Los cultos de cada mes de septiembre en honor a Nuestra Madre y Señora de la Merced, de la Hermandad de Pasión, comenzaron el pasado fin de semana con el besamanos, que tuvo lugar en la capilla sacramental de la Iglesia del Salvador. La dolorosa de Sebastián Santos se encontraba elevada sobre una sencilla peana de madera dorada a los pies del Señor de Pasión, que presidía su retablo.
Para este culto, la Virgen de la Merced se presentó vestida con el manto de terciopelo azul bordado en oro por Jesús Rosado en 2018 y con la saya procesional realizada en 1930 por Carmen Capmany. Sobre la cabeza lucía su corona de salida, mientras que en el pecherín tenía un puñal y un broche con el emblema de la Orden de la Merced. En las manos no sujetaba nada (ni rosario, ni pañuelo, ni medalla...), siendo la derecha la daba a besar.
Flanqueando a la dolorosa había dos jarras de su paso de palio elevadas sobre altos pies de base cuadrada forrados en terciopelo rojo. Rosas, astromelias y nardos, todo en color blanco, conformaban el exorno floral, que no sólo estaba en las jarras mencionadas, sino también sobre el banco del retablo, sobre los reclinatorios laterales y en las peanas que habitualmente ocupan la Virgen y San Juan en ambos lados del retablo. En ellas, además, se podían ver dos de los faroles del paso de palio.
Completaba el montaje del besamanos la presencia de un total de veinte candeleros con cera blanca en el retablo, así como el estandarte del octavo centenario de la Orden de la Merced (antiguo simpecado de Patrocinio López de 1854, restaurado y transformado en 2018 por José Antonio Grande de León) a la izquierda de todo el conjunto, y el estandarte sacramental a la derecha.
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