La Hermandad del Calvario celebró este domingo el acto de veneración a Nuestra Señora de la Presentación, poniendo así el punto final a los cultos de noviembre en su honor, que se iniciaron con el triduo y la función solemne la semana anterior.
El coro bajo de la Parroquia de la Magdalena, donde el día anterior la dolorosa de Juan de Astorga recibió al Señor de la Salud de la Candelaria (ver), fue el escenario de este culto, para el que se presentó a los devotos tal y como sale a las calles para la estación de penitencia de la Madrugá en su paso de palio. Así, llevaba la saya burdeos y el manto azul, bordados en oro por Juan Manuel Rodríguez Ojeda, y un tocado liso en el que únicamente llevaba un puñal. Además, lucía la corona de salida, mientras que en la mano derecha sujetaba un pañuelo de encaje.
La Virgen de la Presentación estaba sobre su peana procesional y sobre una alfombra y un entarimado que la elevaba aún más en esta zona del templo. Ante la peana había un centro de rosas blancas, aunque todas las flores que veíamos repartidas en jarras del paso de palio y alrededor del entarimado eran claveles también blancos. Sólo delante de todo el conjunto, en medio del pasillo de blandones dorados con cera blanca que había ante la Virgen, los claveles se combinaban con nardos.
Junto a la dolorosa se ubicaron un total de dieciocho candeleros con cirios blancos y seis de las jarras que rodeaban a la imagen estaban colocadas sobre pies de base cuadrada forrados en color rojo. Al fondo, la puerta de la parroquia que daba a la calle Cristo del Calvario estaba oculta por un cortinaje de damasco rojo que en la parte superior tenía una especie de gotera de terciopelo con bordados en oro que, en el centro, tenía el emblema de la hermandad.
Finalmente, en los laterales del cortinaje se ubicaron más blandones dorados y más flores también sobre pies de base cuadrada, más altos que los mencionados anteriormente.
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