lunes, 17 de septiembre de 2018

LA VIRGEN DE LAS TRISTEZAS PRESIDIÓ EL ROSARIO DE SU CAPILLA A SANTA ROSALÍA


María Santísima de las Tristezas, de la Hermandad de la Vera-Cruz, presidió este domingo su tradicional rosario matinal (que no de la aurora, por razones obvias), con motivo de la festividad de los Dolores de la Virgen.
El rezo de los cinco misterios gloriosos del Santo Rosario se llevó a cabo durante el traslado de la Virgen de las Tristezas hasta el Convento de Santa Rosalía, donde tuvo lugar la solemne función previa a su regreso a la Capilla del Dulce Nombre de Jesús.
Pasaban algunos minutos de las diez y media de la mañana (por eso no puede considerarse un rosario de la aurora) cuando comenzó a salir el breve cortejo de hermanos con cirios verdes. Abría el cortejo la cruz alzada con manguilla entre ciriales. También iba el estandarte corporativo entre varas y el cuerpo de acólitos con cuatro ciriales.





Tras el rezo del primer misterio del Rosario, la Resurrección del Señor, en el interior de la capilla, la Virgen de las Tristezas salió a la calle Cristo de la Vera-Cruz llevada en andas iluminadas con faroles metálicos de color verde. La dolorosa de Antonio Illanes vestía manto de terciopelo azul liso y saya del mismo color con bordados en oro. Asimismo, lucía la corona de plata realizada el año pasado por Joaquín Osorio por el 75 aniversario de la bendición de la imagen.
Astromelias, claveles, margaritas y paniculata conformaban el exorno floral de las andas de la Virgen de las Tristezas, que tenían faldones de terciopelo verde con galones dorados.
Desde la calle Cristo de la Vera-Cruz, el recorrido de traslado a Santa Rosalía siguió por Baños, donde se rezaron el segundo y el tercer misterio, la Ascensión del Señor y la Venida del Espíritu Santo, siempre guiadas las andas por el capataz Luis León Pérez.






























Tras dejar atrás Baños, la Virgen de las Tristezas giró a la izquierda a Cardenal Spínola, donde se rezó el cuarto misterio, la Asunción de la Virgen. Posteriormente, entró en el templo de las religiosas capuchinas, donde fue conducida hasta el lado derecho del presbiterio. Una vez situada allí, se rezó el quinto y último de los misterios gloriosos del Santo Rosario, la Coronación de la Virgen.


























A continuación, el sacerdote claretiano Gabriel Ponce Carpintero ofició la solemne función antes de la vuelta de la Virgen de las Tristezas hasta su capilla, recorriendo las mismas calles que en el traslado de ida. Con el canto de la Salve Regina finalizó este culto en honor a esta dolorosa del Lunes Santo.

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