día como una jornada de auténtica fiesta, con sus calles repletas acompañando a Nuestro Padre Jesús de Nazaret y a María Santísima del Amor.
Con una túnica blanca, a juego con la tonalidad que a esa hora tenía el cielo, ha salido este año a la calle el Señor, que acaba de ser prendido en el Huerto de los Olivos bajo la mirada, escondida y temerosa, de San Marcos, al que identificamos como el joven que presenció la detención de Jesús y que, al ser advertida su presencia, huyó corriendo dejando atrás algunas de sus ropas.
Iniciando la tendencia que íbamos a ver en la inmensa mayoría de los pasos de misterio este año, el de Nuestro Padre Jesús de Nazaret llevaba como exorno floral una variedad de especies; en este caso, rosas, astilbe, anthurium y pittosporum. En cuanto al acompañamiento musical, fue de nuevo la Agrupación Nuestra Señora de la Encarnación la encargada de poner sus sones al misterio, como viene haciendo desde hace veinticinco años. Su labor comenzó, mientras el paso se acercaba a la puerta, con "La muerte no es el final", interpretada en memoria de todos los fallecidos a causa de la pandemia.
Tras salir a la calle Alfareros, el paso de misterio se encaminó a Tapiceros, donde se le interpretó al Señor de Nazaret una saeta a la que seguiría posteriormente la interpretación de "Saber que vendrás" por parte de la agrupación. A continuación, el paso salió a la amplitud de la plaza Diputado Ramón Rueda y de la calle Sembradores, donde un enorme gentío se concentró para contemplarlo y acompañarlo.
Por su parte, la Banda de Música del Carmen de Salteras, que se estrenaba tras el paso de palio, lo que debería haber ocurrido en 2020, también tocó una marcha antes de su salida. Fue "Amarguras", igualmente en recuerdo de los fallecidos en estos dos últimos años por el coronavirus.
Después, ya en la calle, la primera marcha para María Santísima del Amor fue "Amor y Esperanza", la composición producto del hermanamiento entre las hermandades de Pino Montano y la Macarena. Rosas, alhelíes, verónicas, calas, flores de arroz y cera, pittosporum, rungius y virburnum componían el variadísimo exorno floral del paso de palio, para el que posteriormente la Banda del Carmen tocó "Pasa la Virgen Macarena", enlazada en el giro a Tapiceros con "Como tú, ninguna".
Esta última composición fue interrumpida cuando el paso se detuvo para que desde la misma ventana que antes se le cantara también a la dolorosa una saeta. Después, el paso de palio continuó su camino con "Esperanza de vida".
Muy lejos de allí emprendía su estación de penitencia la Hermandad del Dulce Nombre de Bellavista, que finalmente ha podido salir este año de una carpa montada en el patio de la Parroquia del Sagrado Corazón, sede provisional de la corporación. La pandemia ha paralizado sine die la construcción de la nueva Parroquia del Dulce Nombre. En un primer momento se puso en duda que la hermandad pudiera salir con sus pasos ante la falta de recursos para poder asumir el gasto del montaje y desmontaje de la carpa. La ayuda lo hizo finalmente posible.
Así las cosas, la estación de penitencia de la corporación ha comenzado este año en el extremo opuesto del barrio, saliendo a la calle Altares y a continuación a Soria y a Asensio y Toledo. Un juego de potencias y un cíngulo bordado en plata eran los estrenos que presentaba Nuestro Padre Jesús de la Salud y Remedios. Además, era también novedad la talla de los costeros del canasto en un paso que se va completando muy poco a poco debido al esfuerzo económico que la hermandad lleva a cabo en el sostenimiento diario de su comedor social.
La Agrupación Musical de la Redención abre cada año su Semana Santa tras este paso de misterio, que salió a Asensio y Toledo con la composición "Nuestro Padre Jesús de la Victoria". Después, para pasar ante la puerta principal de la Parroquia del Sagrado Corazón, se enlazaron las marchas "La saeta" y "He aquí tu hijo".
En la confluencia con la calle Guadalajara, una mujer le cantó una saeta al Señor, como también haría después con la Virgen del Dulce Nombre. Y más adelante, el paso giró a Roque Barcia con las marchas "Redención por Sevilla" y "Orando al Padre". Uno de los codales del misterio, y también uno de los candelabros del paso de palio, llevaba pintada la bandera de Ucrania como forma de pedir por la paz en el mundo.
El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, estuvo en Bellavista para hacer la primera llamada a los pasos en el momento de la salida. Después, acompañó al paso de palio de la Virgen del Dulce Nombre durante las primeras calles de su recorrido.
Como el paso de misterio, el palio contaba para su exorno con una variedad floral muy colorida. A las órdenes de Ernesto Sanguino, la Virgen del Dulce Nombre, en su primera estación de penitencia tras la muerte de su autor, Luis Álvarez Duarte, avanzaba por el barrio de Bellavista dejando ver bajo palio su aspecto tras la restauración llevada a cabo por Darío Ojeda entre finales de 2020 y principios de 2021.
Con la marcha "Macarena", de Abel Moreno, a cargo de la Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas, el palio discurrió por la calle Asensio y Toledo, donde luego recibió una petalada a los sones de "Rosario de Monte-Sión". Finalmente, giró a Roque Barcia con "Reina de las Mercedes".
En Heliópolis el Viernes de Dolores se vive alrededor de la Hermandad de la Misión, que este año ha tenido el detalle de incluir en su itinerario su paso por el Hospital Universitario Virgen del Rocío para mostrar así su reconocimiento y apoyo al personal sanitario por la labor llevada a cabo durante la pandemia.
Por este motivo, al alejarse del barrio para dirigirse al hospital, era ya noche cerrada cuando el paso del Santo Cristo de la Misión y la Virgen del Amparo alcanzaba la calle Monzón desde Torcuato Luca de Tena. Aquí, como cada año, fue visita obligada la residencia de ancianos Claret, cuyos residentes recibieron en la puerta a la cofradía.
El Señor de la Misión, vestido este año con una túnica lisa de terciopelo morado, se volvió ante ellos y una mujer cantó en ese momento una saeta. Después el paso, acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras y con un exorno floral muy parecido a los dos misterios anteriores, se alejó buscando la avenida de la Reina Mercedes y las calles cuajadas de naranjos del barrio.
Nos marchamos hasta el centro de la ciudad con la Hermandad de la Corona, que estrenaba su cruz de guía, con un diseño inspirado en las cruces que señalaban las estaciones en el histórico vía crucis a la Cruz del Campo. En el crucero se puede ver el emblema del Cabildo Catedral de Sevilla, la Giralda entre dos jarras de azucenas, dentro de una corona de espinas.
Otra novedad estaba en el propio itinerario de la hermandad, que ha recorrido este año el barrio del Arenal, haciendo estación en las capillas de las hermandades de la Carretería, las Aguas y la Pura y Limpia del Postigo.
El Cristo de la Corona ha salido este año con las potencias doradas que lució por primera vez el año pasado en el Vía Crucis de las Cofradías. Su paso está siendo tallado por Francisco Verdugo y este año ha estrenado la talla de las cartelas de los costeros con sus correspondientes cabezas de apóstoles.
Lirios morados componían el exorno floral del paso del Cristo de la Corona, que a lo largo de su recorrido fue recibido por las distintas corporaciones por las que fue pasando. La última fue la de la Pura y Limpia, antes de regresar a la Catedral, dando previamente un rodeo por la plaza de la Alianza y por Mateos Gago.
La Capilla Musical Sonos Angeli de Jerez se estrenó acompañando al Cristo de la Corona, al que dedicaron sus cánticos los componentes de la Escolanía Salesiana María Auxiliadora, quienes estrenaron las composiciones "El Nazareno del Sagrario", "Abrazando tu cruz" y "Eres tú, Señor".
Y llegamos al final de la jornada con la Hermandad de Pasión y Muerte, que este año ha salido de la Parroquia de San Juan Bosco, de los Salesianos de Triana, lo que ha permitido que el crucificado de José Antonio Navarro Arteaga haya podido salir sin tener que tumbarlo sobre el paso y sin retirar los hachones.
Era ésta la principal novedad de la cofradía de negro de Triana, aunque también se estrenaron dos cartelas del paso que representan el Descendimiento y la Piedad, obra de Mariano Sánchez del Pino, así como la policromía de otras cuatro cartelas del mismo autor. Por otro lado, sobre el paso, a los pies del Cristo, iba una calavera de piedra fundida.
Tras realizar su estación de penitencia en la Parroquia de Santa Ana, el Cristo de Pasión y Muerte, acompañado por la Capilla Musical Gólgota, emprendió el regreso a San Juan Bosco recorriendo casi al completo la calle San Jacinto, saliendo a ella por Rodrigo de Triana. Lo hizo con el Cristo colocado a baja altura para poder sortear algunos cables, pero ya en San Jacinto recuperó su altura correcta.
Minutos después, se volvió ante la Capilla de la Estrella situándose frente al paso del Señor de las Penas, del que es capataz el mismo que guía el de Pasión y Muerte, Manuel Vizcaya. A continuación, siguió por la calle San Jacinto y se detendría después ante el Hospital Infanta Luisa, que ofrendó un ramo de flores al Cristo.
Algunos sanitarios del centro comentaban entre ellos que era la primera vez que el Cristo de Pasión y Muerte pasaba por allí. No trabajarían todavía ahí o ya lo habrán olvidado, pero cuando Pasión y Muerte era aún agrupación parroquial, pasó varios años por el hospital en su camino de vuelta a la Parroquia del Buen Aire.
Pocos metros después, tomó la calle Condes de Bustillo y las campanas de la Parroquia de San Juan Bosco comenzaron a repicar para recibir de nuevo entre sus muros al crucificado. Sin más maniobras de las habituales en la entrada de cualquier paso de un crucificado, el Cristo de Pasión y Muerte entraba en el templo que lo ha acogido cuando faltaba un minuto para las doce y media de la noche.
Más de mil días hubo que esperar para ver de nuevo nazarenos por las calles. Pero el Viernes de Dolores el contador se puso por fin a cero. Comenzaba una nueva Semana Santa para vivir las mismas emociones de siempre, tan añoradas, pero también las decepciones provocadas por el eterno enemigo de las cofradías: el agua. Seguiremos contando.
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