lunes, 8 de octubre de 2018

LA DIVINA ENFERMERA RECORRIÓ ESTE SÁBADO UN ITINERARIO DIFERENTE


Este sábado salía a las calles desde la Iglesia de San Martín la titular letífica de la Hermandad de la Lanzada, Nuestra Señora de la Esperanza Divina Enfermera, que recorrió un itinerario diferente al de los últimos años, algo más breve, aunque al mismo tiempo largo para la previsión horaria que tenía la propia cofradía, lo que se puso en evidencia en el retraso de una hora con que entraría en el templo.
A las ocho en punto de la tarde, tras la celebración de la santa misa, la cruz de guía entre ciriales se situaba en el dintel de San Martín. Antes de eso, la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de las Tres Caídas estaba ya en la plaza, dispuesta a abrir paso a la cofradía. Cuando salió la cruz, la banda inició su camino por la calle Saavedras.
Tras la cruz iban varias parejas de niños con cirios blancos, y después veíamos la representación de los grupos jóvenes de las hermandades del Museo y la Hiniesta. A continuación, el guión de la Divina Enfermera y más parejas de hermanos con cirios, el libro de reglas de la antigua hermandad letífica (antes de fusionarse con la Lanzada), el estandarte corporativo y la presidencia.







El cuerpo de acólitos, revestido con dalmáticas verdes y con los cuatro ciriales del paso de palio de la Virgen del Buen Fin, anunciaba la inminente salida del paso, comandado por el capataz Ismael Vargas. La Banda de Música María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras, no interpretó el Himno de España, sino directamente la marcha "Esperanza Divina Enfermera" mientras el paso salía a la Plaza de San Martín y comenzaba a girar hacia Saavedras. De hecho, no se detuvo hasta el inicio de esta calle.
La Virgen vestía su característico manto de tisú verde y la saya blanca bordada en oro. El paso estaba adornado con nardos, lisiantum y orquídeas. Y más flores, en forma de pétalos, cayeron desde la azotea de una casa de la calle Saavedras mientras la banda tocaba la marcha "A mi madre Buen Fin". Era la ofrenda floral del grupo joven de la Hermandad de la Lanzada.












Tras detenerse en la esquina de Saavedras con Alberto Lista, parada en la que se aprovechó para encender los codales que se habían apagado de los candelabros, que son los que iluminan el paso de misterio de la Lanzada, la Divina Enfermera giró a su izquierda (no a la derecha, como es habitual) a los sones de "La Estrella Sublime", a la que después de avanzar a tambor seguiría la marcha "Reina de la O" al girar a Conde de Torrejón, y "Reina de Todos los Santos" al alcanzar la calle Feria.
Bastante gente acompañaba a la Esperanza de San Martín por esta zona, mucha de la cual se concentraba ante la capilla de la Hermandad de Monte-Sión, que estaba celebrando el besamanos a la Virgen del Rosario. Precisamente, el paso llegó a la capilla con la marcha "Rosario de Monte-Sión" y se volvió ante una representación de la cofradía del Jueves Santo, que esa misma tarde había recibido igualmente a la Virgen de la Cabeza (ver).



















Tras la visita a Monte-Sión, la Divina Enfermera se dispuso a continuar su camino con "Pasan los campanilleros". Es curioso que las dos cofradías del sábado llegaran a la Capilla del Rosario y se alejaran de ella con las mismas marchas.
Más adelante, recorrió la parte más estrecha de la calle Feria con "Reina de Triana" y después la Banda de Las Cigarreras comenzó a interpretar "Amarguras", ya que el paso se estaba acercando a San Juan de la Palma, en cuya puerta ojival esperaban a la Divina Enfermera las hermandades de la Amargura y Montemayor.
El paso se volvió al templo, que tenía las puertas abiertas dejando ver en el retablo mayor a la Virgen de la Amargura junto a San Juan Evangelista. Los presentes le cantaron la Salve a la Esperanza antes de que siguiera adelante hacia la Plaza de San Juan de la Palma con la bellísima marcha "Misericordia filipense", composición de Rubén Jordán estrenada este mismo año en honor al Cristo de la Misericordia del Convento de Santa Isabel.



























En algún momento del itinerario, que le llevó a visitar, como la Virgen de la Cabeza anteriormente, los conventos del Espíritu Santo, Santa Ángela de la Cruz y el Pozo Santo, se rompió el llamador, por lo que los capataces golpeaban con la palma de la mano sobre la mesa del paso para marcar las órdenes. Esto dio lugar a constantes bromas cuando alguno de ellos daba muestras de hacerse daño con cada golpe.
En el tramo final de la procesión ya se veía claro que no se iba a cumplir el horario marcado. Por la calle Amparo la Banda de Las Cigarreras tocó "Macarena", de Emilio Cebrián, marcha con la que alcanzó la calle Viejos. Después, intentando ganar algo del tiempo de retraso, avanzó a tambor por un pequeño tramo de Viriato hasta la misma esquina con Alberto Lista. Pronto la diputada del paso pidió continuar. "Vámonos, por favor", decía.
La siguiente revirá la hizo la Divina Enfermera a los sones de "Hosanna in excelsis". Y después de un relevo de costaleros, el último de la procesión, alcanzó nuevamente Saavedras con "La Virgen de los Desamparados".











Un hermano comentaba con la diputada del paso el retraso que llevaba la cofradía. Éste le decía que era normal, que el recorrido marcado no se podía hacer en tres horas, sino en cuatro, como efectivamente iba a ser. "Lo han calculado mal", decía. "Yo me he llevado muchos años de costalero y nunca hemos hecho el recorrido en tres horas".
Llegando ya a San Martín, la Divina Enfermera salió a la plaza desde la calle Saavedras con la marcha "Aurora, Reina de la mañana", marcha lamentablemente interrumpida cuando el paso se paró delante de la puerta.
La última marcha que sonó para la Esperanza letífica fue "Madrugá Macarena". Con ella, y como había advertido Ismael Vargas, el paso giró y entró en San Martín sin que los costaleros se dieran la vuelta bajo las trabajaderas, como es habitual también hacerlo con el palio de la Virgen del Buen Fin el Miércoles Santo. De esta forma, la Banda de Las Cigarreras enlazó la marcha de Pablo Ojeda con el Himno de España.







Alrededor de las doce y diez de la noche se adentraba en San Martín la Esperanza Divina Enfermera, la antigua advocación esperancista que el próximo 18 de diciembre nos ofrecerá sus manos desde el altar mayor de su templo.

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