El pasado lunes 11 regresaban a la Iglesia de Santiago desde San Ildefonso las imágenes del Señor de la Redención y la Virgen del Rocío. Una semana más tarde, el lunes 18, el templo era bendecido y reabierto con una eucaristía oficiada por el obispo auxiliar Ramón Darío Valdivia.
Visitamos el templo para ver el resultado de tres años de trabajo en los que se ha actuado sobre las cubiertas, se ha devuelto a las columnas su aspecto original, se ha cambiado la puerta de acceso desde la plaza Jesús de la Redención, se ha restaurado la imagen de la Virgen de la Esperanza que se atribuye a Roque Balduque y se han hecho reparaciones y actuaciones de limpieza en cada uno de los altares de la iglesia.
Pero, entre lo más destacado de todo lo que se ha llevado a cabo está la restauración del retablo mayor porque ha supuesto el regreso de la pintura de "Santiago en la batalla de Clavijo". Esta obra de Mateo Pérez de Alesio de finales del siglo XVI ha vuelto al lugar del que nunca debió ser retirado. Su vuelta al retablo mayor desde los pies de la nave de la Epístola ha hecho que desaparezca el fondo pintado que rodeaba a la Virgen del Rocío y que no pegaba en absoluto con el entorno. Eso sí, la dolorosa oculta ahora parcialmente tan valiosa pintura.
Por otro lado, el exterior del templo ha sido pintado, presenta una renovada terraza delante de la espadaña y se han dejado testigos de la historia material de la iglesia para que el visitante pueda hacerse una idea de cómo era el edificio a lo largo de los siglos desde su origen en el siglo XIV.
La hermandad, el Arzobispado, la Junta de Andalucía y la Universidad de Sevilla han colaborado para que, con su reapertura, Sevilla recupere un templo con una historia y una importancia artística y arquitectónica enorme y que, como tantos otros en la ciudad, se mantiene abierto al culto gracias a que lo habita una hermandad y, además, de la pujanza de la del Beso de Judas.
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