La Hermandad de Montemayor celebró ayer el besamanos a su imagen titular con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Para ello, Nuestra Señora de Montemayor, en cuyo honor se llevó a cabo un triduo días atrás, se situó a los pies de su retablo en la Iglesia de San Juan de la Palma elevada sobre tres peanas, dado su reducido tamaño: una primera forrada en color rojo, una segunda de madera dorada y la nube de orfebrería con el escudo de la hermandad entre cabezas de querubines.
En este besamanos la Virgen vestía un manto de terciopelo verde bordado en oro y una saya blanca, así como una toca de tul. El Niño Jesús contaba con una túnica también blanca. Llevaba la Virgen de Montemayor su corona, ráfaga y media luna de salida. Lo que no tenía es el cetro, dado que la mano derecha la ofrecía a los devotos. Además, en ésta y en la izquierda sujetaba sendos rosarios. No faltaban algunas joyas prendidas de su vestimenta.
Flanqueando a la Virgen se colocaron cuatro pies de base cuadrada de terciopelo rojo. Sobre dos de ellos había unos candelabros de plata con velas blancas y en los otros dos se dispusieron unos centros florales con margaritas y claveles del mismo color.
Detrás, presidía el retablo entre jarras de flores de talco una imagen de San José ante la que se ubicaban diversos candeleros con cera blanca, algunas bandejas de plata y otros dos centros con las mismas flores mencionadas más arriba. Por último, hay que señalar la presencia del estandarte corporativo en el lado derecho del montaje.
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