La Hermandad del Valle ha celebrado este fin de semana el acto de veneración al Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, que se encontraba sobre un entarimado en el presbiterio de la Iglesia de la Anunciación y elevado en la peana de cultos diseñada por Antonio Díaz Arnido y estrenada el año pasado.
El Cristo se presentó a los devotos con sus potencias de salida y con la clámide roja atribuida a Antonia Bazo de 1805. Por supuesto, no faltaron la corona de espinas, el cíngulo alrededor del cuello atándole las muñecas y la caña. Además, a sus pies se colocaron diferentes especies florales, como tulipanes, rosas, orquídeas y cardos, entre diversos verdes. Esas mismas flores se distribuyeron a lo largo del altar en jarras y centros.
Junto a la imagen, y dentro del perímetro de la nueva alfombra que se estrenó también el año pasado, estaban los cuatro faroles de su paso sobre sendos pies de base cuadrada forrados en terciopelo morado y con el escudo de la hermandad.
Detrás, entre candeleros con cera de color verde, veíamos ante el dosel central la reliquia de la Santa Espina sobre una alta peana de madera dorada y policromada con decoración marmórea. Asimismo, en los pequeños doseles laterales, flanqueados por parejas de blandones dorados, se situaron diferentes enseres litúrgicos. Por último, alrededor de un crucifijo había un total de seis tallas de ángeles que portaban elementos de la Pasión del Señor.
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