sábado, 23 de marzo de 2019

LA HERMANDAD DE LA CENA VUELVE A LA RESTAURADA IGLESIA DE LOS TERCEROS


La Hermandad de la Cena regresó anoche a su sede canónica, la Iglesia de los Terceros, una vez que han concluido las obras de restauración que llevaron a la corporación del Domingo de Ramos a residir en la cercana Parroquia de San Román desde septiembre de 2017 (ver). La planificación de los trabajos, sin embargo, hizo que fueran interrumpidos antes y durante la Semana Santa del año pasado para permitir la salida de su cofradía y de la Exaltación desde los Terceros, aunque todos los cultos y la vida diaria se han desarrollado hasta ayer en San Román.
A las nueve menos cuarto de la noche comenzó a cerrarse un capítulo más en la historia de la hermandad, abandonando San Román para regresar a su casa. Lo hicieron las cuatro imágenes titulares de la cofradía, aunque los doce apóstoles del misterio de la Cena, que también han estado en todo este tiempo en la parroquia, habían sido trasladados previamente de forma privada.
La cruz alzada entre ciriales encabezaba el cortejo, en el que participaron un buen número de hermanos portando cirios. La primera imagen titular en salir de San Román fue Nuestra Señora de la Encarnación, que iba portada en unas andas iluminadas con cuatro candeleros con cirios blancos, como los que llevaban los hermanos que la antecedían.
Claveles blancos adornaban las andas, sobre las que la Virgen vestía una saya celeste, manto rojo de brocado y toca de sobremanto, además de lucir su corona procesional, su característico libro entre las manos y una media luna a sus pies.











Tras varias parejas de hermanos con cirios rojos, los ciriales anunciaban la salida del Señor de la Sagrada Cena, que iba sobre las andas de los traslados de la Virgen de Regla de la Hermandad de los Panaderos. Estaban adornadas con claveles rojos, lirios morados y estátice, e iluminadas por los candelabros de los costeros del paso de la Virgen de la Encarnación. El Señor estaba vestido con una túnica lisa de terciopelo morado y un mantolín. Asimismo, llevaba un juego de potencias de oro.













A continuación, como cada Domingo de Ramos, salió el Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, que en esta ocasión iba en unas pequeñas andas de madera tallada y dorada con un guardabrisón en cada esquina y una variedad floral y cromática en el pequeño monte.
El Cristo de la Humildad y Paciencia tenía sus potencias de salida y desde la parroquia no se detuvo hasta alcanzar la calle Peñuelas.








Por último, tras otro tramo de hermanos de nuevo con cirios blancos y el estandarte corporativo, salió de San Román Nuestra Señora del Subterráneo, sobre las andas del Soberano Poder de los Panaderos.
Seis candeleros intentaban, a pesar del cierto viento que se había levantado, iluminar a la dolorosa de Juan de Astorga, que vestía saya con bordados dispuestos en tres franjas paralelas y manto liso de terciopelo verde. Llevaba en la cabeza una corona de plata, un pañuelo en la mano derecha, un rosario y una rosa de pasión en la izquierda, y un broche y un puñal en el pecherín.
Las andas contaban como exorno floral con claveles de color rosa, tradicional en esta dolorosa que cerraba el cortejo de este traslado a los Terceros.










Tras recorrer las calles Peñuelas y Bustos Tavera, y rodear la Plaza de los Terceros, el cortejo alcanzó la calle Sol y sin dilación comenzó a entrar en el recuperado templo que la Archidiócesis cedió para su mantenimiento a la Hermandad de la Cena. La primera en volver a casa fue la Virgen de la Encarnación, que no se dio la vuelta para entrar mirando a la calle, como tampoco harían las otras tres imágenes titulares de la cofradía.










Poco después llegaba a la Iglesia de los Terceros el Señor de la Sagrada Cena, que la última vez que salió a la calle, en el Corpus del año pasado, tuvo que pasar de largo por su casa para llegar hasta su sede provisional (ver).













El Cristo de la Humildad y Paciencia siguió al de la Sagrada Cena y entró en su templo tras una última parada en la calle mirando hacia el interior del templo, donde ocuparía el lado derecho del presbiterio.


















Finalmente, con el hermano mayor de la Cena, Joaquín Solís, y el delegado del Domingo de Ramos del Consejo General de Hermandades y Cofradías, Francisco Javier Bonilla, situados antes del cuerpo de acólitos, llegó por la calle Sol la Virgen del Subterráneo, que entró en los Terceros cuando faltaban cinco minutos para las diez de la noche.











Una vez dentro del templo, las andas con las cuatro imágenes fueron ubicadas ante el retablo mayor, en el presbiterio, zona que bastante antes del inicio de las obras de restauración estuvo clausurada para evitar los daños de posibles desprendimientos. De izquierda a derecha, se ubicaron la Virgen del Subterráneo, el Señor de la Sagrada Cena, la Virgen de la Encarnación y el Cristo de la Humildad y Paciencia.
En aquel momento, tomó la palabra el párroco de San Román y Santa Catalina, Francisco José Blanc Castán, quien felicitó a la hermandad por la reapertura de la Iglesia de los Terceros y por la finalización de las obras. También indicó que será el próximo domingo, con la presencia del arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, cuando el templo se reabra oficialmente y recupere sus cultos habituales. Finalmente, se rezó por las almas de los hermanos fallecidos.



Mientras tanto, la Parroquia de San Román se quedó ya vacía de actividad cofradiera por primera vez desde hace cerca de dieciséis años, cuando el cierre de Santa Catalina llevó hasta dicha iglesia a las hermandades de la Exaltación, el Carmen y Santa Lucía. En noviembre, tras la reapertura de Santa Catalina, aún la Cena se mantuvo en San Román, que ahora vuelve a ser un templo sin cofradías, quién sabe por cuánto tiempo...

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