La Hermandad de la Misión celebró este domingo el acto de veneración a Nuestra Señora del Amparo, cerrando así los cultos de noviembre en su honor tras el triduo de las jornadas anteriores. Para este culto, así como para la función solemne que tuvo lugar el mismo día, la dolorosa se situó en el presbiterio bajo de la Parroquia de San Antonio María Claret sobre una peana de madera dorada.
La Virgen del Amparo se presentó a los devotos vestida con un manto de terciopelo rojo bordado en oro de la Hermandad de la Trinidad y una saya blanca de tisú también bordada de Monte-Sión. En la cabeza tenía su diadema procesional, mientras que en el pecherín lucía un gran broche con un corazón atravesado por un puñal, aludiendo así a su iconografía como dolorosa, pero también a la advocación letífica de la hermandad, el Inmaculado Corazón de María. Por otra parte, tenía un fajín hebraico, así como un pañuelo de encaje en su mano derecha y un rosario de cuentas rojas en la izquierda.
Flanqueando a la Virgen del Amparo había dos candelabros de plata con velas blancas y diversas especies florales de tonalidades principalmente blancas sobre pies también de plata. Estas mismas flores estaban igualmente ante los candelabros y ante la propia dolorosa. Detrás, el baldaquino del altar mayor contaba con el estandarte de la Archicofradía, ante el que se desplegaba una gran cantidad de candeleros con cera blanca. No faltó la cruz parroquial en el presbiterio alto, junto a la mesa del altar.
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