Entre los pasados martes y miércoles, la Reina de Todos los Santos estuvo expuesta a la veneración en el presbiterio bajo de la Parroquia de Omnium Sanctorum, en medio de un amplio montaje que prácticamente convirtió esta zona del templo de la calle Feria en un salón real en honor a la Virgen que este domingo saldrá a las calles de su feligresía.
La maternal imagen de la Reina de Todos los Santos se presentó a los devotos sobre una peana de madera dorada y vestida con el manto rojo, bordado en oro sobre terciopelo a finales del siglo XVIII, y con la toca de tul. Asimismo, lucía los elementos de orfebrería de plata sobredorada, obra de Carmona y García de 1785.
Ante la Virgen, a un lado y a otro, y tal y como se les puede ver tanto en su baldaquino presidiendo el templo como en el paso procesional, estaban los dos grupos escultóricos de santos sobre pequeñas peanas. Asimismo, podíamos ver dos grandes candelabros dorados, cuatro altos blandones también dorados, varias jarras plateadas con crisantemos blancos, flores que se situaban también en distintos puntos del presbiterio en el suelo, dos pequeños faroles de metal plateado del siglo XIX que pertenecieron a la Hermandad del Nazareno de Jerez en el suelo, junto a la Virgen, y otros dos sobre sendas mesas entre bandejas de plata. Tras cada mesa había tres candeleros dorados con velas blancas de gas.
Por otro lado, en los laterales de todo el conjunto estaban el estandarte corporativo a la izquierda y la bandera concepcionista a la derecha. Por último, hay que señalar que bajo el baldaquino donde recibe culto la Reina de Todos los Santos se ubicó el simpecado entre candeleros y faroles.
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