miércoles, 30 de octubre de 2019

EL CRISTO DEL PERDÓN SALIÓ DE SANTA ISABEL CON EL SOCORRO EN EL RECUERDO


El Grupo Parroquial de Devotos del Santísimo Cristo del Perdón celebró este sábado su salida procesional por las calles del centro de Sevilla; una salida muy especial en primer lugar porque se trataba de la número veinte desde la creación de este grupo, y en segundo lugar porque el Cristo no salió del Convento del Socorro, en el que se fundó, sino desde Santa Isabel, dado que su convento fundacional está actualmente vacío y cerrado debido al traslado de las monjas concepcionistas que lo habitaban al convento que la orden tiene en Mairena del Aljarafe.
De esta forma, aunque Santa Isabel ya ha acogido al pequeño crucificado tanto en algunos de sus besapiés como en la salida procesional de 2016 (suspendida por la lluvia), entonces con motivo de unas obras que mantenían impracticable la calle Socorro (ver), sí ha sido la de este año la primera salida de una nueva etapa para el grupo de devotos, que ya está plenamente integrado como un colectivo ligado a la Parroquia de San Marcos.
No fue en cualquier caso ajeno a su propia historia el grupo de devotos en esta salida procesional; no sólo porque en el itinerario diseñado no faltó la propia calle Socorro, sino también por la colocación de dos rosas de color azul a los pies del crucificado, en alusión al color característico de la Inmaculada Concepción y, por ello, de las propias religiosas que acogieron en su casa el germen del grupo de devotos.
Además, la salida resultó de lo más emotiva por distintos elementos que iremos desgranando en esta crónica, en la que hay que comenzar por indicar que el cortejo se componía de varios niños con cirios blancos y estaba encabezado por cruz alzada con manguilla entre faroles.




Pasaban algunos minutos de las cinco de la tarde cuando el pequeño paso con el crucificado del Perdón atravesaba la puerta del Convento de Santa Isabel, a las órdenes de los capataces Eduardo Ruiz Sierra y José Ricardo Velasco Álvarez. Además de las rosas azules antes mencionadas, el resto del paso estaba adornado con flores silvestres, dando lugar a un conjunto floral y cromático muy conseguido.
La Agrupación Musical Nuestra Señora de la Estrella, de Dos Hermanas, con la que en la Semana Santa de Sevilla sólo cuenta actualmente la Hermandad del Divino Perdón, mientras que en Jerez, por ejemplo, son hasta tres las cofradías a las que acompañará en 2020, recibió en la misma Plaza de Santa Isabel al Cristo del Perdón con el Himno de España.
A continuación, el paso se detuvo y antes de continuar tuvo lugar la primera levantá dedicada de las muchas que se iban a producir, en este caso a una de las fundadoras del grupo de devotos, que acaba de atravesar un pequeño bache de salud. Ella misma tocó el llamador y el paso se encaminó hacia la calle Vergara a los sones de la marcha "Perdón".
Con el paso en el inicio de dicha calle, se vivió un momento muy bello cuando los miembros del Coro de San Marcos le cantaron al crucificado que tallara Salvador Palao. Una integrante del coro, de nombre Bella, fue invitada a tocar el llamador y, además, en ese mismo momento y muy emocionada, recibió una placa del grupo de devotos en agradecimiento a su entrega y colaboración.


























"La traición de Judas" fue la marcha con la que el Cristo del Perdón siguió adelante por Vergara, donde nuevamente se paró el paso, dedicando el capataz la siguiente levantá a los costaleros que por diversos motivos no habían podido ponerse el sábado bajo las trabajaderas. Después, el Cristo giró a la Plaza de San Marcos, a los pies de la torre de la parroquia, con la marcha "Señor de San Marcos", que curiosamente está dedicada al Señor de la Sagrada Cena de Jerez, al que la Agrupación de la Estrella de Dos Hermanas lleva acompañando desde hace muchos años.
Seguidamente, el paso tomó la calle Socorro, donde se detuvo ante la puerta que tantas veces vio salir al Cristo del Perdón en los veinte años de historia del grupo de devotos. El capataz subrayó la importancia de este momento y de la parada justo en ese punto. "Estamos en la puerta de su convento, de donde de momento no saldrá más", dijo el capataz, quien añadió la dedicatoria por los devotos y por las monjas concepcionistas.
A los sones de "Reina de mi Amargura" continuó el Cristo del Perdón por la calle Socorro, donde más adelante, prácticamente a la altura de la antigua casa hermandad de los Gitanos, hubo que esquivar un cable colocado a baja altura de acera a acera.























El Santísimo Cristo del Perdón salió al intenso sol de la tarde que iluminaba la fachada de la Parroquia de San Román mientras la Agrupación de la Estrella interpretaba "Consuelo gitano", composición con la que el paso alcanzó la calle Peñuelas. Y de ahí, en línea recta, el paso tomó la calle Doña María Coronel con la marcha "Estrella redentora".
























Otra marcha dedicada a la Cena de Jerez, "Bajo tu cáliz", se pudo escuchar después, cuando el Cristo del Perdón dejó atrás Doña María Coronel para enfilar la calle Dueñas. Cerca tenía el crucificado una parada importante en el recorrido, como era el Convento del Espíritu Santo, a cuya puerta llegó con la marcha "Estrella, Reina del Cielo".
El paso se volvió ante el convento, donde se encontraban las religiosas comendadoras, que con el Cristo del Perdón delante de ellas rezaron el famoso "Soneto a Cristo Crucificado", de autor desconocido.



























La madre Ángeles, superiora del Convento del Espíritu Santo, fue la encargada de hacer sonar el llamador para que el paso siguiera su camino; y lo hizo con tanta firmeza y maestría que el propio capataz comentó que se notaba que tenía práctica en hacer levantarse los pasos. De hecho, son unos cuantos los que paran ante su puerta, tanto de cofradías de gloria como de penitencia.
La Agrupación de la Estrella de Dos Hermanas tocó entonces su versión de "Santo es el Señor" para que el Cristo del Perdón se marchara hacia San Juan de la Palma, por la que después sonó la marcha "Sagrada Cena". Así llegó el paso hasta la esquina con la calle Feria, donde de nuevo la agrupación interpretó "Perdón" mientras el Cristo se situaba ante los ancianos de la residencia abierta hace más de dos años en la antigua Casa de los Artistas. Con el Cristo parado en este punto, de nuevo le cantó el Coro de San Marcos.






















Como poco después de la salida, también fue llamada a la delantera del paso una miembro del coro, ahora Carmen, que hizo sonar el llamador del paso con la mano izquierda mientras con la derecha sujetaba su guitarra. Y también hubo un recuerdo para ella por parte del grupo de devotos.
A continuación, el Cristo del Perdón tomó la calle Madre María Purísima de la Cruz a los sones de "En tu mirada", a la que seguiría después "Rey de Jerusalén" al girar hacia Amparo. Por la parte más estrecha de esta calle, el paso avanzó a tambor, hasta que, ya en la Plaza del Pozo Santo, anduvo con la marcha "Camino de la cruz" hasta la puerta del hospital del mismo nombre. Allí, las hermanas terciarias franciscanas le cantaron al Cristo.






























"Tengo aquí a un ángel", dijo el capataz cuando, tras cantar las religiosas, llamó a su lado a la hermana Sacramento, superiora del Pozo Santo. La siguiente levantá antes de marcharse el paso fue dedicada precisamente a todas las hermanas, y la superiora hizo sonar el llamador. El Cristo del Perdón se levantó y comenzó a alejarse a los sones de "Sabed que vendrá", enfilando la calle Misericordia.









A partir de ahí, el Cristo del Perdón siguió rumbo a la Plaza de la Encarnación y por Alcázares alcanzó Santa Ángela de la Cruz, visitando el Convento de las Hermanas de la Cruz, donde la Agrupación Musical de la Estrella sorprendió con su versión de "Ione", otro momento destacado del itinerario. Finalmente, el Cristo volvió a Santa Isabel por las calles Espíritu Santo, Castellar y Siete Dolores de Nuestra Señora, donde se encontró con la vecina Hermandad de los Servitas.
Pasadas las diez de la noche concluía la salida procesional del Cristo del Perdón, el titular de un humilde grupo de devotos que, con trabajo, tesón y ligado desde el principio a la Iglesia desde una de las facetas más íntimas, como es la conventual, se ha ganado un importante hueco en su barrio. Las cosas bien hechas sólo pueden dar buenos frutos.

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