miércoles, 19 de octubre de 2022

LA LLUVIA REDUJO A UN VISTO Y NO VISTO LA SALIDA DEL ROSARIO DE SAN JULIÁN


La Hermandad del Rosario de San Julián vivió el pasado domingo una salida procesional de lo más efímera a causa de la lluvia que, tras una tarde de cielos amenazantes, vino a hacer acto de presencia precisamente en cuanto el paso salió a la calle.
Todo comenzó con normalidad a las seis y media de la tarde, cuando el cortejo se puso en camino llevando delante a la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Sol, que tomó la calle Duque Cornejo. A continuación, dejando cierta separación, salió de la parroquia la cruz de guía entre ciriales, que daba paso a un tramo de niños con hachetas. Después iban el guión del Rosario, el concepcionista, el simpecado y el libro de reglas, y luego las representaciones con sus estandartes corporativos de la Anunciación de Juan XXIII, el Carmen de San Leandro, el Carmen de San Gil, el Carmen de Calatrava, San Hermenegildo, la Resurrección y la Hiniesta. Finalmente, antes de la presidencia iba el propio estandarte del Rosario de San Julián y detrás el cuerpo de acólitos.















Antes de salir a la calle, el paso de la Virgen del Rosario recorrió toda la nave central de San Julián desde el presbiterio hasta la puerta ojival. En este trayecto contó con la interpretación de la marcha "Nuestro Padre Jesús" a cargo de la Banda de Música del Maestro Dueñas, de El Puerto de Santa María. Instantes después, Ricardo Almansa, que se estrenaba como capataz de esta cofradía, mandó levantar el paso y se produjo la salida, momento en que sonó el Himno de España, seguido de la marcha "Rosario de San Julián".
El paso avanzó en línea recta hacia el Convento de San Cayetano y desde uno de sus balcones las religiosas arrojaron algunos pétalos. Fue en este momento cuando empezaron a caer gotas del cielo, primero tímidamente y después con más insistencia. Rápido se tomó la decisión de volver al templo y, sin llegar a pararse ante el convento, el paso comenzó a caminar hacia atrás para luego darse la vuelta. La banda cortó la marcha y seguidamente la Virgen del Rosario volvió bajo techo sonando de nuevo el Himno para su precipitada entrada.



















Como había hecho apenas unos minutos antes, el paso volvió a recorrer la nave central y otra vez lo hizo acompañada de la banda, que entró tras ella, tocando ahora "Virgen de la Paz". La Virgen del Rosario volvió al presbiterio e incluso se le colocaron al paso las ruedas en los zancos. La salida procesional concluía ahí. "Un año más de espera; no pasa nada", les decía Ricardo Almansa a los costaleros.









Tomó entonces la palabra el párroco de San Julián, Amador Domínguez Manchado, para anunciar que la salida sería sustituida por el rezo del Santo Rosario; un culto para el que se siguió contando con la Banda del Maestro Dueñas, que ocupó la nave de la Epístola, y que entre cada misterio iba a interpretar algunas marchas, como "Aurora de Santa Marina" o "La Estrella Sublime", composiciones dedicadas a las hermandades con las que la del Rosario comparte parroquia.





No pudo ser. Pese a la ilusión de los hermanos, que habían preparado todo, incluso el exorno de las calles por las que iba a pasar, con mucho esmero, la Virgen del Rosario, vestida al completo de blanco, se quedó en casa tras no haber hecho más que asomarse a la calle.
Hay que destacar de todas formas lo bien adornado que estaba el paso, con rosas de un intenso color rosa, nardos, claveles, delphinium, dendrobium, lisiantum, flor de arroz, hypericum, tulipanes, astilbe y papabel. Todo un jardín para la que, siendo hoy de San Julián, es curiosamente Patrona de la collación de San Marcos, la que fue su casa antes de la guerra.

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