María Santísima de la Esperanza Macarena ha bajado de su camarín al encuentro de sus devotos en el tradicional besamanos que desde ayer y hasta el lunes tendrá lugar en su Basílica. La Esperanza se encuentra en el presbiterio del templo, vestida en esta ocasión con el manto verde de tisú de Juan Manuel Rodríguez Ojeda (1930), la saya blanca también de tisú de Rosario Bernardino (2013) y la toca de sobremanto de malla bordada en oro por Fernández y Enríquez (1989).
En la cabeza tiene la corona procesional, mientras que en el pecherín están las clásicas mariquillas, la Medalla de la Ciudad, una cruz pectoral y varios broches. Lleva también fajín rojo y un buen número más de broches y medallas, como la pluma de Muñoz y Pabón. En las manos tiene tres rosarios, dos en la izquierda y uno de cuentas verdes en la derecha, que es la que ofrece a los devotos.
El presbiterio de la Basílica de la Macarena está decorado como un salón real de cuyo trono, colocado al final de una gran escalera, ha bajado la Esperanza. Un cortinaje rojo oculta el retablo y el camarín, y delante hay un pabellón con otras dos cortinas abiertas en el centro para dejar ver el trono, dos candelabros de plata y un espejo con un artístico marco de madera dorada. Y en los extremos hay dos columnas con sendos ángeles en su parte superior.
En el montaje de este besamanos se han utilizado igualmente varios blandones dorados con cera blanca, jarras del paso de palio con diversas especies florales también de color blanco y las cuatro tallas de ángeles mancebos que habitualmente escoltan en sus respectivos retablos al Señor de la Sentencia y a Nuestra Señora del Santo Rosario. Además, vemos unos llamativos jarrones, seis lámparas de tipo sagrario más de las habituales ante el retablo y unos anchos frisos de flores en las paredes laterales del presbiterio.
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